La despenalización del aborto

“Por lo que más castigados somos
es por nuestras virtudes”.
Nietzsche


“La virtud, es virtud puesta a prueba”
RJM

He tenido en mi carrera docente, dos cátedras clave para mi formación científica i humana, en estos casi 53 años de haberme graduado (de médico i de doctor en medicina) i pasar 33 años en la docencia universitaria; las cátedras de SOCIOLOGÍA MÉDICA (injusta i estúpidamente eliminada en “reformas” universitarias) i la primera en el país, i creo que única, adelantándome en dos años a una resolución de la OMS i posteriormente de la FMV (cuando era un organismo gremial i científico serio) fundando la de ÉTICA MÉDICA en la Escuela de Medicina de la Universidad del Zulia. Por eso, problemas como anticoncepción, manipulación de embriones, clonación, etc., i sobre todo, el aborto, los he estudiado i tratado por décadas i no con la improvisación que lo hacen muchos juristas i políticos. Siempre he tropezado con mentes apergaminadas, dogmáticas o fanáticas i, naturalmente, contra esa institución que sigue siendo medieval, como lo es la iglesia católica, o la mayoría de las sectas religiosas. Conocí, sí es verdad, mentes lúcidas como la del presbítero belga Pierre Locht con quien estudié “Morale demographique” en Lovaina, i siempre repetía en clases que la iglesia no debía opinar sobre lo científico, pues no sabían nada de ciencia; i con respecto a los medios anticonceptivos (cuando los defendía en un foro, un colega me calificó de criminal) decía Locht (encabezó la delegación belga al Concilio Ecuménico II) que estos no eran ni morales ni inmorales; que lo que privaba en la anticoncepción eran las decisiones de las personas i que, si los errores cometidos especialmente por los jóvenes, tenían el medio de evitar consecuencias indeseables, pues mucho mejor. Que un método anticonceptivo era inmoral, si no servía para lo que se decía debería servir. Es decir, otras iglesias, como la belga, viven otra realidad. Ya he dicho muchas veces que, cuando se independizó el Congo Belga, hoi República del Zaire, los ejércitos negros violaron a casi todas las monjas de dos conventos i salieron embarazadas casi el 50%. La iglesia las llevó a Bélgica i les practicaron a todas abortos; no era posible permitir que, mujeres que decidieron consagrar su vida a Dios, fueran a tener hijos indeseados i producto de la violencia e irracionalidad humana.

En cuanto al aborto, con la multiplicidad de variedades que tiene i cada una encierra algún peligro diferente, ya he dicho lo fundamental en artículo recientemente publicado. Lo que falta es que los políticos lean. Cuando se hizo la actual lei del Ejercicio de la Medicina, ya en Asamblea en Maracaibo me aprobaron declarar que es un problema de salud pública i al Dr. Rizquez Iribarren, las nuevas indicaciones por violación i malformaciones congénitas, aunque dejando fuera muchas indicaciones más, absolutamente justificadas. De eso ya he hablado. Pasemos pues, a lo que se discute: la despenalización del aborto que, no es otra cosa que proteger la vida de millones de mujeres jóvenes (especialmente de clases humildes) que tienen que recurrir al aborto clandestino o criminal, caso siempre fallido e infectado i pasaporte seguro para la muerte irremediable, dejando esposos, e hijos en el abandono i orfandad. Pero sabemos cómo en la lei de 1982, las sectas de AD i COPEI, se complacieron en hacer una lei vieja i esconder la cabeza como el avestruz, ante un problema grave, nacional i mundial, que está allí: anoche en CONTRAGOLPE con Vanessa Davies, escuché a una Diputada de la AN que exhibió una ignorancia crasa del problema, como si la solución fuera simplemente decretar o imponer una lei prohibiendo el aborto. Eso es no tener ni la menor idea de la realidad que está encarando i sobre la que opina con absoluto desconocimiento de lo más elemental. En cambio otras dos señoras, perfectamente enteradas del gravísimo problema i de los derechos de la mujer, sobre su cuerpo, su entorno i su destino.

