No soy el último chavista...pero

La utopía de mi comandante, nuestro libertador del siglo XXI, se consigue irremediablemente hoy , no solo con el mismo imperio del dólar, con aquella vieja imprenta, con aquellos impresos tamaño gigante con la cara de Washington, tecnificada ahora, sin respaldo en oro que lo soporte, y detrás de esa maquinaria incansable y depredadora, la avaricia del capitalismo danzando feliz en un verde lechugal, que dicta la pauta del mas fuerte en nuestras áridas economías mono productoras, dependientes de un solo producto fosilizado, sin vida, cuya fuerza mermada, porque es irrenovable, se levanta o se desploma en un juego endemoniado en las bancas mundiales o en un simple cambio de clima en otros hemisferios.
NO estábamos preparados para emular a Cuba. En esa hermana tierra, la revolución los encontró con los pantalones arriba, en una lucha de mas de cinco décadas a cuestas contra el imperio, su dólar, su “sueño americano”, y sus opositores pata en el suelo, se lanzaron a los tiburones para conseguir una visa y formar su pequeña Cuba y sus empresarios de derecha se montaron en sus jet privados y se asentaron en aquellas tierras “libres” y de oportunidades sin la amenaza del comunismo. En esa sociedad cubana, las nuevas generaciones nacieron en un socialismo a medio andar y la propia rebeldía de su adolescencia los mantuvo por largo tiempo entre computadoras obsoletas, sin fibra óptica y haciendo inventos, para rodar en los carromatos redondos que les dejaba la osadía de enfrentarse al imperio mas grande de la tierra, y pagaron ese precio hasta hoy, que cansado o buscando otra estrategia, la seduce.

En Venezuela el cuento es otro, una sociedad acostumbrada a un dólar a 4,30, el” Ta barato dame 2”, con el campo agrícola abandonado y el campo petrolero abarrotado, las bondades del boom del oro negro se multiplicaron, beneficiando a una minoría poderosa en detrimento de una mayoría empobrecida, ávida de vivir, lo que los grandes medios de comunicación y en especial, la televisión le ofrecían. Todo marcho a la perfección, aunque la brecha entre el rico y el pobre se ensanchaba, no importaba, el rico seguía gozando de sus privilegios y el pobre entre techos de cartón, tapas de coca cola y comida de perro, estaba resignado a “vivir”. Querer revertir esa realidad, sin medir culturas arraigadas de individualismo, sin medir las consecuencias de un cambio de timón drástico, que nos llevaría irremediablemente a enfrentar la fragilidad de nuestra economía mono productora, que no hacemos nada en nuestros predios, salvo aportar materia prima en algunos rubros de esa tan diversificada y compleja red de producción vital para revelarnos ante el poder global establecido. El capitalismo esta en plena pulseada y trata de ponernos de rodillas, pero ese poder, esa maldita mano invisible del mercado, no está sola, la acompaña una generación blandengue de compatriotas que le hace el juego, mi propia gente, la de los techos de cartón, ahora con un poder impensable antes de la llegada de la revolución, se corrompe en su propia dignificación y se explotan entre ellos mismos, poniendo al servicio del individualismo, la venta de casas amuebladas, comida, electrodomésticos, productos de primera necesidad, etc. subsidiados por el estado, y hasta a su propia madre le venden los pañales de adultos en precios exorbitantes. Esto por el lado de los pata en el suelo, por el lado de los empresarios “venezolanos” y “apátridas”, tomaron de excusa, el torniquete aplicado por Chávez por la fuga de divisas el Viernes negro y la implementación de un control de cambio que se le pasó la mano al trascender de su propósito inicial necesario para el momento, pero aniquilador en un sistema tan complejo como el económico, con estrategias de ensayo y error no pulidas en este sensible aparataje que mueve todo y donde el billete verde es el rey.
Es así como los empresarios venezolanos al no poder acceder a tiempo a las divisas necesarias para operar por retardos y burocracia a granel, se enlodan en el mercado negro envalentonado por el desatino gubernamental. Los empresarios apátridas acostumbrados a ganar el mil por ciento a su producción gozan una y parte de la otra, al ver desplomarse el gobierno, porque nunca perdonaron la perdida de privilegios y les llegó el momento del desquite tan esperado, y apuestan a la autodestrucción y liderazgos opositores que solo tengan en el cerebro una honda y en su léxico la palabra “Guevon”, pero que al final sean pro yankees. Lo demás no importa nada.

Unos vergatarios chavistas dicen que debemos pactar, otros que debemos dolarizar y otros que debemos radicalizar el socialismo para Salir de este atolladero, donde cada día decepciona mas la inoperancia, la arrogancia, la irreverencia, el desabastecimiento y la corrupción desatadas al unísono, yo digo que actuemos ya y ahora, porque el manual de Socialismo del Comandante Chávez estaba en construcción, y me preocupa enormemente la cantidad de hojas que hemos roto en esos bosquejos…….el que tenga ojos vea y el que tenga oídos que oiga…




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Elías Martínez


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