¿Son necesarias más auditorias? ¡Que hablemos los testigos electorales!

Quiero contarles mi experiencia como testigo electoral y debo comenzar a relatar mis primeras experiencias, las cuales datan desde que tengo uso de razón cuando como en todas las ocasiones que había elecciones, las cuales no eran tantas como las que ahora han podido vivir mis hijos, acompañé a mi mamá tanto en su proceso de votación como en los conteo públicos que se hacían de aquellos famosos cartones electorales.

Era toda una experiencia, ya que mi mamá votaba en una escuela pública municipal de Caracas, donde yo estudiaba, así que poder entrar ahí un día domingo, donde no había niños sino adultos y militares, era realmente una experiencia diferente. Ahí aprendí como se sumaban los votos en la pizarra, cada voto equivalía a un palito y se ponía en forma de cajita con uno diagonal para que cada cuadrado equivaliera a 5 votos y poder contar al final más cómodamente de 5 en 5, técnica que aún se aplica hoy en día y que viví nuevamente (mientras se lo enseñaba a mis hijos, presentes conmigo) en las auditorias que se hicieron el pasado 14 de abril de 2013, cuando se auditaron perfectamente 2 de las 3 mesas que habían en el centro de votación donde fui testigo, por lo que auditamos el 67% de los comprobantes de votos.

Pero mi experiencia como testigo no se limitó al acompañamiento infantil, apenas tuve la mayoría de edad me inscribí en el registro electoral. En las elecciones presidenciales del año 1993 ya podía votar, tenía 19 años, pero el desprestigio de los políticos y del mismo sistema de votación me inclinó a formar parte de la abstención, y como yo decía: “una abstención proactiva y vigilante”. Lo primero que hice fue asistir a mi centro de votación, verificar que aparecía correctamente y validar la mesa en que votaba, pero no voté. Me había inscrito en el liceo Urbaneja Achelpohl en Caracas donde había estudiado. Di un recorrido y pude verificar la ausencia de testigos de los partidos más pequeños, solo había presencia de los grandes partidos que pactaron y controlaron los procesos electorales durante la cuarta república. Eso me sorprendió en cierta forma, ya que es un liceo cercano a sectores populares donde partidos como el MEP, PCV y Causa R tenían cierta presencia, ¡pero efectivamente no había nadie de ellos!. Este hecho activó enseguida mi participación. Cercana a la hora de cierre de las mesas fui nuevamente a mi centro de votación, y me senté en mi mesa, en uno de mis acostumbrados pupitres, para ser testigo, como siempre lo había sido desde pequeña, del proceso de escrutinio manual de votos. Sentí el compromiso de apoyar a los partidos más débiles que no contaban con la maquinaria y la cantidad de gente para defender sus votos en cada una de las mesas a lo largo de todo el país. Yo sentía que tenía que defender esos votos, pero no lo logré, fracasé en mi intensión de hacerlo, seguramente por mi inexperiencia y juventud. Una vez cumplidas las 4 de la tarde y sin personas haciendo cola para votar, por una participación que era muy poca en esa época (la abstención superaba el 40%), se procedió al cierre del proceso de votación, los miembros y testigos de la mesa en que yo estaba, empezaron a ordenar la mesa del salón tratando de preparar todo para el proceso de escrutinio. Simultáneamente se preguntaban con señas y voz baja quien era yo y que hacía ahí. Al no tener respuesta, porque nadie me conocía, deciden enviar a un emisario, que trató de ser amable al principio, a preguntarme que hacía yo ahí, a quien le respondí que yo venía a ver el proceso de escrutinio. Yo estaba clara y segura del derecho ciudadano que me asistía para estar ahí, además de todas mis experiencias durante mi infancia, pero estaba sola y no tenía nada en la mano que me ayudara a defenderme, no eran tiempos como ahora, que todos tenemos la constitución en un bolsillo, que de la página web del CNE podemos imprimir los manuales de los procesos de cada votación, la leyes electorales y pare usted de contar todas las herramientas legales y jurídicas que nos amparan como ciudadanos. En esa época no contábamos con esas herramientas para la defensa de la democracia. Los ciudadanos comunes estábamos realmente desamparados y nuestra voluntad era nuestra mayor arma, pero eso no era suficiente para luchar contra el monstruo electorero que había sido implantado en nuestro país, por lo que empezaron a acosarme para que desistiera de mi intensión de quedarme, yo insistía en mis derechos, pero iniciaron los insultos y descalificaciones, logrando que existiera un ambiente de alteración entre ambas partes, pudiendo ellos ampararse en eso para llamar al Plan República y proceder a sacarme del salón, y de todo el centro de votación. Me sacaron sujetándome por la fuerza pasando frente a las miradas cómplices de los presentes.

