Recientemente, a comienzos del mes de septiembre del 2015, como un tributo a un hombre de pensamiento de avanzada y comprometido radicalmente con las causas sociales y de integración latinoamericana, con el auspicio de la Gobernación del estado Portuguesa, a través de la figura de Wilmar Castro Soteldo, se reeditó el texto "Antes de que se me olvide", del abogado y diplomático venezolano Alí Rodríguez Araque. El texto lo conforman una serie de entrevistas que la periodista cubana Rosa Miriam Elizalde, hiciera entre el 2010 y el 2011. Son una serie de notas de largas conversaciones con quien fuera primero un muchacho de orígenes humildes, proveniente de una familia conservadora, que luego escalaría niveles profesionales universitarios pero que se consagraría como el Comandante Fausto, de un grupo guerrillero que tomó las planicies venezolanas inspirados en nuevos programas y nuevos proyectos de dirección política para el país. Quizás decir que eran de izquierda, marxistas-leninistas, maoístas o pare usted de calificar, sea un descriptivo que ayude a entender por qué estaban esos jóvenes de la generación de Rodríguez Araque, en plena confrontación con el Sistema y los ostentadores del poder de ese Sistema. Lo cierto es que eran rebeldes, jóvenes, idealistas y con una percepción clara del papel histórico que representaban en un país alienado visceralmente a la corriente neoliberal norteamericana.
El texto-conversación de Rodríguez Araque, cuenta muchas anécdotas, situaciones, posturas y alcances, de un revolucionario en pleno ejercicio de su praxis ideológica. Tomar las armas, levantarlas contra quienes violentan el espacio o territorio liberado por los guerrilleros, implica un alto nivel de compromiso, desprendimiento y sacrificio personal, que cambia toda estructura de valor de la persona y la extiende hacia un valor colectivo, donde lo que importa es la conquistas de beneficios sociales y la libertad plena de todos por quienes se lucha.
Rodríguez Araque cuenta a Rosa Miriam Elizalde, que la aparición de bandas armadas de la ultraderecha y el asalto constante a los grupos sindicalizados, comenzó a mermar las relaciones en la nueva sociedad post-Pérez Jiménez que se estaba organizando. La exclusión de los líderes de la izquierda revolucionaria y la amenaza del fascismo, hizo inevitable que se asumiera una actitud deliberante activa, es decir, irse a las armas. "De allí que, de nuestra parte -dice Rodríguez Araque- se iniciara la organización de grupos armados de autodefensa, aunque muy pobremente dotados. En algún momento, incluso yo mismo estuve envuelto en aquellas situaciones…"
Al leer a fondo los aportes de Rodríguez Araque, saliendo de lo anecdótico y concentrándonos en lo ideológico-político, se aprecia una postura lineal con el socialismo libertario. El problema y la razón es que no existía en Venezuela un movimiento que entendiera cuál era el papel del socialismo, fuera de la experiencia europea y cubana; el dilema del socialismo encontró en la experiencia venezolana una variación significativa, caracterizada por partidos sociales alineados a sectas religiosas con un monopolio de salvación, y no así a un compromiso social plural y generalizado. La mayoría de los venezolanos de la década de los sesenta, eran gobernados por líderes que hacían llamarse social-demócratas, pero practicaban una política de Estado antagónica, donde lo usual se mantenía adherido a los principios de un capitalismo imperialista, y un tipo de sistema social decadente, que fluctuaba entre el tribalismo y el industrialismo.
Rodríguez Araque se enfrentó al reto del capitalismo, un reto que implicó confrontarlo desde sus razones históricas hasta sus sin-razones políticas; evidenció ese capitalismo que tenía un alto precio social para mantener el equilibrio y armonía de los mercados, pero sobre todo, develó que ese capitalismo era contradicción entre lo humano y lo divino, al imponerse el valor material sobre el valor espiritual y humano. El socialismo real de aquellos años, se lee en la postura de Rodríguez Araque, se había convertido en otro nombre para el capitalismo, otra forma de capitalismo: en victoria, el socialismo ha sido más ocultado como nunca antes pudo haber sido vencido. El capitalismo había disuelto la alternativa social al haber robado su nombre, su lenguaje, sus sueños; floreciendo una realidad en donde no hay idioma de libertad, y por ende, no puede haber sueño de liberación.
