Capitalismo, publicidad y socialismo

Kaputano, Amalivaka, Mawari, Káputa, Maware, Akadomu, Wanadi…el lector pensará que me volví loco y comencé el articulo en una extraña lengua. Lamentablemente no es cierto, las palabras anteriores son algunos de nuestras antiguas deidades, ciertos espíritus o señores de la selva, parte de nuestra hermosa mitología Pemón, Warao, Kariña, Yekuana…tan rica como la griega. Estos dioses fueron enterrados por la monarquía española mediante la conquista y la colonia, los opresores que nos impusieron una manera de vivir ajena a la de los pueblos originarios. Lamentablemente, nos acostumbramos a estas obligaciones y no advertimos que comemos pan porque nos lo impuso el opresor para enriquecer a los cultivadores de trigo de tierras lejanas. Así fue que dejamos de lado  la yuca, el ocumo, el ñame, el plátano…carbohidratos propios de la región. Aceptamos impasibles la religión impuesta y olvidamos que la ocupación de América fue posible por la alianza de los codiciosos conquistadores y los frailes arteros.

  Pero los rezagos monárquicos, 200 años después de nuestra declaración de independencia, todavía persisten en nuestros genes.  Aún nos sentimos felices de elegir reina de carnaval; tenemos misses o reinas internacionales; las novias de las familias burguesas se visten de blanco nimbadas con una diadema de azahares, ataviada con una elegante capa  como una  pomposa reina. Un cortejo de damas y caballeros de honor encabezan el séquito, tal corte europea. El banquete de boda se realizará  como si el mismo rey de España (el Borbón matarife de elefantes) se fuera a sentar en la mesa. Se habla de rey de los cielos y rey de reyes, como si en el empíreo gobernara un monarca; entronizamos a una virgen con una hermosa corona exornada con costosas gemas engastadas en oro; para halagar una dama se le llama reina o princesa y la novia, para lisonjearlo, le dice a su pareja “mi rey”. Son rezagos de la monarquía  Así nos conquistaron y sin darnos cuenta seguimos estoico ante la amenaza de erradicar lo poco que nos queda de nuestro ancestros.

    Ciertamente,  los monárquicos  tenían forma de hacer publicidad de la manera de vivir de los grandes señores. Para eso los nobles mecenas contaban con grandes retratistas de la época: Rembrandt, Goya, Van Dyck, Renoir…entre los que recuerdo,  encargados de divulgar el fastuoso estilo de vida de realeza, para envidia de los paupérrimos siervos. De igual manera, al arte se le encomendó  divulgar la doctrina cristiana a través de la pintura, dado que la mayoría de la gente era analfabeta imposibilitada de leer el catecismo. Es por eso, durante la Edad Media,  que el sufrimiento de los santos y los mártires están muy bien plasmados en la lúgubre iconografía católica. Allí se muestra  santos sangrando, otros acuchillados, asaeteados como San Sebastián, apedreados como San Esteban, crucificado como San Pedro, muertos a la parrilla como San Lorenzo; crucificado como san Pedro; Jacobo el Mayor decapitado por una espada; San Felipe, encarcelado, azotado y luego crucificado; Santiago, golpeado, apedreado y finalmente le reventaron la cabeza con un garrote; San Lucas ahorcado…era la manera de hacer publicidad para conquistar nuevos acólitos y mantener bajo la égida del miedo a los bautizados.     


 La monarquía fue vencida y los libertadores nos dejaron unos mantuanos colonizados mentalmente. Estos “aristócratas” aceptaron, sin protestar, el estilo de vida de la hidalguía peninsular. Hasta la esclavitud permaneció inmutable,  era la forma de continuar enriqueciéndose los grandes hacendados, inclusive después de la independencia. Pasado los fragores de la lucha por nuestra libertad y finalizada la esclavitud, ésta se convirtió en la peonada. Era más fácil pagar un salario de miseria a un peón y a su familia, que mantener un esclavo.

   Pasada la monarquía, la euforia de la independencia y la vida misérrima de Venezuela durante la época de las montoneras, no le fue difícil a las grandes compañías petroleras imponer un estilo de vida, es decir, el modo de vida del capitalismo, mejor dicho, el consumismo. Para eso el mejor instrumento fue la colonización cultural en todas sus manifestaciones, bien sea el arte,  gastronomía, deporte, música, cine, moda, entre otras y todo facilitado a través de la publicad.   

