Nueva infección respiratoria obligaría a elección presidencial en 2013

El regreso del Presidente Hugo Chávez a Venezuela este febrero de 2013 no significa el final de “la batalla por la vida” (como una vez lo dijera el factible candidato presidencial, Nicolás Maduro) sino la continuación de esa misma batalla ahora en tierra criolla; pues el líder ha vuelto a la Patria para proseguir el tratamiento médico que le ha impedido aparecer públicamente desde el año pasado.

Lo constitucional (jurídico) y lo político se mezclan en un escenario caracterizado por la esperanza de unos y el desconsuelo de otros, donde los más insensibles juegan a predecir el desenlace fatal.

La mayoría popular quiere volver a ver al Comandante como en sus mejores días de fortaleza física y discursos que mostraban su talento intelectual; aunque en paralelo también crece la angustia por el paso de los días y una esperada reaparición que nunca llega.
Con Chavéz en el Hospital Militar de Caracas, lo jurídico es relativamente fácil de resolver.

La reciente sentencia de la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia plantea que el permiso que comenzó siendo dado por la Asamblea Nacional al Presidente (para atender problemas de salud) es ahora un permiso de naturaleza judicial (emana del TSJ) que se mantendrá vigente hasta que cese el motivo sobrevenido (enfermedad y/o estado de convalecencia).

No se requiere un nuevo permiso legislativo, la sentencia del TSJ se basta por sí misma, porque sea estando en Cuba o en Venezuela, esta autorización seguirá en vigor hasta que se produzca la sanación de Chávez.

Siempre lo hemos afirmado, es criticable que el TSJ no le haya fijado tiempo límite al permiso, desaplicando el artículo 234 constitucional que fija una referencia válida y pertinente de hasta 180 días de espera (con suplencia del Vicepresidente) para la reincorporación total del Presidente a sus tareas de gobierno. La MUD grita su versión: ¿Cuánto tiempo puede estar al frente del Gobierno Nacional quien no fue electo para ello?

La fábula sobre la injerencia cubana parece haber pasado de moda, pero ahora la guerra mediática apunta a crear la sospecha de una posible (quizás irreversible o permanente) incapacidad física o mental de Chávez para ejercer su cargo.

La oposición ha fabricado la ruidosa matriz sobre “la invisibilidad del gobernante”, quien al no mostrarse públicamente ante la nación, tristemente facilita que la MUD multiplique dudas en la población como parte de su agenda electoral.
Capriles, Aveledo y Ledezma aspiran entrar a esta hipotética contienda adelantada por la silla de Miraflores.

Aunque Copei saca de su polvoriento baúl a quien aun se hace llamar El Tigre. Mientras el secretario general del partido blanco destila su viejo encono contra los burguesitos lechuguinos (acusándolos por los vidrios rotos del 7-O) y desde ya advierte que derrotar al “Chavismo sin Chávez” no es ninguna mantequilla.

Si el Chavismo ejercita la autocrítica, debe hacer el esfuerzo de convertirse en entidad que vaya más allá de un omnipresente liderazgo unipersonal, sólo así dará el difícil salto hacia su consolidación como sistema que integra eficazmente la dirección colectiva, la doctrina programática y el pueblo organizado.

Aunque pareciera inusual que un civil encabece un movimiento esencialmente militar; la sabiduría de Chávez hace presumir que su designación testamentaria fue acertada. Sólo lo que emane de su propio ejemplo, podría descalificar a quien en diciembre de 2012 recibió un inmenso voto de confianza que, para bien o para mal, otros “sucesores naturales” no merecieron.

Un nuevo examen de la estrategia determinará que un pueblo conmovido por la tempestad pero suficientemente informado desde ya sobre “la hoja de ruta” para 2013, sería una fuerza política proyectada al triunfo. Mientras la vanguardia roja decide, es forzoso recordar que ningún líder (de izquierda o de derecha) en Venezuela, a excepción de Hugo Chávez, ha tenido una popularidad inmune al linchamiento mediático de la creativa burguesía. El chavismo debería proteger con esmero a su nuevo gallo de pelea.

jesussilva2001@cantv.net


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Jesús Silva R.

Doctor en Derecho Constitucional. Abogado penalista. Escritor marxista. Profesor de estudios políticos e internacionales en UCV. http://jesusmanuelsilva.blogspot.com

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