Tal como fue señalado en
reflexiones anteriores a las elecciones primarias de la Mesa de la
Unidad Democrática (MUD), hubo una votación principalmente dirigida a
los candidatos Henrique Capriles Radonski y Pablo Pérez, con victoria
para el primero (con un margen ligeramente superior al esperado) luego
de que se produjera el supuesto que varias veces describimos como
escenario de alta participación, habida cuenta que en el caso contrario
(baja participación), habrían sido las denominadas “maquinarias” de los
partidos tradicionales (encabezados por AD y sus aliados) las que
abrirían la senda del triunfo para su abanderado Pablo Pérez.
Los tres millones de votos presuntamente obtenidos por el oposicionismo
en el evento del pasado 12 de febrero revelaron cierto nivel de
impreparación en los aparatos de propaganda del bloque revolucionario,
en el sentido de que se ensayó como primera matriz de opinión el
desconocimiento de dichos resultados sobre la base de la cantidad de
mesas electorales y el tiempo de votación, lo cual pudo ser percibido
como una respuesta excesivamente técnica, y por ende insatisfactoria,
para un asunto de eminente naturaleza política para los venezolanos.
Si bien es cierto que, en ocasiones anteriores, los categóricos triunfos
electorales del bloque revolucionario (Referéndum ratificatorio del
Presidente en 2003, reelección de Chávez en 2006) jamás fueron
debidamente reconocidos por las fuerzas derrotadas del oposicionismo y
ello inevitablemente influye en que la vanguardia revolucionaria sea
susceptible de reproducir la praxis oposicionista (negación a los logros
del adversario y las reglas del juego); no es menos importante resaltar
de que no se debe depender, insistimos, de una sola táctica (respuesta
técnica) en el trascendental tema político del sufragio y la
representación popular, pues ello crea la impresión, ante la población,
de que no existen argumentos más convincentes para calificar en su
debido contexto el acto comicial oposicionista.
Por ello, más allá del dilema numérico (aspecto cuantitativo) sobre las
elecciones primarias, que a criterio de nuestros informes es subalterno
frente a la sensación de triunfalismo y euforia oposicionista (aspecto
cualitativo) que del 12F se desprende; lo fundamental en la batalla
comunicacional ha sido la respuesta política emitida por el Presidente
Chávez, quien descartando sumirse en la discusión bizantina del número
de votos conquistados por la MUD, enfatizó que en cualquier caso, esa
cifra es manifiestamente inferior a la lograda por los antichavistas en
el Referéndum Revocatorio de 2003, lo cual denota el saldo insuficiente
alcanzado en las recientes primarias de la MUD.
La valoración técnica que sí reviste suprema pertinencia en la ruta
hacia la elección presidencial pautada para el 7 de octubre de 2012 (así
como los posteriores comicios), es que se velará por el riguroso
cumplimiento del protocolo correspondiente a los procesos electorales,
pues tal como lo subrayó enfáticamente el Primer Mandatario Chávez,
habrá presencia de máquinas captahuellas, cuadernos electorales y demás
insumos físicos y electrónicos que garantizan la veracidad y
transparencia de un evento de esta índole. Con ello, el líder del bloque
revolucionario hace constar a la ciudadanía la inobservancia de formas
esenciales que menoscabaron la credibilidad de las elecciones de la MUD,
y una vez más asegura públicamente que en defensa de la legalidad y la
legitimidad de las venideras elecciones, tales irregularidades no serán
permitidas.
En este contexto, la polémica generada por la sentencia del Tribunal
Supremo de Justicia sobre el resguardo de los cuadernos electorales
(fundada en una Acción de Amparo Constitucional por un precandidato a
las primarias, cuyo derecho estaría siendo infringido) y la incineración
de tales materiales, arroja como saldo el desacato de la dirigencia
oposicionista a una medida judicial y por ende, su irrespeto a las
instituciones del Estado venezolano. Si bien forma parte de la agenda
oposicionista, hacer creer que el TSJ fue usado para vulnerar el secreto
del voto y emprender una campaña de retaliación política; lo que debe
resaltarse en la agenda comunicacional revolucionaria es que estos
acontecimientos revelan la importancia de que máximas medidas de
seguridad técnica sean aplicadas el 7 de octubre y con ello queda
descartado hacer concesiones en materia de protocolo electoral, al
oposicionismo (por ejemplo, el retiro de las máquinas captahuellas).
De modo que un saldo fundamental que se deriva de la diatriba sobre las
cuestionadas elecciones primarias, es la posibilidad de abordar sus
irregularidades ya descritas como bandera del movimiento revolucionario,
nunca para desgastarse en la discusión sobre ese acto oposicionista,
sino para fomentar, desde ya, una matriz de opinión tendiente a blindar
la seguridad de la elección presidencial del 7 de octubre y advertir
sobre el carácter vital de dar estricto cumplimiento a un riguroso
protocolo electoral para resguardo del régimen democrático y la paz de
la República. Con ello le estaremos cerrando el paso anticipadamente a
sectores de la oposición que pretenden desconocer una victoria de Chávez
y hacerse acompañar multitudinariamente en otras aventuras fuera del
marco constitucional.
(*)Abogado. Constitucionalista. Profesor de Estudios Políticos e Internacionalesjesussilva2001@cantv.net