Todos somos Turquía


A mis amigos de otros países:

Hemos respirado gas lacrimógeno en Estambul desde el viernes 31 de mayo, ya que la policía roció toneladas de gas y agua y disparó pistolas de gas contra los manifestantes. La gente es golpeada en las piernas, la espalda y la cabeza. El sábado 1 de junio por la tarde, multitudes en Izmir, Ankara y otras ciudades también chocaron con la policía.

Centenares de personas son atendidas en los hospitales, pero la gente de la ciudad abrió sus casas, oficinas y restaurantes para curar a los heridos –aunque la policía también persiguió a quienes protestaban dentro de los edificios para gasearlos y golpearlos.

En Ankara, los tweets y dos muy valientes canales de televisión reportaron el uso de balas de goma por parte de la policía. Se dice que las heridas son graves. Nos mantenemos en comunicación (principalmente a través de las redes sociales) para saber qué está pasando.

En Estambul, las multitudes tomaron la plaza Taksim del sábado por la tarde después de ser gaseadas un día entero. La policía se retiró, pero hubo una tensa calma porque los manifestantes eran atacados en otros barrios por todo Estambul, principalmente en Beşiktas.

El primer ministro declaró que no se echará atrás en sus planes de transformar todo lo que haya bajo el sol en centros comerciales y residencias para las clases altas.

Parece que existe una tensión entre el presidente y el primer ministro, ya que se dice que el primero es muy cercano a la secta Gülen. Liderado por Fethullah Gülen, este grupo religioso con una fachada moderna controla parte de los medios de comunicación y posee escuelas por todo el mundo, incluyendo los Estados Unidos. El presidente Abdullah Gül llamó a la calma y criticó la violencia de la policía, pero da la impresión de que el primer ministro Recep Tayyip Erdoğan convirtió esto en una batalla de voluntades, ya que en una llamativo discurso demagógico que dio el sábado declaró que los manifestantes eran un puñado de “provocadores” que están preparando el terreno para un nuevo golpe de Estado contra su gobierno civil y democrático.

De hecho, el número de banderas turcas en el parque Gezi el sábado fue preocupantemente alto. Es una coalición curiosa. Los fanáticos kemalistas-nacionalistas de ayer hoy ocupan los mismos parques que los kurdos, la izquierda, los anarquistas y los grupos LGBTT (lesbianas, gays, bisexuales, transexuales y transgénero).

También los fans del fútbol fueron fundamentales en la victoria del parque Gezi. Hay tres equipos de fútbol en Estambul, cuyos seguidores combatieron a la policía a lo largo del día. Cuando están en su estadio, actúan como hooligans, pero mucha gente admite que ellos saben cómo pelear y no temen a la policía. Cómo todo esto se combinará en un manifiesto significativo contra el gobierno todavía es incierto.

Así que las cosas están bastantes ambiguas y, en cualquier caso, la batalla no se detuvo más que en Taksim. Esto no es una protesta para salvar árboles. El gobierno ha ido demasiado lejos. El parque Gezi fue la gota que derramó el vaso, pero hemos aguantado muchas otras cosas en los últimos meses: arrestos de kurdos y activistas bajo cargos absurdos; cambios curriculares en las escuelas para imponer cursos de religión a los niños; intentos de prohibir el aborto; el bombardeo a civiles kurdos en el cruce de la frontera turco-iraquí (al confundirlos con la guerrilla); el estira y afloja con Siria; la bomba misteriosa que mató a cincuenta personas en Reyhanlı en la frontera siria; intentos de limitar el consumo de alcohol; proyectos gigantescos para cambiar la cara entera de Estambul; poner al tercer puente de Bosphoros el nombre de un sultán otomano que casi aniquiló a la población aleví (la principal secta musulmana no sunita en Turquía); y por último, el proyecto del parque Gezi.

Mientras tanto, los kurdos reunieron a 500 intelectuales turcos, periodistas y líderes de la sociedad civil en Ankara el fin de semana anterior para delinear un plan alternativo de paz. El cómo la gente comenzó a tomar control de sus vidas, y comenzó a confesar sus crímenes cara a cara y unos a otros (por ejemplo, los kurdos participaron en el genocidio armenio, y los grupos LGBTT son denigrados por la izquierda marxista) fue, de hecho, muy impresionante. Trazaron demandas concretas para imponer su voluntad sobre la visión de paz reduccionista del gobierno.

En resumen: esto puede ser el inicio del fin de una era. Una parte de la población siente la necesidad de derribar a este gobierno, pero lo que vendrá en su lugar es la pregunta más importante hoy.



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