El "castrocomunismo" venezolano

Por ahí, en esa televisión del demonio, vi a una mujer gritando a vivo gañote "¡¡¡¡¡Este es el comunismo, no lo vamos a poder detener, Chávez es comunista!!!!!". Deliraba, estaba como fuera de sí, transtornada, a decir del mismo periodista de Venevisión que la entrevistaba.

Una acusación así parece el paraíso de Helms, de Reich y del mismo Bush. Es mermelada para el oído de los Marines y ha sido el entremés para derrocar o ver morir "extrañamente" a Jacobo Arbenz en Guatemala, Bishop en Granada, Torrijos en Panamá, Allende en Chile, Ortega en Nicaragua, Sandino también en Nicaragua, Gaitán en Colombia, Aristide en Haití.

Pero hay tres cosas en común entre ellos:

a) Ninguno fue comunista (aunque algunos, como Bishop, se aliaron abiertamente con los soviéticos). Torrijos no era menos nacionalista que Allende quien no era más socialista que Ortega ni menos populista que Gaitán.

b) Ninguno, con la salvedad de las épocas de Gaitán y Arbenz, vio a Fidel como un enemigo, le tendieron una mano más bien tímida, logrando la peor de la antipatía de la política exterior norteamericana, con guerras, muertos y soldaditos, y

c) Tal como me dijo un amigo albañil en Cuba, ?todos los amigos de Fidel se terminan muriendo?. Así es, con la excepción de Ortega y Aristide, que han vivido las peores guerras, invasiones y atentados.

Así que el único comunista ha sido Fidel (¿Será que él los manda a matar a los otros? :-))

Un reciente estudio histórico publicado por la BBC (pocas cosas son más serias e imparciales en este mundo donde la información es oro al mejor postor) demuestra que Fidel tampoco era comunista. Que no era un doble discurso, sino que era muy cierto que él no era comunista. El estudio interpreta una sucesión de tensiones diplomáticas y de guerras económicas que van desencadenando la radicalización del proyecto nacionalista de Fidel y su partido el "26 de Julio". Estas radicalizaciones provenían del apoyo cada vez más masivo, irrestricto y audaz que le otorgaba el pueblo pobre cubano a sus campañas de modernización (alfabetización, escuelas, ley de reforma urbana...), y que tropezaban con los privilegios de la clases establecidas en Miami y La Habana. La respuesta de Fidel fue guarescerse bajo el ala soviética, por lo que había que conceder volverse comunista. La respuesta norteamericana y de las familias poderosas de Cuba era simple y simplista: ahogar al gobierno del Presidente Dorticós (Fidel era su Primer Ministro) porque sería "más fácil derrocarlo que negociar con él".

Esta última frase no es un invento interpretativo, sino que es incluso pronunciada por un importante asesor de Kennedy en los tiempos de la Crisis de los Misiles, y que fuera transcrita de las grabaciones que finalmente la CIA hizo públicas hace unos 5 años. La insistente intolerancia norteamericana a Fidel, su desinterés e incluso, el desplante que le hace Eisenhower cuando le visita en Washintong, tenían el mismo perfil olímpico: ¿A quién se le ocurre creer que de esa islita vendrían problemas?. Algunos años después, en aquellas mismas grabaciones, preguntará otro asesor de Kennedy, en medio de la crisis nuclear del Caribe, "¿Pero por qué los soviéticos no se han dado cuenta que a nosotros no nos importa lo que pase en Cuba?".

Oliver Stone dice que a Kennedy lo mataron los anticastristas. De Cuba se expandió la onda insurreccional comunista por todo el continente. Mandela agradece a Fidel su participación militar en Angola. Cayeron los soviéticos y Cuba se convirtió el último sitio del mundo, junto a Corea del Norte, Nepal, Mongolia y a una ya no tan comunista China, donde ondear una bandera roja tiene un significado. Es evidente, como que el Lago de Maracaibo existe, que al planeta ahora sí le importa y le duele la cabeza lo que pasa en Cuba. Cuba por sus hospitales y su pleno empleo. Cuba por sus balseros y su silencio.

A los manifestantes de la oposición venezolana también les preocupa Cuba. El petróleo venezolano que se cambia en Cuba por ciencia médica y algunos dólares, produce en ellos un odio agudo y lacerante. Como si eso hiciera a Chávez comunista, Carlos Ortega, Carlos Fernández, Carlos Andrés, Marcel Granier, Federico Ravell y el directivo de PDVSA, no vacilan en acusarlo y llamarlo dictador. Pero yo estoy seguro que ellos saben que Chávez no es comunista, que ellos saben, a diferencia de sus televidentes, lo que es el comunismo, y mucho menos que su gobierno lo sea. Que lo apuesten a futuro, es otra cosa. Pero el futuro no es ahorita, y a nadie se le puede acusar de lo que se será. Entonces lo llaman la ?amenaza comunista?.

Pero la verdad es que no ha habido expropiación de los medios de producción, ni proclamación de un partido único, ni se ha buscado la desaparición de la burguesía. Tampoco han habido cosas que se asocian con el comunismo y las dictaduras del proletariado, como la censura o la desaparición de la libre expresión. De hecho, a mi juicio personal, el paro petrolero demuestra, más que las acusaciones de totalitarismo que hacen los medios, un manejo muy dialógico y negociado de una evidente actitud criminal por parte de la oposición, así como alguna dosis de ineficiencia, inocencia y torpeza. Porque en Venezuela los que deciden qué hacer con la leche, la gasolina, los ahorros y la navidad de los demás, los que ponen las colas, no son los comunistas, sino la que se llama coordinadora democrática.

Entonces, ¿Por qué se llama a Chávez comunista? ¿Por qué Alí Rodríguez, Istúriz, Tarek William y William Dávila son castrocomunistas? ¿No basta con llamarlos ineficientes o incapaces, como se hace a cualquier opositor? ¿Será porque Chávez se viste como Mao? ¿Será porque el Ché está en sus manifestaciones, como está en las de todo el mundo antiglobalizador? ¿Qué es lo que hace a este gobierno castrocomunista? ¿Esa Ley de Tierras, más timorata que la de Betancourt? ¿Lina Ron?

La respuesta es simple e histórica: Que solamente llamando comunista al adversario puedes justificar todo el odio posible. Mueves los fantasmas, los miedos, el delirio, y estás dispuesto a todo el odio, a toda la intolerancia, te haces un aguerrido defensor de una democracia que nunca exisitió, y te preparan al peor de los escenarios, el que está lleno de sangre.

Y Fidel no tendrá la culpa.


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Daniel Castro


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