No tengo duda de lo que pasó en ese centro de votación una vez que me expulsaron, sucedió lo que ocurría en muchas partes del país, aplicando el famoso: “Kikiriquiiii, un gallito para mi, Kikiriquiiii, un gallito para ti..”, donde se repartían los votos de los partidos pequeños. Los resultados finales eran muy distintos a los que el pueblo había votado, que ya de por sí era solo una parte del pueblo, porque la primera restricción que existía era que mucha gente no estaba ni siquiera registrada para votar, los otros no tenían cédula, porque sacar una cédula laminada podía llevar 4 años… y si te agarraba un proceso electoral durante la espera no podías votar… porque el famoso comprobante, aquel papelito verde sin foto que uno plastificaba en casa con papel contac para que no se dañara, no servía para votar. Así que un gran porcentaje del pueblo estaba exento de expresar su opinión mediante el voto. En aquel entonces no contábamos con resultados publicados en tanto detalle como hoy en día que hasta podemos verificar mesa por mesa, comparando además con los resultados de la misma mesa en elecciones anteriores. A todos los que tengan interés de hacer análisis de los resultados pueden verificarlos con gran facilidad en la página web del CNE.

Luego el país entró en otra etapa de la democracia a partir de las elecciones del año 1998, las primeras elecciones semi-automatizadas del país, con un sistema mixto con máquinas lectoras del tarjetón electoral. Para el año 2004, viviendo yo en el interior del país, fui seleccionada como Presidenta de Mesa para el proceso electoral más duro que jamás he vivido, el Referendo Reafirmatorio al Comandante Chávez, un proceso de votación de más de 19 horas, ya que abrimos mesa puntualmente a las 6 am y el último votante votó a la 1 am del siguiente día, algo sorprendente y que de seguro no volveremos a vivir nunca más, porque el CNE ha trabajado arduamente durante estos años para mejorar constantemente y garantizarnos un número adecuado de votantes por mesa para que todos podamos cómodamente ejecutar el derecho al voto.

En este proceso, además de ser la experiencia más tensa de vida, requirió de un aprendizaje colectivo extraordinario de todo el proceso de votación, cierre de mesas, transmisión de datos, llenado de las planillas, resguardo del material electoral, etc. Salí del centro de votación 26 horas después de haber ingresado, sin pestañar ni una sola vez, cumpliendo cabalmente todas mis responsabilidades de Presidenta de Mesa en medio de aquella masa de votantes, enardecidas por la situación política del país, por las horas de sol llevadas durante la cola y toda esa tensa situación. Salí ya con el alba, salí habiendo culminado una batalla de forma exitosa gracias al excelente funcionamiento del sistema automatizado y desde entonces, no acepto que nadie que no ha trabajado largas horas en un proceso de votación como estos, diga alguna opinión negativa del mismo, porque refleja la desfachatez que puede tener alguien de opinar sin realmente conocer desde adentro un proceso como este.

