Desde su nacimiento como país, ha estado Venezuela en poder de toda clase de ineptos, criminales y traidores. Proxenetas de nuestra patria, que mediante engaños o la fuerza -según el estilo que dicte la moda extranjera- le roban al pueblo la riqueza de su tierra para vendérsela al pillaje que toca nuestros puertos. Patria querida y hermosa con tanto esfuerzo forjada por los bolivarianos del siglo XIX, ¡vendida luego como golfa barata!.
Y de tantos hombres y mujeres que han luchado por salvar esta tierra para su pueblo, dan cuenta los muros de las cárceles, las epístolas desde el extranjero o los gusanos del subsuelo; y es que la ignominia no recuerda qué son los derechos humanos ni la democracia cuando se erige en facción gobernante.
El más reciente esfuerzo para devolver lo que resta de país a todos los venezolanos lo lidera hoy Hugo Chávez Frías, un comandante de las Fuerzas Armadas de origen humilde, de corazón y mente bolivarianos, con tan firmes y nobles convicciones, que en verdad sorprenden en el mundo de hogaño.
Él en los discursos tildaba a sus adversarios de “escuálidos”, utilizando la segunda acepción de esa palabra, porque percibía en sus enemigos nada más que a un reducido grupo de politiqueros que espontáneamente se extinguirían en la patria grande que soñaba forjar; eran pues para él, escualos fuera del agua insalubre en la que acostumbraban nadar. Pero hoy vemos que el Presidente se equivocaba. Sus enemigos, que en realidad lo son de Venezuela, son los propietarios del país, en sus manos esta la administración de justicia, los medios de comunicación, la distribución de alimentos y lo que es peor aún, nuestra empresa petrolera. Todo estos bienes y poderes fueron adquiridos empleando toda la gama de crímenes posibles.
Hoy Venezuela corre el riesgo de caer otra vez manos de la pandilla de forajidos integrada por empresarios, políticos y sindicalistas, cuyo móvil es acabar una negociación trascendental que interrumpió el gobierno del Presidente Chávez: la privatización de la empresa petrolera, que de producirse, sellará la pérdida de nuestra principal riqueza y la destrucción definitiva de la soberanía nacional.
Este nuevo intento de los “escuálidos” y del gobierno norteamericano para derrocar al Presidente Chávez, está respaldado por un sector de la clase media que sucumbió a los efectos letales de una infusión continua de venenos mediáticos, elaborados éstos con una receta conocida de montajes y falsificación de hechos, proyección de imágenes fuera de su contexto, fomento de terrores irracionales y de repudios gregarios, estigmatización de enemigos y otros tantos ingredientes recomendados en las prescripciones de publicidad política.
Por supuesto, también hay grupos de la clase media y de los sectores populares que se han integrado al movimiento opositor por otras razones, entre ellos están los miembros residuales de los viejos partidos políticos, los que se vieron afectados personalmente por alguna política del Estado, los que esperaban más del gobierno en materia económica y social pero que no han pensado en los medios que se requieren para lograr este cometido, y finalmente pero no por eso los menos, los que simplemente detestan el estilo populachero y espontáneo del Presidente o el color de su piel por haberse acostumbrados a los taimados modales de nuestros anteriores gobernantes que siempre fueron de tez más clara.
Estos sectores de la clase media y el triángulo infame de FEDECAMARAS - CTV- POLÍTICOS TRADICIONALES, cuyos movimientos se controlan y financian desde el extranjero, están tratando de entronizar el crimen nuevamente en Venezuela valiéndose de métodos que ya rayan en demenciales, como es el de la paralización de la industria petrolera, crimen contra la patria que debiese ser objeto del castigo más severo por el daño irreparable que ha causado a la Nación.
Pero poco a poco, nuestro pueblo está mostrando que ya no somos aquel el país en el que “adecos” y “copeyanos” se alternaban en el poder para usurpar nuestra riqueza petrolera. Hugo Chávez Frías levantó brisas de dignidad y soberanía por doquier; nos está demostrado que este triángulo perverso cree que la democracia, la defensa de los derechos humanos y la libertad de expresión son defendibles y aplicables si les reportan beneficios económicos y políticos, mientras que para el pueblo llano se van convirtiendo en palabras vacuas o en infaustas excusas para justificar el exterminio. Con Hugo Chávez Frías aprendimos a reconocer los escuálidos, pero esta vez según la primera y tercera acepciones de la palabra. Con Hugo Chávez Fría volvimos a levantar la frente en alto, con orgullo y alegría, ante el coloso del norte.
No faltará el escuálido que leyendo esta breve nota mire a su alrededor y vocifere ¡“nos” están diciendo escuálidos!, ¡miren cuánto odio!. Quede claro entonces, que aquí todos aplicamos este calificativo a los inescrupulosos miembros del triángulo corrupto y golpista que antes señaláramos, y no a los hermanos venezolanos que se oponen al gobierno de Chávez por causas generalmente emotivas; a éstos últimos, sólo les incitamos a escuchar la voz de su propio sentido común y la de su recuerdo de nuestra historia más reciente, presten pues oídos al clamor que se levanta de la tierra y no a los alaridos estridentes que excreta el televisor.