Es el capitalismo, es la comodidad, es el miedo y la ignorancia

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Todos los males que nos aquejan, como sociedad, los ocasiona el capitalismo. La corrupción no es una cualidad social primitiva. Hubo un día en el cual perdió toda fuerza la sociedad matriarcal, amorosa y solidaria. Otro día nació la propiedad privada. Ninguna de nuestros males es humanamente natural, como para que no los podamos vencer. La corrupción es una inclinación a acumular vanidad y cosas materiales. Y la consecuencia de haber amontonado necesidades morales de destacar entre los otros, de prestigios, de ostentar todo lo que podemos tener y tenemos, de cara a los demás. Resulta insólito que el mercado del Lujo sea el más exitoso en épocas de crisis económica a nivel mundial. Cuando nadie tiene nada, siempre hay algo por ahí para pagar un resort o un reloj de oro, o un Audi, o un cochecito que ennoblezca a la familia. Hay que hacerse de uno de estos, así haya que robar a una abuela, estafar al Estado, robar un banco, vender Whisky adulterado, o matar a alguien. El asunto es no pasar desapercibidos por la vida, que luego no digan de nosotros "él no tenía buen gusto", o que digan "¡eso sí tenía él: una camionetota!".

La delincuencia se estimula al máximo con el capitalismo. Un matrimonio joven que se ha acostumbrado a celebrar los cumpleaños, mostrando a sus amigos todo lo "esplendorosos" que pueden ser, al cabo de un tiempo deberán compensar sus gastos vendiendo pacotillas entre sus compañeros de oficina. Más tarde rasparán sus cupos CADIVI. Y así por el estilo "conspicuo" del ascenso social, en una sociedad mal educada como la nuestra.

Que no es otro (estilo) que el de la corrupción; el de corromper y dejarse corromper. Luego es fácil imaginar el siguiente paso. El paso que sigue es vender lo que no es nuestro, pillar como rateros. Vender información, vender todo que se pueda vender. La sociedad se hace violenta de tanto romper reglas y de tanto irrespeto por los valores más sagrados.

En cierta manera, el fenómeno político electoral, en el capitalismo, se explica muy bien como una apuesta por ver quién gana la mejor parte para ejercer la corrupción. No hay forma de evitar la corrupción en el capitalismo (dentro de las reglas del capitalismo, que son todas las reglas que se puedan inventar y violar; dentro de la "lógica" del capitalismo).

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Pero a muchos les molesta esta violencia, les molesta las arbitrariedades, los abusos y los abusadores. Piensan en que se debe poner orden en la pea. "Robemos, pero con orden", "Dejemos que todos roben un poquito aunque sea". Así, si ponemos orden en la pea, no tenemos que cambiar nada, podemos seguir progresando individualmente en la vida. Cada uno por su lado. Cada uno de nosotros podemos conseguir lo que siempre hemos deseado, si el gobierno nos da la oportunidad. De momento se nos olvida que el hueco, que el ABISMO de nuestras insatisfacciones no tiene fondo. No conocemos otra cosa en esta vida, y en muchas otras abajo de la presente, más que insatisfacciones. Y llenar un hueco sin fondo es imposible, la ambición que yace detrás es el estimulante más poderoso, una fiebre. Y por último, aquel "bien intencionado reformador" de las reglas del capitalismo, termina también infectado del orgullo capitalista, de prestigio, de ambición.

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Nuestros líderes se apestaron de capitalismo. Su entusiasmo, el que alguna vez tuvieron, fue el reflejo del entusiasmo de Chávez; su fuerza, la de Chávez. Muerto Chávez, se les activó el virus de la comodidad capitalista. En sus pingües corazones fue más fuerte el atavismo pequeñoburgués que el frenesí por la gente, que su voluntad de cambiar, del capitalismo al socialismo, al no capitalismo. Con la misma fuerza del resorte nuestros líderes saltaron hacia atrás. La comodidad de vivir con sus vicios y costumbres venció la pasión revolucionaria.

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Una revolución está llena de dificultades ¿Quién lo duda? Bolívar se decía a sí mismo el hombre de las dificultades, pero a esas las conjuró con su conciencia. Es triste ver cómo, luego de la violenta muerte de Chávez, como asaltó a nuestros líderes el miedo a las dificultades. Es fácil "trabajar" desde la comodidad del poder, sin ni siquiera contrariar una sola de nuestras malas costumbres. Es fácil mostrar nuestra ignorancia; difícil es reconocerla, admitir las dificultades para superarla, pedir ayuda.

Es el capitalismo, la comodidad y la ignorancia: la triada que nos vence desde dentro. De nada vale la palabra si estamos vencidos. Perro que ladra no muerde.

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Hay que querer hacer la revolución para hacer la revolución. Y creo que nuestros líderes no quieren hacer la revolución. Solo se conforman con decirlo. Pensar en hacer cambios, desde dentro, los cansa. Nada más pensar que tienen que hablar con la verdad, los fastidia. Es mejor que la gente crea que lo que ellos hacen es hasta donde se puede hacer. Que lo que ellos hacen es lo mejor que se puede hacer. Por eso no piden ayuda. La ilusión del poder los arrebata. Eso es comodidad capitalista, comodidad pequeñoburguesa. ¿Quién le dice a Blanca Eekhout que las armas melladas del capitalismo le hacen contra peso a la de voluntad por cambiar las cosas?; ¿Quién le calla la boca a Jorge Rodríguez, que nos está avergonzando a todos?; ¡no nos conformamos con reformar al capitalismo profesor Aristóbulo!, ¡queremos una revolución verdadera! Sí su espíritu está cansado, jubílese… Se respira miedo en el ambiente.

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Decía Chávez que siempre había tiempo para leer, para estudiar. Y no hay mejor forma para estimular la acción para la lucha que el estudio. Saber qué debemos hacer y cómo comenzar a hacerlo. En el caso de la revolución socialista es bueno volver a las fuentes principales a refrescar las ideas para saber cómo actuar en consecuencia. La ignorancia es común a todos, pero no podemos rendirle culto. Es un estigma de nuestra debilidad y hay que vencerla todos los días. Como vencer el orgullo y la soberbia. La soberbia es ridícula. Hay gente que se muere por ella, que se avergüenza por su causa. No hay personaje más ridículo (a lo mejor sí) que el Rey Juan Carlos de España, por soberbio e ignorante. Por eso es mejor cimentar bien nuestras acciones con el estudio y saber pedir y recibir ayuda. El estudio y la acción colectiva engrandecen a un pueblo, a una revolución, no las palabras vacías y los malos ejemplos.

¡Feliz Navidad!, si de verdad nace un hombre nuevo el 25 de diciembre.

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Héctor Baíz

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