Tal cual los recordamos

El poeta simbolista francés León Paul Fargue decía: Yo llamo burgués a todo aquel que renuncia así mismo, al combate y al amor, en aras de su seguridad. Los sofisticados “líderes” de la izquierda muy “democrática” de los años sesenta bajo el glorioso comando de Teochoro el Pekon, renunciaron al combate y a su seguridad, aunque no al amor, en aras del disfrute de las bienandanzas que les deparaba la riqueza fácil. A lo mejor nada habría cambiado y los venezolanos hubiésemos sido igualmente mal agradecidos, de idéntica pequeñez moral incomparable, llenos de envidia y de resentimiento, pero no malbaratadores y alegremente irresponsables, tanto con o sin la “gloriosa y sofisticada izquierda”. Las circunstancias internacionales nos deparaban tales posibilidades, y el haberlas procurado sin la distorsión de los años posteriores habría constituido una conquista sólida y definitivamente arraigada en el panorama nacional.

El ejemplo más notorio de nuestra vida política fueron precisamente esos “líderes de la izquierda trasnochada muy democrática”, quienes “reputados”, como revolucionarios que “atemorizaban” a la burguesía, en la década de los sesenta, terminaron por convertirse en los más decididos defensores de las adineradas clases sociales, terminando por asociarse a las organizaciones político-económico de la burguesía. Su misma existencia es un desafío a todos los principios en cuyo nombre se hace la Revolución. En cuanto a las antiguas organizaciones políticas de “izquierda”, el partido Movimiento al Socialismo (MAS) es uno de los mejores ejemplos. Este, dejo de ser un instrumento de lucha social y ya no observaba una actuación correcta, decente, honesta en el ejercicio de la política.

Allí donde las contradicciones sociales tienen una larga historia la mentira asume un carácter equilibrado, tradicional y respetable. Sin embargo, en una época como la actual, cuando las luchas entre las clases se han exacerbado como nunca, la mentira adquiere un carácter turbulento, tenso y explosivo. Además, ahora la mentira tiene a su disposición todos los medios de comunicaciones, tanto audiovisuales como escritas. En el coro nacional de mentiras la “izquierda trasnochada” no está precisamente a la retaguardia. Pero las mentiras de estos mercachifles son, por así decirlo, estáticas; de hecho lindan con la monotonía. La razón está en que la política presente de estos seudo-socialistas pequeños burgueses, marcados por su parasitismo ideológico no contradice sus formulaciones abstractas de una manera tan chocante como la brecha siempre creciente entre el programa de las castas parasitarias y su política real.

Pues bien, en el campo histórico los hombres son coetáneos, pertenecen a una generación así los separen varios años de edad, si coinciden más o menos en la misma perspectiva con la que enfrentan las realidades que los rodean. Así mismo deben juzgarse los cambios en el tiempo en nuestra historia, tanto en el siglo pasado como en los años recientes. Esos “líderes” estaban apegados a teorías, no diríamos que utópicas, sino no cónsonas con el momento que vivíamos en el país. De esa dicotomía de la realidad derivó el hecho incuestionable de la transformación del medio físico y humano del pueblo, el forjamiento de una estructura material que promete grandes logros, alcanzados por nuestro Proceso Revolucionario en los últimos diez años, en comparación con la frustración de los últimos 40 años IV republicanos. Por eso esa casta “socialista” se ve obligada a mentir más que cualquier otra clase dominante en la historia del país. No hay falsificadores que puedan cambiar este hecho por más que dispongan de poderosos medios de comunicación.

La teoría socialista está indisolublemente ligada a la actividad. En esta época de reacción desenfrenada, agravada por la decadencia de lo que hasta hace poco era esa “izquierda trasnochada”, sólo es posible ser socialista si se es dueño de una voluntad inconmovible, de gran coraje político e ideológico, y de la capacidad de nadar contra la corriente. Esperamos sinceramente que nuestros dirigentes revolucionarios Bolivarianos posean esas cualidades. Si acaban con su indecisión y sus vacilaciones, podrán rendir importantes servicios a la causa del socialismo Bolivariano. Sólo desde este punto de vista se puede comprender y evaluar su actuación.

Por los genes que me engendraron nací y moriré comunista.

Salud Camaradas.

Hasta la Victoria Siempre.

Patria Socialista o Muerte.

¡Venceremos!

manueltaibo@cantv.net



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Manuel Taibo


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