El poder judicial como enemigo interno

Prevaricación. (Del lat. praevaricato, -nis). 1. f. Der. Delito consistente en dictar a sabiendas una resolución injusta una autoridad, un juez o un funcionario. (DRAE)

Hace muchos años, en un período legalista de luchas comunitarias por Macuro y Paria, andaba yo buscando leyes y entré en una librería especializada del centro de Caracas. Viendo los anaqueles de textos legales que parecían perderse en la perspectiva de un depósito sin fondo, exclamé admirado Aquí tienen todas las leyes, y el encargado respondió Todas menos la única que se cumple: la ley del embudo.

Lejos de mí ser juez de los demás o andar pidiendo penas más fuertes para los culpables: mi código penal personal tiene un solo artículo: Lo que no deba ser destruido merece ser salvado, porque creo a los humanos susceptibles de bondad; pero no soy indulgente con quien me escupe en la cara, así sea un escupitajo colectivo que comparto con todo el pueblo de Venezuela, tal como lo fue la suspensión condicional de ejecución de la pena de 5 años de prisión para un funcionario de CADIVI y su hijo, por crear 30 empresas "de maletín", y ser parte del fraude general de 20.000 millones de dólares pertenecientes a todos los venezolanos, dinero que bien pudo ser utilizado en algo útil y no para que esa gentuza de empresarios y funcionarios sin escrúpulos trataran de remediar con dinero la irremediable mediocridad de su burlesca existencia.

PREVARICACIÓN

Mucho peor son las (y los) Afiuni del Tribunal 13° del Área Metropolitana de Caracas, que castigan al padre ladrón y al hijo cómplice a una pena que conlleva medidas sustitutivas que los dejaron libres como murciélagos, con el riguroso compromiso, eso sí, de presentarse cada 20 días y no salir del país (salvo cuando les dé la gana ir a gozar sus reales en el extranjero y reírse de todos nosotros, y de los jueces, saboteadores o prevaricadores, que los dejaron en inmerecida libertad). Cuando el senador adeco Gonzalo Barrios dijo en Venezuela se roba porque no hay ninguna razón para no robar, quiso decir: aquí se roba porque la ley y el poder judicial son cómplices de todos los ladrones, salvo de los ladrones pobres.

El problema con la prevaricación como modelo histórico arraigado, es que toda posible modificación de la ley pasa por los magistrados, y así no hay manera legal de sanear un poder que se niega a ser saneado, pues no se trata de éste o aquel abogado o juez, sino del sistema.

Por eso, llegado cierto punto, los pueblos desesperados descubren que del laberinto legal sólo se sale agujereando las paredes: se cansan de respetar la virtud y honor, se alzan contra magistrados y letrados y, a falta de jurisprudencia y argumentos, recurren al hacha, la horca, la guillotina o el arma de fuego.

Chávez no se cansaba de repetir: Para que haya paz tiene que haber justicia. Si los jueces no son justos habrá guerra y no faltará quien, en el desorden bélico, le pase factura a los culpables genéricos, y entre ellos jueces y abogados. Este humilde servidor tiene amigos muy queridos y respetados en el Poder Judicial y hasta en el TSJ, pero no se le aguaría el guarapo para asesinar, digo bien asesinar porque ajusticiar es un eufemismo legalista que no necesito, a unos cuantos jueces de esos que nos escupen la cara y la cara de la República.  De esos que al leerme estarán pensando cómo meterme preso por injuriar y amenazar al Poder Judicial: porque una cosa es ser un pillo, crear 20 empresas de maletín y robar a la Nación millones de dólares, y otra mucho, muchísimo peor, preguntar cuánto vale un juez (sólo un necio confunde valor y precio) ahora que con la inflación y en plena batalla económica, algunos precios todavía andan por las nubes

EL BARCO Y EL CELULAR

El muchacho decidió meterse a delincuente, y amenazó a la enfermera con un cuchillo para que le entregara el celular. Gritos, carrera, captura infraganti, y a la cárcel. Un abogado le quitó 5 millones a la familia y ni leyó el expediente, otro tomó su defensa por un poco más el fiscal gritaba pidiendo más de cinco años (cárcel segura) porque el cuchillo todo lo agravaba ¿El final? Lo siento, no hay final para la máquina de picar humanos de los tribunales penales. En cambio tenemos el barco griego capturado con droga, al que un juez, entre gallos y medianoche le firmó autorización para zarpar, y al amanecer el señor juez y su familia navegaban a bordo del mismo barco hacia algún amanecer dorado; y si los marinos no se sirvieron del clásico recurso de arrojarlos por la borda para eliminar testigos, hoy deben estar en alguna isla del Egeo riéndose de Venezuela y los venezolanos.

CONFESION DE PARTE

Debo precisar que escribo esto para llamar la atención sobre una terrible deficiencia de nuestro edificio republicano, para advertir al pueblo y gobierno bolivariano sobre una injusticia que conspira contra la paz, etc., pero también y sobre todo con la intención de sembrar conciencia en las mentes y fuego en los corazones, animadversión y ánimo de castigo contra esa categoría de funcionarios y profesionales penales, que picotean como zamuros el corazón de la Patria, exoneran por rico al criminal perverso y destruyen por pobre a la juventud perdida.

No le conviene a la Revolución que tomemos la justicia en nuestras manos, mucho menos que la dejemos en manos de carroñeros. Admiro a Iris Varela, matando zancudos y curando paludismo, mientras la ciénaga judicial penal sigue produciendo injusticia, literalmente la plaga que más mata en Venezuela.

Por todo eso, si los gringos y sus mamarrachos de derecha  dan un golpe y se rompe el orden constitucional, a los prevaricadores no hay que darles tiempo para nada: ¿creen que Venezuela sólo sirve para hacer dinero? Venezuela creerá entonces que ellos sólo sirven para castigarlos. No vamos a juzgar a nadie sino a sentenciar y ejecutar sentencia. No podemos hacer que los jueces sean incorruptibles, pero podremos hacerlos desaparecer ¡Prevaricadores temblad!

BROCHE DE ORO

Como no se debe criticar sin proponer, me atrevo desde mi humilde ignorancia a proponer una gran Constituyente Judicial, en la que participen los otros poderes, las organizaciones del poder popular, y los usuarios y víctimas del Poder Judicial. Para que se establezca un cuaderno de quejas, un inventario de prevaricaciones y una escala de prioridades para las reformas urgentes. La corrección que se ha iniciado en el mundo penitenciario debe subir a los tribunales y bufetes. En Venezuela sobran profesionales del derecho, así que bien pudiéramos poner fuera de ejercicio a la mitad de ellos sin empeorar la actual administración de injusticia, todo lo contrario. La Constituyente judicial no solo es necesaria sino indispensable. Y como es asunto de vida y muerte para la República, deberá serlo también para los interesados. Dejemos entrar la luz a las cloacas del derecho penal, y si no entra la luz, que entre la candela. ¡Ejecútese enérgicamente! Dígalo ahí



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Eduardo Rothe


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