    Parece ser que fuimos una presa fácil de los capitalistas para influir en nuestra forma de vivir. Una mentalidad colonizada no le es difícil mudar de colonizador y por eso pudimos cambiar del papelón con limón a la Pepsicola, del kachiri  (aguardiente indígena) al whisky o cerveza,  de la arepa o casabe a la hamburguesa y de los pantalones de algodón a los blujeans. En fin a través del cine, la televisión, revistas y todo medio de difusión nos mostraron un mundo de oropeles para alienar a una población que le  enterraron la cultura de sus ancestros. Son muchas las formas de los capitalistas de penetrar en la mente de los jóvenes y adultos: a través de la música; el deporte es una mina, preparamos a nuestros niños en el béisbol para que se cumpla el sueño del padre: que su hijo juegue en las grandes ligas. Atormentamos a un heredero para que sea jugador de fútbol para verlo competir en una liga europea. Cuanto anhela una incipiente artista ir a trabajar a Hollywood o por lo menos, en la televisión mayamera.  Hasta un joven recién graduado en una universidad, cuanto daría para ir a trabajar en un centro de investigación de los EEUU o Europa. Hasta un niño, su mejor regalo es ir a celebrar su cumpleaños en Disney Word.    

    Todo lo anterior es consecuencia de una publicidad bien dirigida por las corporaciones  de los medios de comunicación del imperio. Para los arteros capitalistas todo se puede vender, como la Coca-Cola, así sea dañina para la salud,  por eso ofrecieron las candidaturas de Reagan, Clinton, Bush. Obama, Sarkozy, Rajoy, Berlusconi, Uribe, Piñeira  quienes les prometieron a sus connacionales un mundo de mentiras e ilusiones, al igual que todo lo mostrado por la televisión, eso sí muy bien empaquetado en papel de regalo. Todos ellos responsables de la debacle del capitalismo y de los sufrimientos de millones de estadounidenses, suramericanos y europeos. Contra todo esto debe luchar el socialismo y Hugo, debe enfrentar una mentalidad colonizada que acepta impasible la sumisión de algunos venezolanos al imperio. Unos tontos quienes aseguran que los capitalistas van a resolver los problemas de los pobres.

   Aquí en Venezuela tenemos un viejo producto empaquetado en una nueva versión del modelo neoliberal encarnado en el Chocobobo, alias Capriles. La  oferta va dirigida a la generación Shakira: es ciega, no ven la nueva Venezuela que despertó con la llegada de mi comandante Hugo y no observan los logros de la revolución. Esta nueva cría  es sorda, no oyen las voces de millones de venezolanos aclamando el socialismo para lograr una sociedad más justa,  de merecida igualdad y mejor calidad de vida;  y muda,  desconocen el idioma castellano y no saben expresarse. Es lamentable que a la política venezolana haya llegado un fatídico personaje como el representante de la derecha, quien parece haber salido de las peores sentinas de la clase poderosa del país: un prevaricador, mal hablado, ignorante, patotero fascista, mentiroso compulsivo, jalabolas del imperio, curruña de Uribe, despreciador de la clase obrera, desbrujulado (no conoce la geografía del país), entre tantos de sus malhadados rasgos de su personalidad terrenal.  Un embaucador que especula con la credulidad de un auditorio ignorante. Contrariamente, el socialismo del siglo XXI, no es un producto televisivo, constituye el modo de comportarse de hombres y  mujeres, un modo de ser fundamentado en la solidaridad, justicia social e inclusión. Todo esto  basado en el cristianismo primitivo, el marxismo, humanismo y en el árbol de las tres raíces,  rasgos cardinales del chavismo.   

   No soy un taumaturgo, pero al Chocobobo, el candidato de la derecha, le auguro en la contienda electoral del 7 de octubre un distinguido y lamentable segundo puesto de lo cual deberá sentirse orgulloso.  Además, tengo la certeza que aquellos hombres, representados por el galardonado por los MUDos, y que hundieron al país en la miseria mas ignominiosa, más nunca volverán.       

                                                                                        enocsa_@hotmail.com



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Enoc Sánchez


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