A todas estas, las palabras socialismo, revolución, democracia, y libertad; contienen en sí mismas, una crítica de la existencia del orden; el término socialismo necesitaba el adjetivo libertador, el cual levanta preguntas en las mentes de aquellos que lo encuentran, donde quiera que el término socialismo por sí mismo tiende a dar por hecho, actuar como si cada persona navegara sola con sus ideas preconcebidas.
En el recorrido anecdótico de Rodríguez Araque se aprecia la idea de que el socialismo es primero y principalmente un tema ligado inexorablemente a la libertad y a la confrontación directa con acciones que han dado triunfo a la dominación, represión y alineación que bloquea el libre curso de la creatividad humana, pensamiento y acción. Rodríguez Araque no asocia el socialismo con planeación, control estatal, o nacionalización de la industria, aunque entiende que en una sociedad socialista (no bajo el socialismo), la actividad económica será colectivamente controlada, manejada, planeada y poseída. Pensaba en aquellos días de guerrilla que el socialismo envolvería de igualdad a la sociedad, pero no pensaba que el socialismo fuera igualitario, por esto es posible concebir una sociedad donde cada uno es equitativamente a lo oprimido. El socialismo es incompatible con una sociedad sin conciencia social, con restricción de libertad de expresión, con una clase elite que ejerce el poder a favor de la gente, con culto a líderes, con cualquiera de las otras estrategias por medio de las cuales la sociedad que muere busca la descripción de sí misma como una nueva sociedad. Muchos, esgrime Rodríguez Araque, han pensado que ese era el modelo de Hugo Chávez, y no entendieron que su visión continental iba más allá de un liderazgo absolutista-mesiánico; la actitud de Chávez fue siempre la de un portavoz de las mayorías, del pueblo, por eso su alcances en materia petrolera, que de haber dejado las cosas como estaban en 1999, expresa Rodríguez Araque, "… estoy seguro que serían muchos los elogios acerca de la democracia en Venezuela, el respeto a los derechos humanos y grandes reconocimientos al combate contra la pobreza".
Otro aspecto que destaca la lectura ideológica de la larga conversación de Rodríguez Araque, es una aproximación al socialismo que incorpora revolución cultural, liberación de mujeres y niños, y la crítica y transformación de la vida diaria, así como las más tradicionales preocupaciones de política social. Una política que es completamente revolucionaria porque busca transformar la realidad. Rodríguez Araque piensa que el capitalismo es un sistema que totalmente invade todas las áreas de la vida: el socialismo debe de ser la conquista de la realidad capitalista es su totalidad, o de lo contrario es nada. Las preocupaciones de los políticos libertadores en sí mismos es la liberación de los individuos porque es colectiva. Para Rodríguez Araque, ser una sociedad no es solamente una cuestión intelectual, un tema para tener el derecho de las ideas correctas o la aproximación intelectual; también es un tema de la manera como lideras la vida. Una política que es revolucionaria porque, en las palabras de Marx y Engels, "la revolución es necesaria no solamente porque la clase trabajadora no puede ser conquistada de ninguna forma, pero también porque la clase conquistada solamente puede en una conquista revolucionaria tener éxito en llevar en sí mismo el fertilizante de las edades y convertirse en el alimento para formar una nueva sociedad." Porque la revolución es un proceso colectivo de auto-liberación, porque la sociedad y la gente son trasformadas a través de la lucha, luego entonces "la emancipación de las clases trabajadoras en sí mismo", y no por una vanguardia Leninista, un Estado socialista, o cualquier otro agente activo en su beneficio.
Valga recordar un comentario de Daniel Cohn-Benedit (político europeo de nacionalidad francesa y alemana, que se dio a conocer por su participación en Mayo del 68), de que "… es por ti por el que se hace la revolución", no es una posición individualista, pero la llave de una política colectiva, basada en la alegría y promesa de vida, en lugar del auto sacrificio que es a menudo la versión radical de la praxis revolucionaria, es una idea de la cual siempre estuvo claro Rodríguez Araque y a la cual, a pesar de las circunstancias, jamás renunció y ello habla muy bien de un hombre que vivió la historia no que la historia vivió por él.
