Desertor

En las guerras, en las batallas militares se puede perdonar indisciplinas, faltas no intencionales, pero lo que no se perdona es la deserción, igual en la política. Desertar es, también, sinónimo de traición, pero se le puede agregar otros sinónimos que, no por ser más suaves, no dejan de tener su peso: cobardía. Leí por ahí a una camarada que decía que esto de la revolución no es soplar y hacer botellas y, efectivamente, la cosa no es que nos montamos hoy y mañana tenemos un paraíso al estilo religioso-bíblico donde, según el apocalipsis, no habrá ni siquiera necesidad de sol porque la misma situación de gloria será foco de luz. En el Ambiente profético del Antiguo Testamento, ni siquiera existía este término: desertar. El profeta prefería morir en las mazmorras de las prisiones imperiales, ser destrozado por las fieras, crucificado o desterrado, antes que retroceder y traicionar su ideal. Ellos tenían muy clara su misión a la que le eran fieles hasta la muerte. ¿Qué habría pasado si los soldados del ejército libertador de Simón Bolívar hubieran desertado cobardemente ante el chorro de dificultades? Nuestra historia fuera otra, quizá la historia de los cobardes. El propio Bolívar se definía como El hombre de las dificultades. Hay dificultades en los noviazgos, en el matrimonio con nuestros propios hijos, en el trabajo, incluso en los grupos llamados consejos comunales. La misma vida está llena de dificultades para los ricos y para los pobres, no es cuestión o de ideologías.

A Cuba le llevó diez años de guerra sangrienta y bañó su tierra con la sangre de centenares de mártires para ser libre y soberana, para decidir por sí misma y no por lo que dijeran los gringos como nos tenían acostumbrados los míseros de la cuarta en el pasado. Si Fidel cuelga los guantes con motivo de su encarcelamiento en el Moncada, Cuba siguiera siendo el prostíbulo de los norteamericanos y la cueva de las mafias de todo tipo. La revolución bolivariana le costó la vida a Chávez y apenas contempló sus primeros frutos entre la maleza de la oposición que quiso y quiere destruirla.

Yo, personalmente, sé que nuestro socialismo está en pañales, apenas pequeñitos atisbos pero, por lo menos estamos abriendo pequeñas brechas que, si sacamos cuentas y nos fijamos bien, no son pequeños los logros alcanzados. Las misiones, por dar un solo ejemplo, cuántos beneficios siguen prestando al pueblo venezolano. La revolución nos trajo a nosotros, por lo menos, la posibilidad de amar y no andar llenos de rabia y odio como la oposición. Nos trajo dignidad. El socialista anda alegre, sonriente, habla con todo mundo; la oposición anda rabiosa como perros enfermos y es muda.

Cuidado. Por ahí la oposición ha echado a rodar la bola de que Maduro no es Chávez, que Chávez era el líder fundamental que, muerto él, todo se está derrumbando porque Maduro no es capaz de guiar la revolución porque no es líder ni puede sustituir al Comandante, que Maduro es un pobre obrero sin capacidad ni ideas, por lo que lleva al país a un fracaso. Con esto quieren sembrar en la militancia el desánimo, la desconfianza, la incertidumbre, el cansancio y la desilusión en un proyecto. Ellos son expertos en maldad. Siempre obran de mala intención, de mala fe. Tenemos que ser fuertes como el granito para repeler las arremetidas de la oligarquía ex dueña de Venezuela y para combatir en nosotros la apatía, la flojera, la falta de fe..

El Presidente, lo sabemos, está pasando por las peores pruebas, enfrenta una guerra sin paréntesis desde diferentes flancos; guerra que ataca a todos los puntos y campos de la vida social, política y económica del país. Traidores dentro de la revolución, bandidos, asesinos y criminales desde la oposición, enemigos jurados y poderosos desde los Estados Unidos que organizan golpes de estado que, de darse, nosotros todos estaríamos en las listas de los que darían de baja, pero eso no sucederá mientras permanezcamos unidos en un mismo ideal: la revolución socialista y chavista del pueblo. ¡Un presidente enfrentando la fuerza diabólica de la derecha nacional e internacional y nosotros amenazando con marcharnos! Esto me recuerda un pasaje del evangelio en el que Jesús expuso su doctrina con duras palabras y condiciones a sus seguidores. Los presentes se fueron marchando uno a uno diciendo que ese proyecto no era viable. Jesús le dice a sus discípulos más allegados: ¿Ustedes también quieren marcharse? He ahí el camino. El que quiera seguirme que cargue su cruz y me siga. El momento no era para dar tantas explicaciones ni complacencias.

¿Por qué no tenemos un poquito de paciencia, de comprensión, de caridad, de amor a la patria y a la revolución? Pongámonos en los pantalones y en los zapatos de Maduro. ¿Acaso tenemos nosotros la panacea y la varita mágica para solucionar los problemas internos, nacionales e internacionales que enfrentamos? Con nuestras actitudes soberbias, con nuestras discordias mutuas le estamos dando un voto de apoyo a la asesina oposición. Nos duelen todos los compatriotas asesinados desde el año 2002 hasta el presente, creo que el honor que le podemos dar a la memoria de esos hermanos nuestros es nuestra lealtad al Comandante Eterno que es la lealtad al actual Presidente, porque él fue quien nos pidió de corazón, que lo eligiéramos. Por Dios, no le hagamos el jueguito a los asesinos de la revolución, no caigamos en cosas tan pequeñas que casi rayan en el infantilismo.

Vuelvo a lo de la familia. Cuantos carajazos, cuantos platos que rompemos, cuantos portazos, cuantos me voy pal carajo. Luego, nos perdonamos, cerramos la puerta con amor, recogemos los pedazos de los platos, no nos vamos, nos disculpamos, porque somos una familia, nuestra familia y no podemos destruirla porque nos destruiríamos individualmente. El socialismo es como nuestra familia y sus proyectos son los nexos que nos unen a todos, el hogar, nuestra Patria Grande, hermosa, bonita; la meta es la común a todos: la Mayor Suma de Felicidad posible que, para América, soñó nuestro Padre y Libertador Simón Bolívar. Cuidémosla, la oposición anda como demonio alerta y empujándonos a la des-unión para ellos arrasar con nuestra casa, nuestro ideal, nuestra meta.

Cuando no se quiera seguir escribiendo por cualquier razón, simplemente dejemos de hacerlo en silencio, de modo que no se entere la oposición para no darle alas de mala fe. Un comunista, un socialista, un revolucionario no puede prestarse para que el enemigo asesino tenga oportunidad de convertir nuestras debilidades y egoísmos en arma de combate contra nosotros mismos. Que no quedemos señalados ni marcados por este término oprobioso y vergonzoso: DESERTOR

Con Chávez y Maduro todo, sin ellos NADA. Lealtad a Venezuela Bolivariana.



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