Despenalizar el aborto, es consagrar primero que todo los derechos de la mujer a la vida, a la libertad de decisión sobre reproducción i sobre su propio cuerpo; supera inclusive a la voluntad de su esposo o compañero de vida, así como el derecho de ella o en pareja, de traer al mundo los hijos que desee i que pueda garantizar su incorporación a la cultura de la época. Ninguna religión ni gobierno, tiene derecho a imponer un embarazo obligado. Lo fundamental es el respeto a las ideas de cada persona. Por eso, una lei que despenalice el aborto, no afectará en nada a las personas que piensen que todo embarazo, sea producto de violencia, de violación, de incesto, e infinidad de variedades agresivas, traumáticas e impositivas, debe continuar i llevarse hasta el final, tiene todo el derecho i libertad para hacerlo; empero, querer imponer esa antinatural manera de reproducción, a personas que no comparten sus ideas, es una barbaridad, una agresión a la sociedad, un acto de inmoralidad contrario a toda ética. Por eso, aunque el Código Penal solamente contemplaba la excepción de justificar el aborto para evitar la muerte de la madre, en realidad las mentes obtusas, creyendo al aborto una entidad única i bajo la influencia negativa de las religiones, siempre lo consideraban un crimen, sin razonar en lo más elemental. Para muchos, incluyendo médicos opusdeítas i fanáticos religiosos, abortar era siempre un crimen. Sin embargo se veían en apuros cuando les preguntaba ¿I en un embarazo ectópico (fuera del útero) que pueda ser un embrión sano o normal, que lo tuviera la esposa o una hija, que haría? ¿La dejaría morir por no sacrificar un embrión que todavía no es vida humana en absoluto? Precisamente aquí radica el principal chantaje de la iglesia, cuando de manera dogmática, quieren imponer que existe vida HUMANA, desde la “concepción” siendo lo correcto científicamente en medicina, fecundación. Si la iglesia siguiera los preceptos del intelectual más grande que ha tenido en toda su accidentada i sangrienta historia (Santo Tomás de Aquino), tendría que admitir “que el alma se INSUFLA, en el embrión, a los 80 días parta la mujer i a los 40 días para los hombres, perpetuando el disparate aristotélico”, i como vemos discriminatorio para la mujer, que en la Biblia es un ser inferior al hombre. Sin embargo, como casi todo lo que asientan siglos después de Cristo, en el Nuevo Testamento, se les ocurrió decir que es desde el principio i entre nosotros, ni la Constitución del 61, realizada en secreto conciábulo de mentes obtusas, establecieron esto, pero querían imponerla en la Constitución Bolivariana de 1999. Unos legisladores, como aclaró un médico de apellido Arias que dijo no meterse con estas cosas del inicio de la vida (i me pareció sensato i lógico) deben legislar como laicos i no con sus atrasadas ideas religiosas que, obviamente son poco o nada científicas. Recordemos lo que decía José Ingenieros: el respeto a las ideas ajenas, es virtud suprema de los que piensan.

Cuando he tratado lo del aborto legal o ilegal, debiendo ser una resolución en torno al problema social i al aborto clandestino, he recurrido, naturalmente a juristas como Sonia Sgambatti i Alberto Arteaga Sánchez que, ambos, han escrito en torno al tema i en el terreno del Derecho Penal. Para mi libro no publicado de ETICA MÉDICA I BIOÉTICA, he tomado ideas de ambos, pero debo confesar que en juristas colombianos, por ejemplo (para concretarme a la América nuestra) he conseguido mejores trabajos e ideas. Igualmente debo confesar que en mi condición de obstetra, pero con formación filosófica por estudios universitarios i post grados, he practicado abortos terapéuticos en ocasiones mui concretas, previa una exhaustiva investigación de cada caso. No solamente abortos en los primeros tres meses, sino en el segundo trimestre (creo que apenas tres casos, porque son excepcionales, por métodos como el de Aburel i otros). En el primer trimestre recuerdo uno al cual, por descuido en la historia médica, a una bella joven con un embarazo en la semana 16, le practicaron un estudio radiológico total en su cuerpo, por presunta osteoporosis. Le hicieron más de 18 radiografías i la dosis R de rayos X, sobrepasó dos veces el límite. La pareja, inteligente i bien informada, decidió el aborto. En el segundo trimestre, fue un embarazo con feto deforme (no había ecograma para diagnosticarlo antes) pero luego por radiografías, se tomó la decisión. I sobre esto aclaro más adelante lo legal.

Además, siempre argumento que ningún abogado, político o religioso han visto lo que es un intento de aborto criminal, i ver a una linda joven de 17 ó 20 años, llegar al hospital con una vagina casi destrozada i quemada por un alambre de gancho de ropa caliente, i con perforaciones i peritonitis, para verla morir sin poder hacer nada para salvarla. Ninguno ha visto un caso de cerca (i son miles de miles) ni han estado en contacto con el dolor i la miseria ajena. Además, una cosa mui cierta: existe una mayúscula hipocresía en las clases sociales. Creen que solamente se hacen abortos, las clases pobres; no, la mayoría son de clases pudientes, pero se practican los abortos en clínicas privadas con todos los recursos médicos i absoluta seguridad; de no, se lo van a hacer al exterior, frecuentemente a las Antillas i en Miami, como en España me decía eminentes profesores que, las españolas pudientes se los iban a hacer en Inglaterra o Francia. Véase la diferencia de descendencia entre pobres i ricos, Mientras las clases populares tienen un promedio de 8 a 10 hijos, las clases “de alta i decente sociedad” el promedio es de 2 a 4. ¿Será que Dios o el “ángel” de la guarda, las protege? ¿Será que usan preservativos al por mayor, o son héroes de abstinencia sexual? ¿Será que en los cursos pre matrimoniales, dados en las iglesias por sacerdotes puros que “no saben nada de sexo” por ser célibes, les comunican ciertos trucos anticoncepcionales de sacristías?

