Cómo vemos los simples mortales el día a día

Hoy Comienza el día subiendo como siempre a Caracas, la capital de lo posible, la metrópolis del mercadeo, la oportunidad para todos aquellos que necesitan dinero fácil y rápido porque en cada una de sus provincias la oportunidad de empleo es escaso y por ende debemos sobre poblar  la capital que todo lo permite y que de nada se queja.

Dentro del trafico citadino, veo a la derecha de la vía a un equipo de gobierno reimpulsando el plan Bicentenario que tiene como objetivo embellecer la ciudad y hacerla más agradable y habitable para todos los que le hacemos peso diariamente, más adelante un carro a todo volumen escuchando música de moda y una señora un poco distraída aventando basura a medida que la cola va avanzando, acelero un poco y le comento cínicamente que se le habían caído varios papeles al suelo, inmediatamente me recuerda a mi madre y aceleran como si le hubiese insultado o rayado el carro,  cosa extraña del stress y poca educación cultural que tenemos los habitantes del mundo que ante las correcciones solo sabemos disparar, y agredir a quien nos recuerda que el espacio es de todos y entre todos debemos hacer conciencia.Como esa pareja no son pocos los que existen en la vieja Caracas, son muchas las personas que en carros, motos y a pie adoptan la misma aptitud de ignorancia ante los temas que más ataca el gobierno nacional, como lo son: la educación, la basura, el empleo, la cultura y la calidad de vida que merecemos cada uno de los venezolanos  que tanto nos quejamos por querer más, más y más.

Llego al centro de Caracas donde el Estado ha hecho una gran inversión en el proyecto del Bus Caracas, me adentro en otra cola producto de las construcciones del mismo y veo que las aceras o caminerias para peatones son un gran estacionamiento de motocicletas que acompañados de la aún existente economía informal en algunas calles  hacen el paso peatonal una gran carrera de obstáculos, en la que los principales competidores son el transporte público atrapados en la cola por ellos mismos y los peatones esquivando motos y buhoneros a ver si llegan a su hora de trabajo.

Este texto entonces parecería una critica a como desarrollamos nuestras gestiones dentro de las instituciones públicas o un llamado a la reflexión de cómo debemos vivir para sentir realmente los frutos de una sociedad socialista.
En mi lugar de destino me encuentro a dos buenos compañeros creyentes de la revolución, uno de ellos atendiendo un puesto de queso, ese es periodista, y el otro pirateando con un taxi ligando que no lo detengan los oficiales de transito que de 5 días de la semana 3 días lo martillan para dejarlo trabajar.

Lo curioso es que a estos dos compañeros los conocí haciendo vida política dentro de las instituciones que daban oportunidades a jóvenes revolucionarios y radicales en distintas responsabilidades en las que se adaptaban y sacaban el trabajo como de costumbre se hace en nuestras instituciones públicas, abriéndose un debate entre nosotros comenzamos el tema más álgido de todos los tiempos (El Poder Popular como trabajadores y propulsores de nuestras instituciones) cosa en la que estuvimos de acuerdo en nuestras respuestas y es que el trabajador institucional no se cree parte del Poder Popular, solo cree trabajar para el, el trabajador institucional se cree con poder o mayor conocimiento que los cientos que en la calle y alguna vez en las instituciones han ganado experiencia y conocimiento de cómo verdaderamente se transforma a la revolución desde adentro.

Conversamos sobre la ley comunista del consejo socialista de Trabajadores y Trabajadoras, de lo aislado que está de los mandamientos de cada Ministro, de la poca promoción que se le ha dado, de los jefazos que con formaciones comunistas ahora son parte del PSUV y eso los ha hecho más déspotas  y presumido que ayer cuando se codeaban con nosotros los simples mortales que solo saludábamos y creíamos trabajar para un equipo revolucionario.

Quizás dentro de algunos años logremos mejorar nuestras formas de escribir, de redactar, de percibir y describir lo que a diario vemos como revolución, pero el guerrillero, el revolucionario de verdad se expresa al mismo tiempo que sus pensamientos van dirigidos por sus dedos escribiendo lo que siente, el revolucionario de verdad hace cada día un cambio, recuerda que dentro del proletariado existen millones de esperanzas de mantenernos triunfantes si sumamos cada día a un compañero o una compañera para esta batalla que cada día nos dedicamos a hacerla más larga.

Decirles que el enemigo esta dentro ya es más de lo mismo, decirles que el saboteo es interno, que la derecha endógena sigue haciendo el trabajo, que empleamos a la derecha y nos olvidamos de la izquierda en su esencia ya es hasta aburrido para los lectores, hablarles de imperialismo, de magnicidio, de invasión, de colonialismo, de ingerencia se ha vuelto un tema que solo abrimos y eliminamos de nuestros correos por creer saber que es más de lo mismo, en fin nos hemos transformado en más de lo mismo y seguimos esperando a que el gobierno y la sociedad cambien cada vez que la tierra gire y por supuesto nosotros sin hacer nada porque “trabajamos para el Poder Popular” ¿Entonces quienes somos? ¿De donde venimos? Y muchas más interrogantes que desde el mundo de los mortales vemos a diario buscando respuestas, pero jamás esperando a que vengan a explicarnos.

Se acabo el debate entre nosotros, mis compañeros se quedaron vendiendo queso y el otro dando vueltas por caracas a ver que se hace, yo en cambio sigo haciéndome muchas preguntas y buscando las respuestas, yo sigo al igual que mis compañeros y otros más, leales al Comandante Chávez, por principio y convicción, por estar siempre dispuestos a hacer cumplir la revolución como garantía de vida y de las generaciones futuras en el planeta.
¿Quienes somos?

loelito21@gmail.com

 


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Loel Henríquez

Premio Nacional de Periodismo 2012, Revolucionario. Fotógrafo de El Correo del Orinoco. Casado, Chavista, malcriado, rebelde y rezongón.

 loelito21@gmail.com      @encapuchao

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