Propuestas de la MUD: Del combo Polar a la cajita feliz

Un paquete de harina precocida, un vaso de margarina, un litro de aceite y una cerveza pueden formar parte del combo que empresas Polar ofrece a sus consumidores para que, en su búsqueda obsesiva, se enfrenten entre ellos, traten de tomar ventaja en colas para adquirirlo, o revendan esos productos un poco más allá por el triple de su precio real. Estos productos son sólo una metáfora mínima del gran chantaje ejercido por tantas empresas acaparando productos, para participar activamente en el sabotaje económico contra las políticas del gobierno nacional a objeto de ganar las elecciones parlamentarias, cosa que desgraciadamente lograron, y ahora va a ser usada como punta de lanza para tratar de escamotear los logros que en materia de leyes ha llevado a cabo el gobierno nacional, sobre todo en lo respectivo a protección a los trabajadores, los pensionados y las clases más necesitadas.

Ahora la situación ha llegado a un punto álgido de confrontación, debido a que la bancada opositora se siente con el poder de suprimir esos logros a la gente, que tan duramente ha luchado por ellos. Henry Ramos Allup ha salido al ruedo como vocero principal de los opositores, a vociferar con su acostumbrado tono seudoromulista, poblado de gags demagógico-teatrales. Se hace eco así de las más notorias tendencias de la dependencia neocolonial en América Latina, expresamente fraguadas en la política injerencista de los Estados Unidos.

Mientras, el gran logro de la guerra económica ha sido el de haber conseguido la mayor inflación que haya experimentado nuestro país, --quizá la más alta del mundo-- de la cual ellos pretenden responsabilizar al gobierno y ahora, después que estos absurdos precios se han entronizado en el mercado, va a ser muy difícil bajarlos a su nivel real: sus primeros beneficiarios serán de nuevo los comerciantes irresponsables, y el pueblo su principal víctima.

No creo yo que la gente vaya a dejar que le arrebaten sus conquistas sociales, los avances hechos en salud, educación, vivienda o cultura, a cambio de un combo polar. No creo que el pueblo venezolano vaya a permanecer pasivo ante los anunciados atropellos de la bancada opositora. La Constitución misma contiene los elementos y parágrafos para evitar los posibles desmanes que pretendan cometerse contra estos logros, los cuales ya han sido defendidos mediante la dignidad y la voluntad popular.

Tampoco se trata, claro está, de obviar el resultado reciente de las elecciones parlamentarias, ni de hacerse la vista gorda con respecto al importante porcentaje de curules alcanzados por la derecha, que duplica al de la bancada revolucionaria. Los electores, en estos resultados, están mostrando muchos de ellos un claro repudio a la corrupción, al nepotismo, los liderazgos basados en el odio y el revanchismo, los desaciertos en política económica, la ineficacia en la conducción de muchas alcaldías o gobernaciones, la burocracia o la petulancia, revelando a la vez la crisis existente en un sector del PSUV, entre otras cosas. Chavistas, pueblo de a pie, comerciantes, trabajadores públicos, profesionales, industriales y buena parte de la clase media dieron muestra de su descontento en esta votación, lo cual debe producir, porque sí, una profunda autocrítica de las autoridades gubernamentales y del tren ejecutivo nacional.

Ya se venía advirtiendo, desde distintos frentes y sectores políticos e intelectuales, sobre varios de los errores cometidos relacionados con la ineficiencia, la demagogia, la burocracia, las dádivas innecesarias, la subestimación de los intelectuales, la incapacidad para el diálogo con los sectores populares, la intimidación y el chantaje de numerosos funcionarios que venían cometiendo abusos de poder, o participando como cómplices en la guerra económica. Con esta lección, el proceso revolucionario debe salir fortalecido; debe aprender con este ejemplo que han dado los electores acudiendo a depositar sus votos en un proceso electoral limpio, signado por la tranquilidad y la madurez.

Debemos apostar, ahora, por el país productivo, el país creador, el país consciente de sus potencialidades pero también por el país consciente de sus fallas y debilidades, de sus momentos mal aprovechados, pero con la perspectiva de seguir construyendo una nacionalidad digna basada en el diálogo, alejada en lo posible de las tentaciones del capitalismo mercantilista de los Estados Unidos, que vende ilusiones empacadas a la manera de esas cajitas felices que le dan a los niños en ciertas franquicias de comida rápida, donde, una vez sus padres ya han engullido sus respectivas hamburguesas, la compañía entrega "gratuitamente" a sus hijos una cajita llena de golosinas, donas, muñequitos plásticos, bombas de colores o figuras y personajes de esos que aparecen en la TV; parte de ese mundo de ilusiones ideológicas de falsa felicidad, con que el capitalismo pretende llenar la mente de los consumidores.



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Gabriel Jiménez Emán

Poeta, novelista, compilador, ensayista, investigador, traductor, antologista

 gjimenezeman@gmail.com

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