La esclavitud vs. la gran obra de la revolución

El esclavo y el artista.

Henry Miller, el novelista, decidió sobre su destino como muchos otros artistas. Otra manera de explicar las vueltas que dio su vida hasta llegar a su obra, es creer en la predestinación. Yo prefiero la primera, aunque no sea tan exacta, por estar más del lado humano que científico o metafísico o teológico. El hombre, parafraseando al Che, es el actor consciente de su destino, de su historia. Es así como Miller escogió ser escritor, hacer novelas, ensayos, leer, pensar y vivir sin prejuicios y ataduras sociales la vida que le toco vivir. Fue así como escogió vivir materialmente en la miseria solo por acrecentar la fuerza de su obra. Fue el caso del viejo Rembrandt, de Van Gogh, de Egon Schiele, Armando Reverón, de Kafka, por ejemplo, fueron seres materialmente miserables, pero seguros, convencidos de su destino, del valor de la obra, clarividentes, espíritus dilatados y libres.

No es el caso del esclavo. El esclavo, es esclavo porque no tiene elección. Vivir otra vida no es una opción para él porque no sabe de vidas ni de opciones Su miseria material es inevitable porque no conoce su miseria espiritual, no las ve. Solo conoce del mundo lo que consigue ver desde su perspectiva de rana. Un mundo fragmentado y plano. Que es todo lo que alcanza ver. El mundo como lo vería un idiota, como Benjy o Macario.

Uno (el artista) está ahí para liberar al otro (al esclavo). Esa es la función primordial del arte, liberarnos de la esclavitud de la ignorancia en la obra y en la vida. En el trabajo creador y con el conocimiento que nos otorga la obra.

El artista y el revolucionario.

Siempre ha sido me deseo hacer la comparación de la consciencia del artista, con la del revolucionario porque es una buena manera de enseñar con los ideales de uno el significado de los ideales del otro. La obra es siempre su fin, para uno y el otro.

La gran obra de la humanidad. Donde cada trabajo artístico agrega parte de su conocimiento que es el conocimiento mismo de la humanidad. Construir el socialismo es terea de grandes hombres, de trabajadores creadores, de luchadores que sirven a la vez de modelos humanos, morales, para toda la sociedad. Modelos de trabajo y de consciencia.

Es el caso del artista. Es la misma forma de pensamiento. Digamos que el conocimiento artístico comprende al otro. Sin embargo, la resistencia, el temperamento del revolucionario, es la garantía para la liberación definitiva de la toda la sociedad. Explico, el primero señala el camino: erigir la humanidad. El segundo abre el camino, pone las herramientas. Los dos crean conocimiento, actúan conscientemente, los dos educan, uno trabaja con luz, línea, color, con la palabra, con imágenes, con movimiento. El otro con los pueblos. Es así como el socialismo forma parte de la gran obra que es la humanidad.

El esclavo es un hombre disminuido. Se es esclavo por decisión de otros. Conciencia y esclavitud se confrontan. Una niega la otra. Mientras la conciencia se alimenta de conocimiento, de estudio, de autodisciplina, la esclavitud es un receptáculo de órdenes que se cumplen de forma irreflexiva, fragmentadas, casi que irracionales. La esclavitud es sinónimo de ignorancia, tal y como lo decía Bolívar.

Hacer la revolución es iluminar y elevar la conciencia a los niveles del artista, del creador. Hacer la revolución es dar luz y recibirla al mismo tiempo. Teoría y praxis revolucionaria no significa otra cosa. Una acción sin luz, una acción ciega, no es revolucionaria. Así como una teoría sin praxis, sin práctica social, es huera, se sostiene de la nada, o sea, no se sostiene. El conocimiento es la conciencia de que se tiene una herramienta para avanzar que es el conocimiento mismo. Es una sola acción, es un solo movimiento. A veces lo llamamos conocimiento, otras veces conciencia. Pero uno supone al otro.

El esclavo que somos.

Nietzsche llama "mala conciencia" a la conciencia moral, limitada moralmente o por prejuicios morales. La llama "moralina". Aquellos valores sociales impuestos, vistos como "naturales"; enseñoreados en el tiempo por el poder de unos cuantos –de la iglesia, de una clase, de un linaje- sobre los otros. Vivir y juzgar bajo ese estado de "conciencia" es lo que llama Nietzsche "mala conciencia". Esta definición nos sirve para describir la vida del esclavo moderno. Su ignorancia va desde no saber escribir hasta no saber que no sabe, que no es libre, que no puede decidir su destino.

Como Henry Miller quién conscientemente puso en segundo plano satisfacer las necesidades más básicas, a favor de su obra. Como Bolívar, como el Che

El esclavo moderno, en cambio, es esclavo de las necesidades. Ni siquiera sabe que porqué las tiene, pues carece del conocimiento "necesario". Necesidades impuestas, creadas, inventadas por otros.

El revolucionario, como el artista (con mayúsculas), sabe a conciencia qué es y qué no es necesario en sus vidas para acometer sus proyectos. El uno, la liberación del hombre física y espiritualmente, el otro, dar más luz a la humanidad.



Esta nota ha sido leída aproximadamente 1289 veces.



Héctor Baíz

http://hectorbaiz.blogspot.com/

 hecto.baiz@gmail.com

Visite el perfil de Héctor Baiz para ver el listado de todos sus artículos en Aporrea.


Noticias Recientes:

Comparte en las redes sociales


Síguenos en Facebook y Twitter



Héctor Baiz

Héctor Baiz

Más artículos de este autor