Cuando las víctimas de la droga se hacen desechables

Lo rociaron con gasolina y lo quemaron

El domingo pasado recibí  una llamada desde el casco histórico de Petare, uno de los míos, de los seres a quienes dedico mi lucha: las víctimas del negocio de la droga, que estaba en situación de indigencia, había sido rociado de gasolina por unos jóvenes y le habían prendido fuego.

Luego de incendiarlo lo arrojaron por un barranco. Tres días después este ser humano, arrastrándose sobre su dolor, había logrado escalar y llegar a la calle. Pedía ayuda, luchaba por no morir. Tenía más del 40 % de su cuerpo con quemaduras de segundo grado, tres días sin hidratación,  jadeaba incesante por vivir.

Indignación es el sentimiento que aun recorre mi sangre. ¿Qué clase de seres humanos pueden ser capaces de quemar vivo a otro? ¿Hasta donde se ha perdido la condición humana? Ya más allá de la ruin estigmatización hacia las víctimas del negocio de venta de droga, que acostumbra ver como culpables a las víctimas, actos de esta inhumanidad, incendiarlos, denotan que no solo está enfermo la persona esclava del consumo de drogas sino la sociedad que lo castiga.

Las palabras de Ernesto Che Guevara me retumbaron en mi conciencia: “El odio como factor de lucha, el odio intransigente al enemigo, que impulsa más allá de las limitaciones naturales del ser humano y lo convierte en una eficaz, violenta, selectiva y fría máquina de matar. Nuestros soldados tienen que ser así: un pueblo sin odio no puede triunfar sobre un enemigo brutal.” (1).

Fuimos a los centros de atención de salud pública y nadie acepto ir a socorrer a este ciudadano. No solo no lo aceptaban sino que tampoco nos daban referencia a donde trasladarlo.

Aumentaba mi rabia, mi ira. Vi como trabaja la oposición en las puertas de las emergencias de nuestros hospitales. Esos señores que se dicen médicos no lo son, aun a pesar de su diploma, esos son serviles capitalistas con batas blancas y sin corazón, que se dedican a vulnerar el derecho de salud de nuestro pueblo, a mentirles, a dejarlos morir con tal de dañar la imagen de la revolución. No solo son los que dañan los equipos médicos, los que revenden los medicamentos y segregan y degradan a los nuevos médicos generales integrales que están asumiendo tareas en estos centros, se paran en la puerta para negarle atención a quienes acuden a nuestros centros asistenciales diciéndoles que no hay médicos ni medicinas. Son mercaderes de la salud. Defienden la medicina privada, la consulta burguesa a la que no tiene acceso el pueblo y pisotean su juramento de servir a los enfermos al desampararlos con la única intención de que no sigan creyendo en Chávez. Silenciosos, cotidianos, juegan el papel del enemigo.

Un niño con diarrea, un herido de bala, una apendicitis, cualquier patología es negada su atención: -¡llévelo a Barrio Adentro!- me dijeron en más de un hospital. La rabia mía era similar a la de muchos compatriotas que encontré en estas emergencias.

Lo que más daño le hace a la salud que implementa nuestra revolución son sus médicos. El médico capitalista solo atiende y trata de sanar al sistema capitalista, a el saldo de su cuenta bancaria, a envenenar los esfuerzos de la revolución, el médico que trabaja las seis horas asistenciales para asegurar su jubilación, el antichavista y escuálido, que son la mayoría, pues ellos casi todos estudiaron medicina fue para hacerse ricos y no para curar seres humanos, hoy por hoy son nuestro enemigo.

Propongo públicamente que a todo personal que labore en las emergencias se les identifique con  un distintivo en el que podamos leer su nombre, que se nombre un jefe de atención al soberano y que éste entregue o el ingreso o la referencia a otro centro asistencial con el que se deberá comunicar previamente, para que atienda a todas y todos los que concurran a las emergencias, de no darle ingreso o referencia, el usuario, es decir, el pueblo deberá y sabrá como hacerlo, denunciar a este funcionario, quien de inmediato deberá ser despedido. Esto es darle el poder al pueblo.

Odio al capitalismo debemos profesar, quien es capaz de incendiar vivo a un ser humano y quien se niega a atenderlo en la puerta de un hospital, merece el odio, la ira y el castigo del resto de la sociedad.

Seamos guardianes de los esfuerzo enormes que nuestro comandante presidente y su Ministra hacen a diario por la salud del pueblo. Despidamos sin clemencia a los enemigos que ruletean a los pacientes en los hospitales y maternidades, pues ellos están sembrando odio y desengaño en contra de nuestra revolución e impidiendo que tanto esfuerzo se convierta en salud.

Que vivan los camaradas de Barrio Adentro, del Batallón 51, del Elam. Que finalice esta impune acción contra nuestra gestión y nuestro pueblo, que los que estudiaron para ser ricos no puedan trabajar en la salud pública y que los que le sirven al pueblo tampoco trabajen en la privada. Es capitalismo o es socialismo, A pesar de compartir esta patria,  una de estos modelos está sobrando, el capitalismo debe de morir y el socialismo debemos imponer.

Venceremos. 

(1)Fuente: Mensaje a la “Organización de Solidaridad con los Pueblos de Asia, Africa y América latina” – Abril de 1967

Fuente: Mensaje a la “Organización de Solidaridad con los Pueblos de Asia, Africa y América latina” – Abril de 1967 
 
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Raúl Bracho


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