Alquimia Política

Indiferencia: Mensaje a García

La historia del “mensaje a García” es muy conocida; sin embargo basta con entender que lo que significa es que uno envía un mensaje a algún fulano que ni idea tiene donde está, pero que uno lo envía y debe llegar. El mensaje que deseo dar es la esencia de estas líneas: indiferencia. Según el Diccionario de la Real Academia Española, indiferencia es una voz que viene del latín indifferentĭa, cuya definición es “…el estado de ánimo en que no se siente inclinación ni repugnancia hacia una persona, objeto o negocio determinado”. Pero lo que a veces nos olvidamos que en vez de ser un acto neutral, se convierte en una vorágine de sensaciones que terminan por sepultar las esperanzas y los deseos de aquellos a quienes se les aplica indiferencia.

En este sentido se aprecia en la realidad sociopolítica venezolana una disposición natural hacia la indiferencia; se le es indiferente a los grupos organizados que luchan por causas, verdaderas o ficticias, pero son sus causas; se es indiferente al camarada que se ha formado para servir pero que por no “tener malas mañas” representa un obstáculo para los ostentadores de un liderazgo pre-fabricado, con columnas de anime y pancarta de mitin. En lo que se refiere a mi condición ideológica de los últimos años, basta leer mis escritos para que se enteren, soy partidario de un cambio sustancial de la estructura y superestructura del Estado; pero no me he anotado a ningún grupo o subgrupo, porque entiendo que la revolución es un proceso integral emancipatorio; un proceso que acreciente la transformación institucional y haga posible una sociedad más humana, menos materialista.

En un sentido de autocrítica, esa percepción de la revolución no se ha entendido así. Hay un desnivel evidente en las acciones y en la conducción del liderazgo. Por otra parte, persiste la corrupción, el clientelismo, el absurdo agradecimiento a nuestras autoridades por tomar en cuenta a tal o cual comunidad para atender sus necesidades. No es posible colocar la mejilla y la sonrisa para que las instituciones cumplan las funciones para lo que están hechas: atender al colectivo y brindarle calidad de vida.

A todas estas, los responsables de los asuntos públicos tienden a sentirse agradecidos por el reconocimiento que se les hace, nada indiferente para su ego, pero totalmente fuera de contexto y realidad. El Estado, es una postura clara y directa del presidente Hugo Chávez, debe garantizar “el buen vivir” de los ciudadanos y ciudadanas; por tal motivo la actitud de los funcionarios y militantes del proceso, es garantizar que esto se cumpla, por ello las acciones de quienes nos gobiernan no pueden exceder un ápice la esencia humanista y de justicia social que anhela no sólo la gente, sino los electores que han legitimado el proceso de transformación.

Otro aspecto que ataca la indiferencia en el ámbito sociopolítico, es la exclusión de profesionales de primera línea, adeptos o no a la ideología del Estado, y que está contribuyendo a la disgregación de un capital humano que hace mucha falta en el país. La crítica no va para aquellos que representan una verdadera amenaza para la estabilidad del sistema, pero no es justo que muchos de nuestros recientes egresados en las universidades de corte bolivariano (algunos con postgrado y doctorado), estén lánguidamente apartados de los proyectos y las motivaciones de orden institucional que les permita contribuir con su granito de arena, a modelar un Estado donde los valores humanos estén por encima de los valores ínfimos de la indiferencia.

Se hace necesario que nuestros gobernantes reflexionen; piensen con claridad qué mecanismos utilizar para garantizar elevar el profesionalismo y el conocimiento en los diversos escaños del poder popular; el asunto de un Estado socialista compete a todos, pero en esos grupos que rigen la política pichinchera de egoísmo, hay que darles un parado y exigirles que esta sociedad nueva, emancipada, libre y soberana, no quiere más indiferencias, sino que se asuman responsabilidades y se active un cambio de actitud hacia nuestros profesionales de nueva generación. ¿Queremos construir un socialismo bolivariano? Empecemos por construir una conciencia bolivariana donde los golpes bajos, la exclusión, la corrupción, la pillería y la traición, sean erradicadas del accionar político.

A veces se ha pensado que los “quinta columna” son infiltrados en el proceso, sin percibir que lejos de eso, son los camaradas que obstaculizan el desarrollo de los pueblos siendo indiferentes a nuestro factor humano calificado. Cuidado con erigirnos responsables de un proceso y no tener las amígdalas para protegerlo y proyectarlo. Recuerden: “…las escaleras sirven para subir pero también para bajar…”.

*ramonazocar@yahoo.com.ve


Esta nota ha sido leída aproximadamente 4765 veces.



Ramón E. Azócar A.*

Doctor en Ciencias de la Educación/Politólogo/ Planificador. Docente Universitario, Conferencista y Asesor en Políticas Públicas y Planificación (Consejo Legislativo del Estado Portuguesa, Alcaldías de Guanare, Ospino y San Genaro de Boconoito).

 azocarramon1968@gmail.com

Visite el perfil de Ramón Eduardo Azócar Añez para ver el listado de todos sus artículos en Aporrea.


Noticias Recientes: