Defender el Cuartel de la Montaña con una Ley ¡Qué bolas!

O ¡qué falta de bolas! Desmoralizaron al pueblo chavista de la moral del socialismo, borraron la conciencia del deber social. Lo acostumbraron a recibir casos materiales gratis o casi gratis, sin exigirles nada a cambio. No se lo educó para el trabajo social, sino para el "progreso" individual. No se los formó para el trabajo en el sacrificio por cambiar como persona y por cambiar la conducta social del individualismo y el egoísmo a ultranza. Lo usaron, lo manipularon con espejitos.

Y ahora, el último símbolo del chavismo, donde están enterrados los restos del Comandante, el último punto sensible del chavismo (hoy golpeado y mermado), lo quieren defender con una Ley. Para que digan "El gobierno de Maduro sí que es chavista y revolucionario". Por un lado un pueblo arto confundido, cansado de tanta palabrería vacía y barata, que se arrastra por un nivel que no logra alcanzarlo. Y por el otro un gobiernito socialdemócrata, cansado, sin ideas, vencido en sus convicciones, en la teoría. Desesperado e improvisando como siempre desde hace casi dos años.

Ahora quieren defender la revolución con leyes y marramucias burguesas. No hay manera que dejen de sorprendernos. Su caída moral no tiene fondo. Lo que falta es que digan que lo hacen por la paz del pueblo. Para evitar confrontaciones, ¡Qué buenos y considerados serían!

Los venció el diálogo con empresarios, con "todos los sectores". En socialismo dialogando con todos los "factores sociales": Con la empresa privada, con oligarcas, con la derecha política. Se les olvidó "dialogar" (no lanzarles "líneas políticas, de conductas electoreras") con los trabajadores con los campesinos, con los estudiantes, con los militares; con la misma militancia del partido. Porque ellos no dialogan, no dejar opinar o hablar. Solo hacen performances televisados dónde el buen maestro pone en la boca del discípulo las palabras que el jefe quiere oír. Sin disidencias, sin contrariedades, sin críticas.

Como si no se les notara. Nos creen idiotas, a pesar de haber perdido unas elecciones por ineptos. Impugnando tres o cuatros diputados de la derecho, como si eso hace alguna diferencia en la contundencia de la derrota.

¡La derrota es moral, es política, y no hay manera de impugnarla, señores!

Le taparon la boca a la disidencia y ahora quieren arrinconarla en la llamada Marea Socialista. No señores, es mucho más grande que Marea Socialista. Uno de sus últimos esquiroles intelectuales ya quiso defender con un bojote inmenso de idioteces que ofenden, la puesta en escena que mantiene el gobierno (como sus conciertos en la Diego Ibarra) desde hace casi tres años (Pero de ese ya se ocupó Amaranta Rojas. lean: Alberto Aranguibel con un tiro de varejón y Marea Socialista ¡Qué Chévere!).

Criminalizaron a los más pendejos de "bachaqueros", tratan de hacer de casi todo lo pensado por Chávez una oportunidad política. Y como el Rey Midas, quieren convertirlo todo en oro, en vez de revolución y socialismo, en moral combativa, en arrojo, en lucha y sacrificio.

Hacer una revolución a punta de realazos es fácil si no fuera un contra sentido. Pero lo es, es un disparate. ¡Convertir un país rentista en un país productivo no hace la revolución! Y mucho menos con las armas del capitalismo. La revolución es moral, es educativa, es espiritual, es conciencia.

Es evidente que los primeros que deben pensar en sus propósitos de vida y en sus intereses personales y familiares, son nuestros líderes. TODOS. Los que por acción nos llevan a concluir lo ganado en una derrota política, y aquellos otros que lo hacen por omisión (por miedo), también deben revisar sus vidas y sus conciencias. Y, si no sirven para asumir riesgos y retos del tamaño de una revolución verdadera, retírense dignamente, reconociendo su fracaso; deleguen la responsabilidad a otros, consulten al partido, al pueblo chavista, hablen por lo menos una vez con la verdad; por lo menos una vez, sean honestos.

No ofendan al pueblo revolucionario con leyes burguesas peorras, con salidas truculentas para sostener un gobierno de cartón, malo, que no gobierna; peligroso, puesto que le está dejando la puerta abierta al fascismo.

Más respeto por la revolución y por el pueblo chavista. Quizá no salgan tan mal parados de ésta: la derrota política de los coqueteos (socialdemócratas) con el capitalismo.

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Héctor Baíz

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