Pompeyo. Un genio del béisbol

1971. En Cali Colombia juegan Venezuela-Cuba en el marco del beisbol de los Juegos Panamericanos de Cali. Lanza Antonio Córdova y el receptor es Ignacio Camero. Manager, Pompeyo Davalillo. Me encuentro en el dogaut de Venezuela. Pompeyo no se está quieto en ningún momento. Ordena al jardinero central acercarse más y fildea de frente una poderosa línea, que de haberse quedado donde estaba hubiese sido un hit. Ordena a Córdova lanzar bola alta al mismo tiempo que manda al jardinero derecho a moverse más hacía a su mano izquierda y éste captura fácil un poderoso batazo que de no haber hecho caso a Pompeyo la bola pega de aire en la pared.

Era un buen juego. Sin carreras. Antonio Córdova siempre lanzaba bien ante Cuba. Era talentoso y corajudo. Viendo a Pompeyo al frente de nuestra selección aproveché el ‘luckiseven”americano para medio entrevistarlo. “Pompeyo. En Anzoátegui dicen que usted tiene preferencia por los peloteros de Caracas y qué poca importancia presta a los de Anzoátegui. Qué tiene usted que decir de eso?

-“Puro chisme. A mí me encantaría tener tres lanzadores como Antonio Córdova y tres receptores como Camero. Y mira ellos dos son de Anzoátegui”.

Volvió a lo suyo y viéndolo dirigir con tanta sapiencia, con tanta maestría supe entonces que Pompeyo era un genio dirigiendo béisbol. Uno de los mejores del país. Ya de antes, siendo un niño, le admiraba como la segunda base estrella de Leones del Caracas.

A Pompeyo le gustaba enseñar y ser atento con los periodistas. Me tocó cubrir Caribes para El Norte siendo él el manager de la novena loca, y el colega Rubén Mijares, gerente técnico de La Tribu. Y fui mucho lo que aprendí con él. El Béisbol es una especialidad y si se quiere cubrir bien hay que aprender con los que saben.

Como pelotero era agresivo, lo que en el lenguaje beisbolero se conoce como Joceador. Eso lo demostró cuando se robó el home en Grandes ligas. Ocurrió el 6 de agosto de 1953 cuando jugando para Senadores de Washington aprovechó un descuido del pitcher Bill Wright de Cleveland para robarse el plato. Sería esa la única base estafada en los 19 juegos que jugó en USA.

Para el Presidente Chávez, Pompeyo Davalillo, era impresionante pelotero. Talentoso manager. Era el líder ahí en el dogout (sic), sabía cómo motivar a un equipo a dar la batalla, cómo trascender lo individual. Nunca olvido a Pompeyo y sus jugadas, su maestría. Me tocó la maravillosa oportunidad de ser su coach y asistente. Y él me decía: “Chávez, si el juego es a las diez de la mañana, deben tenerme el equipo a las siete en el terreno”. Uno se acostumbró siempre a una hora antes, dos horas antes, pero ¡tres horas! Y era para conversar, mirando al adversario. “Mira, aquel que va allá es el center field, tiene buen brazo; aquel es el primer bate, batea la recta de afuera”. ¡Jugar contra Pompeyo! ¡Miren, hay que ponerse las pilas! ¡Cualquier jugada era posible!

TINTERO

Dos plagas en Lechería. La primera. Una serie de restaurantes que les pagan los salarios a los mesoneros con el 10 por ciento que reciben de propinas. El Ministerio del Trabajo levantó un acta a uno de esos establecimientos dejando constancia de semejante arbitrariedad. La segunda plaga son casos de Leptopirosis generados por mordidas de ratones Hámster, vendidos por empresas que se dedican a ese negocio. En el Centro Médico Anzoátegui, de Lechería, han tratado dos casos de niños atacados por estos pequeños roedores.


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Américo Hernández


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