El colapso de la Venezuela puntofijista

Desde la Venezuela posperezjimenista y la transformación habida a partir de 1958:
El proceso de degradación institucional se aceleró y se consustanció con la naturaleza, no solamente de los diferentes gobiernos que la usufructuaron desde entonces sino de toda la nación. El mecanismo por lo cual aconteció eso merece un análisis más profundo, pues lo sugerido es posible sea manifestaciones exteriores del problema. Quizás éste radica en el fondo de nuestra idiosincrasia, en aquel espíritu de la picaresca española con el cual se gestó nuestra nacionalidad.Pero, es fundamental inquirir si ese malhadado andar puede ser enmendado, cómo y cuando, pues de ser así, la inquisición se reduce a un simple estudio coyuntural de una crisis temporal.
En primer lugar estába el sistema en sí, fundamentado en el funcionamiento de los partidos políticos, en particular Acción Democrática y Copei. Ambos han hablado insistentemente en la renovación de sus cuadros dirigentes, aunque no de sus ideales programáticos. Al hablar de éstos en lo que se refiere a realización para las masas populares, ambos han fallado sustancialmente. Los adecos, pero también los copeyanos en los períodos que les tocó constituir gobierno, desarrollaron una política en nada proclive a favorecer esas reivindicaciones de la gran mayoría nacional. No existe ningún campo, absolutamente ninguno, al cual uno pueda referirse como mejora del bienestar del pueblo que con tanto entusiasmo han apoyado a una u otra de esas facciones políticas. No está dentro del campo de este trabajo analizar en profundidad y detalle los pormenores de esa aseveración. Pero basta enumerar algunos de esos campos fundamentales y juzgar con objetividad si en alguno de ellos pueden registrarse mejoras en comparación a la situación existente a sesenta años atrás. En lo concerniente a educación, salud, alimentación, vestido, trabajo estable, asistencia pública, médica y hospitalaria es ya una redundancia hablar del empeoramiento cada vez más crítico que sufrieron los venezolanos. No se diga de vivienda, cuando a pesar de los inmensos recursos de que se han dispuesto, más de un tercio de la población del país vivía en condiciones infrahumanas, hacinados en ranchos, sin un mínimum de comodidad e higiene. Atravesando el yermo de la provincia venezolana, conducían a regiones improductivas o ciudades donde cinturones de miseria hacían insoportable la vida y constituían una latente amenaza para su seguridad.
Es pública y notoria (tanto hoy como ayer) la inquietud generalizada de la inseguridad personal y del hogar, sumados la especulación y el desabastecimiento. Es quizás la cuestión de lo que más se habla y lamenta el pueblo venezolano, incluso entre la clase media. Los pobres, además de sufrir los males inherentes a su condición, sufren los ataques de una delincuencia que ya no excluye ni a los más pobres. Es decir, dos problemas uno: de simple policía y el otro de control de precios llegan a constituir una gravosa carga para los venezolanos y los gobiernos reconocen su incompetencia para resolverlo.Desechemos la política ostentosa, de importaciones suntuarias y la regaladera de dólares sin control. Debemos chequear lo que se compra y las divisas entregadas contra la entrega de mercancía; en la administración pública pululan los corruptos, los vagos e incapaces por doquier. Pero en ese fracaso no radica el mal del país. No constituye un problema insoluble y no es en ello donde radica el queestuviéramos mal.
Es lógico que cuando gozamos de bienestar y usufructuamos las ventajas de una sociedad injusta y desigual, la sola mención de un cambio intempestivo y radical nos llene de angustia y desagrado. Pensamos que es preferible continuar como estábamos y creer que poco a poco, cumpliendo ciertas funciones político-económicas, estamos contribuyendo a enmendar los vicios de una sociedad en un irreversible proceso de degradación.
¡Gringos Go Home! ¡Libertad para los cuatro cubanos héroes de la Humanidad!

¡Chávez Vivirá Siempre Contigo!
¡Independencia y Patria socialista!



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Manuel Taibo


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