Desde el plano anecdótico, en el aporte de Rodríguez Araque, es importante mencionar su postura ante los mecanismos implementados en Venezuela para la denominada "Apertura Petrolera" y el transitar de la Revolución Bolivariana hasta hoy: "A mí me correspondió como diputado, vivir la experiencia en el Congreso de la República de Venezuela cuando se discutían los modelos contractuales de la entonces llamada apertura petrolera. (Durante)…la apertura petrolera las regalías estaban en un 16%"; es decir de cada 100 barriles extraídos, uno pasaba al Estado, bien en especies o en dinero", según la Ley de Hidrocarburos venezolana de 1943".
Así mismo, Rodríguez Araque hace alusión a la apertura petrolera de la IV República, la cual echó para atrás todo, "…llevándose por los cachos todo el andamiaje legal que prevalecía en Venezuela para ese momento". Con la llegada de Hugo Chávez, lo primero que se hizo fue "…restablecer las viejas regalías del 16% a un 30%, y en consecuencia todas las instancias y controversias se resolverían en los tribunales de la nación, con nuestras leyes y la participación de Petróleos de Venezuela (Pdvsa)…Al cumplir el Estado con esa función esencial, Venezuela podía establecer plena soberanía de sus recursos naturales, por esta razón no nos pueden querer porque Venezuela es un mal ejemplo para la región".
En un aspecto puntual, Rodríguez Araque explica que no hay problemas en el mundo que no estén envuelto en el asunto de los recursos energéticos, "…la importancia del territorio Suramericano radica en que posee las mayores riquezas que hay sobre el planeta;….uno se puede hacer la lista de lo que tenemos y es asombroso. La pregunta que uno se hace es: ¿qué es lo que no tenemos? Yo digo: visión".
En un sentido puntual, valga leer algunas posturas que acerca de la obra de Rodríguez Araque se ha dicho. El filósofo mexicano Fernando Buen Abad, ha dicho que es un libro que bien puede considerarse "una gran quijotada" de las luchas y de los procesos revolucionarios guerrilleros latinoamericanos, en especial el movimiento venezolano, "en este libro está el clamor de un proceso revolucionario que nos exige a todos un esfuerzo de formación e intervención política, a todas luces desafiantes". Rodríguez Araque, expone Buen Abad, ve que la urgencia de América es que seamos capaces de blindar nuestros recursos naturales, blindar las democracias y proteger el blindaje de paz que necesita este continente para seguir avanzado.
En otro aspecto, el sociólogo Atilio Alberto Boron, recalca que la "importancia y relevancia" de la obra de Rodríguez Araque, está en la construcción de la revolución: "Alí aquí va en contra de la corriente que se ha instalado en la corriente de la izquierda en América Latina y que tienda a subestimar el papel imprescindible que tiene el partido revolucionario".
En el prólogo a la primera edición del libro, en el 2012, elaborada por el Presidente Hugo Chávez, éste expresa: "Necesito agregar algo a lo que está tan bien dicho, y lo hago dirigiéndome a mi querido Alí: los sueños, los irrenunciables sueños de siempre, se están haciendo realidad y tú, hermano mío, has contribuido grandemente a que sea así. Por eso mismo, la gratitud te es tan debida como la admiración". Y el Comandante Wilmar Castro Soteldo, en el prólogo a la edición del 2015, expresó: "Son valiosos sus aportes a la política agrícola y petrolera de nuestro país; son lacerantes pero sublimes sus críticas pro positivistas sobre los errores que, no sólo se cometieron en sus tiempos de lucha armada, sino en los que actualmente hemos estado viviendo; son premonitorias sus reflexiones sobre el futuro de la Revolución y claros los enormes retos y desafíos que habremos de transitar y resolver para hacer realidad la histórica utopía robinsoniana, bolivariana y chavista del socialismo del siglo XXI".