Los tres chiflados

Los Tres Chiflados ya no son graciosos, pero las televisoras privadas no dejan de transmitir una y otra vez sus capítulos repetidos. Larry, Curly y Moe no cesan de pensar en golpes, no dejan de apostar al alboroto, a los insultos y al motín.

Estos personajes cómicos no deberían pasar de ser risibles pero desde el gobierno les dan oxigeno y los promocionan como “la trilogía del mal”.

Por ser chistositos Los Tres Chiflados no dejan de tener cierta popularidad. Entre los viejos porque estos anhelan volver a los tiempos ya idos de la Cuarta República y entre los jóvenes porque al no conocer de historia les distrae ver seres humanos de comportamiento similar al de Goku, Vegueta o Naruto.

Los Tres Chiflados no dejan de meterse zancadillas entre ellos mismos, pero esto es artificial, es una parodia hollywoodense, una estrategia para hacer caer a los incautos. Hermanos de cofradía, con la sangre infectada de Tradición Familia y Propiedad, el trío interpreta un juego de roles con la esperanza de proteger su mejor activo. Moe que es su “líder natural” o al menos el mejor publicitado, será atacado de vez en cuando por Curly que, con sus ojos desorbitados, viaja por todo el país tratando inútilmente de caldear los ánimos, eso hace parecer al primero como un angelical pacificador casco azul, mientras que eventualmente Larry en su versión femenina -así tenga que limpiarse más de mil veces las mejillas después de recibir el pringue beso de alguno que otro igualado-, se beneficiará esparciendo su virulencia libremente por los cuatro puntos cardinales de nuestra geografía, mientras Moe hilvana un discurso de harmonía, full de concordia, unión e hipocresía.
The Tree Stooges como seguramente prefieren que se les nombre a Los Tres Chiflados, con sus llamados “a drenar la arrechera” y con sus berrinches, traen como consecuencia que se enciendan focos aislados en algunas ciudades interioranas en donde indefectiblemente surgen pérdidas materiales, heridos y ahora muertos de los cuales ni Larry ni Curly ni Moe se hacen responsables.

El talento de Los Tres Chiflados ha sido explotado por potencias extranjeras para intentar soliviantar los ánimos con la misma fórmula que les ha dado buenos resultados en otras naciones, como en Libia una de sus últimas presentaciones. Sin embargo, el poco disimulo con el que Moe, Larry y Curly generan las situaciones de conflicto hacen sospechar a la gente sobre la sinceridad de sus actuaciones.

Este vaudeville oposicionista que interpretan Los Tres Chiflados logra convencer a los que están tan disociados que no se dan cuenta de lo artificial de sus telones de fondo ni discriminan en lo burdo de la utilería ni se fijan que todo es un remake de lo ocurrido los dolorosos 12 y 13 de abril de 2002, no obstante a la mayoría de los venezolanos la debilidad del libreto y la falsedad del montaje les hace explotar un deja vú, les origina un regusto tan amargo en la conciencia que, no hay nada que el hipotálamo pueda edulcorar de estos recuerdos.

Junto a Los Tres Chiflados actúan otros cómicos nacionales e internacionales que aparecen y desaparecen de escena dependiendo de las necesidades del libreto, algunos de ellos conocieron la fama y la popularidad en otras épocas, pero ahora resultan caricaturas que se niegan a desaparecer de las luminarias.

Estos muchachos -Los Tres Chiflados- saben de golpes pero también saben cómo caerse, es su especialidad, ya se han caído bastante pero insisten, por supuesto para las escenas más peligrosas cuentan con dobles que realizan el trabajo sucio o comprometedor y en un cambio de cámara reaparecen ellos en escena para declarar, para llevarse los encabezados, los grandes titulares de la prensa que los adora.

La comicidad de Los Tres Chiflados basada en la violencia, en darle patadas por sus partes bajas al oponente, por picarle los ojos con los dedos al otro y en pegarle martillazos por la cabeza a su contrincante ya está pasado de moda.

Aunque a The Tree Stooges los llamen Los Tres Chiflados en castellano, la traducción de stooges realmente significa títeres o peleles… por algo será que les cae tan bien el sobrenombre.

carlosperezmujica@gmail.com


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Carlos Pérez Mujica


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