A esta circunstancia agrego que, las clases pobres se hacen abortos por causas justificadas la mayoría de las veces, porque son derivadas de la misma pobreza. Yo admito todas las causas señaladas por Giovanna Machado, en un libro que cité titulado EL ABORTO EN VENEZUELA. La única indicación que no admití, fue la sensu stricto, o por simple voluntad de no querer el embarazo i esa precisamente es la causa más frecuente en las clases ricas: quieren abortar porque pelearon con el marido, porque piensan divorciarse, porque van a viajar o van a la playa, etc. Tuve un caso de una pareja norteamericana, donde me puso a prueba lo que digo de que la “virtud es virtud, puesta a prueba”. Esa pareja, él un rico industrial de venta de cauchos i ella ama de casa. Se iban a divorciar; él pensaba quedarse en Venezuela i ella se iría con su familia a Los Ángeles. Tenía dos hijas i cada uno quedaría con una, pero la manzana de la discordia era que estaba embarazada i por lo tanto deseaba abortar. Rechacé la propuesta i tuve que pedirles se retiraran, pues el rechazo motivó al señor a ofrecerme altos honorarios, como si mi posición ética era para negociar. Tuve, la virtud, puesta aprueba.

I llego a la parte legal, aunque solamente un boceto, pues implicaría un trabajo o un libro. Cuando algunos colegas me objetaron, lo mismo que a mi hermano mayor médico ya fallecido que, practicar aborto por un justificada decisión médica (una insuficiencia cardíaca grave, una rubéola en meses críticos, una malformación comprobada i muchas más, incluso económicas i sociales) les argumenté los cinco principios propuestos por Jiménez de Asúa en su obra LA LEY Y EL DELITO. Esto, en una Asamblea del Colegio de Abogados, donde expuse esta posición frente al aborto, i me fue avalada por el más grande penalista que ha tenido el Zulia, como los fue el Dr. Obando Sardi, vilmente asesinado años después.

Jiménez de Asúa, cuando trata sobre los actos médico-quirúrgicos i el fundamento de su impunidad, anota los siguientes puntos:
1.- La exclusión del concepto de atentado corporal.
2.- El derecho profesional del médico.
3.- Consentimiento del paciente.
4.- Derecho consuetudinario.
5.- El fin reconocido por el estado

Más otros dos puntos de menos interés. Sería largo desarrollar esos puntos, tal como lo he hecho en otras ocasiones. Cuando el médico toma una decisión de practicar lo que se llamaba un aborto terapéutico, o ahora, un aborto por indicación médica adecuada i consentido por el paciente, obviamente que tiene impunidad, pues realmente está en procura de la salud i el bienestar de la mujer embarazada, además, de lo consentido por nuestro Código, como es salvar la vida útil de la madre. Luis Razetti, el Padre de la Moral Médica en Venezuela decía que, tener que decidir entre la vida de la madre i la del feto, no tenía la menor duda en ponerse de parte de la madre. Los que se le llena la boca diciendo que ellos defienden la santidad de la vida, son soberbios hipócritas, porque defienden una vida humana en lo biológico en potencia, mientras atentan contra una vida realizada como ser humano i como la iglesia bendice a los soldados que van a la guerra, admiten la guerra i los genocidios i no tienen una palabra de protesta, excepto que colaboran con las “oraciones”. Además, tenemos que tomar en cuenta lo que se llama la justificación superlegal, fundamentada en la cultura científica de la época. Además, hace años de años, vengo proponiendo la creación de Comités de Etica en los hospitales, para resolver casos como estos de decidir lo justificado de un aborto.

Legislar sobre el aborto es una necesidad imperiosa por ser un inmenso problema de salud pública ineludible i porque va en beneficio de la mujer madre i como ciudadana del mundo. Todos los países civilizados lo han hecho i los beneficios están plenamente demostrados. Una lei así, no lesiona en absoluto a nadie; beneficia en cambio a millones de personas i a la sociedad en general. Los legisladores necesitan estudiar i comprender los adelantos de la ciencia i la filosofía contemporáneas, i dejarse de supersticiones i estupideces religiosas. Por eso me aterra escuchar la opinión de un hombre como Arteaga Sánchez en una entrevista en televisión. En pleno inicio del siglo XXI, es inconcebible mentes lúcidas i educadas no estén dispuestas a seguir acordes a la cultura de la época. Despenalizar el aborto es una necesidad fundamental, en la sociedad civilizada del presente i en el proceso revolucionario bolivariano que está cambiando la América i quizá al mundo.


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Roberto Jiménez Maggiolo


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