¡Mosca! Ahora todos somos normales, no hay pobres

Cuando a uno lo ven pobre… ¡y hablando!…

(Cuando uno puede pensar sobre estas cosas del alma, nunca piensa que a uno lo puedan ver pobre. Uno siempre piensa que cuando mucho, los otros pueden pensar que, así como uno es, es un excéntrico, o es alguien muy "inteligente")

Hay dos grandes categorías mediante las cuales podemos comprender a la totalidad de los seres humanos: la de los normales y los otros. Claro que hablar en términos de lo que es normal o no lo es, es un terreno movedizo, esto se sabe. Pero quisiera mostrar que el terreno no se mueve tanto. Es el problema con esto, es como hablar de la estupidez de los otros, uno se arriesga a ser otro estúpido más que habla de la estupidez. Pero la norma, que es fácil que se desplace de un lado a otro, siempre es norma en el terreno que se mueva. Quizá después de pensar bien el asunto, uno se atreva luego hablar de la estupidez en un terreno más firme.

Pero el tema es lo normal. Por ejemplo, mientras la norma se encuentra dentro de un grupo de señoras vestidas de blanco que marchan a favor de la libertad de los presos políticos de ahora, una franela roja se vería como rara, y si la tiene un negro, más raro, y si es una negra más todavía. Pero, cuando acaba la manifestación y cada quien para su casa, la norma se desplaza. Ahora la negrita con franela blanca o negra con dos manitas blancas, tolerada dentro de las manifestantes hace un rato, ahora ella se ve como rara cuando intenta seguir acompañando en su camino a unas damas blancas y perfumadas que agitan sus abanicos de sándalo y toman buchitos de evian. A pesar de todo, la norma va y viene pero sigue siendo imperecedera.

Cuando la norma está del lado de la clase media –una norma muy estable y establecida- lo pobre huele sobre todo a pobreza material. Huele. Pero también es un bluyín sin marca, o unos zapatos sucios de barro o desgastado. Hay algunos que tenemos cara de pobre. Hay mujeres que sin tetas y sin brackets en los dientes ya son pobres. Los chavistas identificados, aun cuando estén leyendo el Newyork Times en el metro. Los comunistas que cargan con sus símbolos... Una vez estaba trotando en el parque del Este, cuando era del Este, y fui sin perder el impulso a un cajero de un centro comercial en Los Palos Grande. Llevaba una franela estampada con un retrato del Che con Camilo, y un hombre blanco, en un tono piadoso, me preguntó si yo sabía lo que hacía exhibiendo ese retrato del Che, que si yo sabía quién era ese hombre.

A eso me refiero cuando digo que lo vean a uno como pobre. No se trata de ningún resentimiento de clase o algo parecido. Es cultural, algo peor. Es el fascismo adormilado. Es la norma clasemedia, ideológicamente clasemedia, culturalmente clasemedia, que está clara, que quien no tiene dinero es pobre (aunque ellos en su mayoría no lo tengan; pero ese es el secreto, ese es el asunto), que quién combate a los ricos es pobre, que quién dice que no le importa el dinero es pobre, o es estúpido, y, por supuesto, que si eres pobre eres bruto automáticamente. Por eso es que cuando te ven pobre y hablando, muchos clasemedia se asombran, pero no de lo que tú dices, como decía Félix Suarez, se asombran de que hables, como todo el mundo, que articules un lenguaje, "¡Coño! ¡Este tipo habla!"

No se acostumbran a que un convidado pobre les hable. En realidad la norma, la normalidad protege a la clase media de tener que mostrar su inteligencia en circunstancia como estas. Bastaría con engancharse en la cara unos Raivan originales y voltear para otro lado. Mostrar alguno de sus códigos de clase, de su norma, y listo.

Lo mismo pasa con aquellos que, como el señor piadoso y la franela del Che, creen saber más que uno acerca de nuestra condición de "pobre", de extravagantes, o de comunistas. Así te advierten que en tal o cual circunstancia no se puede hablar de política, o de drogas, o de arte. Otras veces te piden que no hables y punto. Así también deberías vestirte para la ocasión. Por ejemplo, nunca te pongas una franela con Fidel Castro estampado en el pecho sí vas a visitar al amigo de tu amigo. A menos que sea un diseño firmado o comprado en Nueva York.

Hay que evitar el conflicto en una casa ajena, eso es de mal gusto. De esta manera la clase media mantiene pulcra su normalidad, sin escándalos, sin locos, sin comunistas, sin enfermos y sin presos. La buena apariencia es fundamental para las buenas relaciones (en realidad en una celebración clasemedia, bajo los efectos del alcohol o las drogas, se puede hacer casi de todo, desde irte a la cama con la mujer del dueño de la casa, o hacer que una anciana se orine en las pantaletas, a cagar, vomitar, gritar… pero solo por vía de excepción, en este caso bajo los efectos del alcohol o las drogas sobre estas "buenas conciencias")

De eso se trata dentro de la norma, dentro de lo normal. Toda rareza debe ser por vía de excepción. El Alcohol y las drogas es una de ellas. Otra es, si el grupo se encuentra en el medio de una catástrofe. O experimentando la euforia de la venganza, la histeria de las masas desatadas. Ahí se permite casi todo como catarsis, todo lo que la violencia reprimida, sexual y de las otras -"suelta y de su cuanta"- permita.

En el fondo, el verdadero terror de la clase madia es confrontarse con la verdad. Por eso tanto odio al conocimiento y a la discusión. El miedo a la crítica, a eso de saberse raro, "un poco sucito", produce angustia. Lo peor que pudiera pasarnos ahora es que el resto de los venezolanos, que no estamos en la norma clasemedia, pasemos a formar parte de ella. O que comience una cacería de pobres en Venezuela, que comencemos a negarnos a nosotros mismos, a vivir con miedo al rechazo, a la exclusión, a pensar como el enemigo. A avergonzarnos de ser el otro, comunistas, chavistas, campesinos, obreros, o críticos, inteligentes y cultos. A sentir pena por amar el conocimiento y el arte. A delatar a la "pobreza" que más teme la clasemedia. A que la pobreza espiritual comience a delatar la pobreza material.

¡Pobres del mundo, uníos en el conocimiento! ¡Uníos en la verdad! Amemos nuestras maneras por más raras que parezcan, amémonos sin falsas vergüenzas. Seamos como el Che.



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Héctor Baíz

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