Bastantes ampollas ha levantado en la elite política oligárquica colombiana y en su red mediática preponderante, la enérgica posición de la Canciller Delcy Ramírez, en defensa de su patria.
No ahorran adjetivos, ni insultos contra la diplomacia revolucionaria bolivariana. Castrochavista, dogmatica, insolente, descomedida, vulgar, comunistoide, politiquera, incendiaria, terrorista, es el repertorio de las descalificaciones contra la Ministra de Relaciones exteriores del gobierno venezolano.
Su pecado, señalar sin rodeos las causas de los problemas ocasionados por el gobierno del señor Santos en la frontera y el nefasto papel de Uribe Vélez en el agravamiento de las tensiones por las provocaciones a que suele acudir para enervar el conflicto en desarrollo a lo largo de la línea divisoria.
Su imprudencia, llamar la atención sobre las inconsistencias de la diplomacia agenciada por la Ministra Holguín en el ámbito de las entidades multilaterales, al intentar adjudicar a Venezuela una masiva violación de los derechos humanos de casi 6 millones de colombianos que han debido refugiarse en su territorio por causa de la violencia militar y paramilitar contra humildes campesinos e integrantes de partidos y movimientos de oposición democrática.
Lo que desconocen o desprecian las roscas burguesas y parapolíticas que controlan el gobierno colombiano y su política exterior, es que la posición de la digna y firme Canciller venezolana corresponde a una estrategia internacional que refleja la esencia de los principios revolucionarios en que se sustentan las grandes transformaciones ocurridas en el Estado y la sociedad bolivariana desde la llegada a la dirección de poder político nacional del Presidente Hugo Chávez en el año 1999, y continuadas por el actual Jefe de Estado Nicolás Maduro.
Sugieren palos de ciegos e improvisación en la diplomacia socialista. Se equivocan.
A esos señores bogotanos y sus seudo analistas bien conviene recordarles que la presente política exterior del Estado bolivariana no es otra que aquella que se determinó en la Ley del Plan de la Patria la cual integra dos ejes muy importantes. Citémoslos:
Primero. Defender, expandir y consolidar el bien más preciado que hemos reconquistado después de 200 años: la independencia nacional.
Segundo. Contribuir al desarrollo de una nueva geopolítica internacional en la cual tome cuerpo un mundo multicéntrico y pluripolar que permita lograr el equilibrio del universo y garantizar la paz planetaria. Conforme al mandato de El Libertador Simón Bolívar, la política exterior de la Revolución Bolivariana desplegará todos sus esfuerzos para "obtener el sistema de garantías que, en paz y guerra, sea el escudo de nuestro nuevo destino", esto es, un entorno internacional que garantice la Independencia de la Patria para el pleno despliegue de un proyecto nacional soberano.
Inspirada en la visión de armonía que caracteriza la cosmogonía de nuestros pueblos indígenas originarios, y en la concepción bolivariana de que la acción política internacional debe tender a conformar el "equilibrio del universo", la política exterior de la Venezuela bolivariana impulsará la conformación de un mundo pluripolar cuyo fin último es la preservación de una paz fundamentada en el respeto y la soberanía de los pueblos.
Como lo hemos expresado en diversos escenarios, ese mundo pluripolar estará conformado por una multiplicidad de polos de fuerza, agrupaciones de países para que haya más equilibrio universal, para que haya más democracia universal, para que haya más igualdad en el mundo.
En el próximo periodo del Gobierno bolivariano y socialista, continuaremos avanzando en esa imprescindible tarea para garantizar la paz del mundo, la paz en Venezuela (http://bit.ly/1aL4qOp).
Menuda tarea cuando se sabe que la contraparte es el más importante peón del poder imperialista de los gringos.
Desde Colombia, desde la frontera, desde Cúcuta, el santuario del paramilitarismo, el contrabando, el narcotráfico y la manipulación financiera, eso se ve con mucha claridad; otros, cegados por el dogmatismo ultraizquierdistas, no logran comprender lo que está en juego en la actual coyuntura.
No tengo la menor duda de los alcances revolucionarios del comportamiento de la dirigencia bolivariana que encabeza el Presidente Maduro y su valiente Canciller.