En esa oportunidad, un poco más de dos meses después se realizaron las elecciones regionales, por lo que el personal seleccionado para las mesas era el mismo. La mayoría de la gente que había trabajado para el 15 de agosto no participó el 31 de octubre de 2004, todos habíamos quedado agotados, era casi inhumano pedirnos ese compromiso nuevamente, pero yo lo asumí, con el apoyo siempre de mi familia, y volví a presenciar en primera fila lo pulcro proceso electoral, esta vez con mucha menos participación como es costumbre en comicios regionales, pero siempre con la misma energía.

Para el año 2006 regresé a Caracas y se presentaron nuevos retos electorales, siempre con tensión y con esa fuerza de batalla que se le imprime a cada uno, así que ¡Nuevamente fui testigo! y pude seguir comprobando lo maravilloso de nuestro sistema electoral, con mejoras cada vez, donde lo que podía haber sido considerado simplemente un punto de atención en una elección, ya era solventado e institucionalizado por el CNE para la siguiente elección.

En muchos centros de votación el personal que trabaja de testigo de cada una de las toldas políticas se mantiene bastante parecido, unos salen otros entran, pero los testigos que hemos asumido este campo de lucha, desde cualquiera que sea la trinchera, somos generalmente los mismos. Yo tengo ya aproximadamente 8 años y 9 elecciones votando en el mismo centro, y me sorprende ver a la misma testigo que trabaja en la Mesa 1 de mi centro, siempre ahí. Ese es el lado democrático de la oposición, ellos y nosotros somos los que trabajamos arduamente para garantizar que cada proceso de votación sea un éxito, gente que hasta ha creado costumbres y traen su famosa torta de cambur para compartir, que viene a su instalación el día viernes antes de las elecciones y que están ahí trabajando durante horas y que absolutamente TODOS ellos confían en el sistema electoral y en el CNE. Esos son los que cuando hablan defienden al CNE y al proceso de votación ante los de sus partido aun cuando muchas veces son apartados y considerados casi traidores por los dirigentes, cosa que estoy segura los ofende profundamente y a lo que se sobreponen una y otra vez, porque tienen una dirigencia de escritorio, que nunca ha trabajado de testigo en un proceso de votación y que no les cuesta nada desvalorar de manera incoherente y dar opiniones erradas de un proceso democrático que nunca lo han sentido como suyo.

A esos venezolanos que trabajamos arduamente en dichos procesos democráticos para cumplir esta labor patria con el apoyo incondicional de nuestras familias, sean revolucionarios o de oposición, los llamo a que seamos nosotros los que le exijamos a esos dirigentes de escritorio que no actúen irresponsablemente, tirando por la borda en escasos minutos el trabajo de horas, días, semanas, meses y años que hemos tenido todos, los que compartimos ahí en los centros como una sola familia, donde el comentario general es que queremos que Venezuela sea con todos juntos ahí, cada quien apoyando lo que cree, pero respetándonos y compartiendo unidos lo que más nos importa que es la solidez de la DEMOCRACIA. No podemos permitirle ninguno de nosotros y menos ustedes, los testigos de oposición que saben que las auditorias son perfectas y que no ha ocurrido fraude alguno, que se hagan llamados a desconocer los resultados, llamados a generar dudas sobre el proceso de votación con amenazas contra el CNE, porque simplemente con eso están dudando de nosotros y eso no es justo pues hacemos un excelente trabajo siendo garantes de lo que ocurre en cada mesa, en presencia de todos los participantes y que lo logramos en total armonía, lo que ellos no logran ni en sus propias reuniones.

El proceso de votación presenciado el pasado 14 de abril no fue diferente a los vividos en los últimos 8 años, por lo que no hay razón alguna para desconfiar ni poner un manto de duda sobre él. Ese 80% de participación de los venezolanos, le grita al mundo que aquí queremos resolver las cosas democráticamente y mediante nuestros votos y nosotros los testigos electorales de todas las toldas políticas somos el vivo testimonio de lo trasparente de este proceso y que en Venezuela contamos con un excelente sistema electoral que debemos defender para nuestros hijos.

valeriamatamoros@gmail.com


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