El escudero SERGIO DAHBAR, en defensa de Alvarito, piden que le dejen a Joselo

Apenas se anunció que Joselo estaría dispuesto a debatir con “el hijo”, saltó desde “El Nacional”, el mayor escudero de Bobolongo, SERGIO DAHBAR y ofreció dar su sangre en ese ruedo. La calidad de este contendor de Joselo la vamos a ver en este breve recorrido por su último artículo, en el que muestra su manera de blandir las uñas, sus coces y sus dientes: Se conduce arrastrado o en cuatro manos por los espacios de “El Nacional”, adiposo, fatigado, dúctil. Entre libros y libras. Manoseando culos y lomos de libros. Las manos verdes, marmota y ladino. Entre risas y abrazos sale a compartir la victoria de su padre Alvarito o Álvaro. No hay salidas (cinismo). Tuerto y plumífero: “Ah, conmigo no hay conflictos, porque mira como escribo: las palabras siempre nos alivian. Nos enferma en cambio la imposibilidad de hablar de aquellas cosas que nos perturban. Mario Vargas Llosa llegó a Venezuela y fue recibido, al igual que otros pasajeros en tránsito con ideas opuestas a las de este gobierno, por un comité de bienvenida que se encargó de dilatar su salida del terminal internacional de Maiquetía.” Pendejo. Quién no se dilata a la salida, aquí, en México, en Frankfurt, en París o en Quito. Sigue la exquisita marmota herida: “Hurgaron (cursi, coño) exhaustivamente (qué enterado) en sus maletas, lo acosaron con preguntas que no conducían a ninguna parte (claro, debían conducir a la salida) y le exigieron que no emitiera juicios políticos (sic). En un país, que exhibió hasta 1999 una de las democracias más respetadas de América Latina (los cerdos se entienden, !toma!), hoy un escritor que disiente del socialismo del siglo XXI no puede contrastar sus ideas sobre el país y su Presidente.” Qué fino: contrastar. Por sus putas les conoceréis.

El deber llama. Él debe contribuir con un grano de arena o de mierda: “La pregunta clave (las hay) entonces es: ¿qué es lo que teme Hugo Chávez y su equipo portátil de seguridad cubana (delicado, el tío), ¿qué ocurrirá si un escritor pasa unos días por nuestro país y critica el Gobierno?, ¿qué poder le otorgan (cómo las suda) a las palabras quienes llegan al colmo de acosar a la gente para evitar que intercambien puntos de vista?” Intercambiar bofes por panza. Morcillas por chorizos. Intercambiar. Burdo y fofo como su alma.

Tenía luego que venirnos con su perorata profesoral, sesudo y profundo como se cree: “Para responder estas preguntas, voy a referir las ideas de John Ralston Saul, historiador nacido en Ottawa y residenciado en Toronto. Estudió política en Inglaterra y Francia. Derivó (bárbaro) con los años hacia la novela y el ensayo. Antes, fue un empresario del petróleo (hurra), primera vida que le brindó la felicidad de ser libre en un mundo en crisis (y maricón, por supuesto)”.

“Una de sus obras más perturbadoras (cuántas torceduras y morisquetas), Los bastardos de Voltaire, somete a juicio cuatro siglos de historia. Sin ambages (vaya), dispara contra ministros, profesores universitarios, empresarios, planificadores, economistas, funcionarios, tecnócratas... Su tema no es otro que el fracaso de la razón para organizar y mejorar el mundo. Su pluma y su pensamiento resultan implacables. Sobreviven pocos títeres con cabeza.” Bobolongo te adoptó y te dijo que sabías escribir. Mira, SERGIO DAHBAR no eres otra cosa que el longo del Bobo, y con razón nunca escribirás nada que valga la pena. Todo lo tuyo es bazofia, chorizos al por mayor. Y para mayor desgracias tienes quien te publique. Si te leen, peor para ti. Empezaste con lo de don Mario y te esfumaste. Entraste en tu terreno predilecto, el de la divagación burda, insulsa: “El desempleo, el comercio de armas, la depredación del medio ambiente, la deuda, el fracaso militar, la mala educación y una peor salud pública, aparecen como signos de la dictadura de la razón en Occidente.” Y uno no sabe si te estás cagando en Vargas Llosa. ¿Qué es lo que no quieres?

“La élite del poder (tu Varguitas) queda al desnudo, con sus minuciosos informes y sus reuniones anuales, imposibilitada de resolver los problemas de la gente. Algo vuelve loca (¿más que tú?) a esta élite: no poder callar a quienes opinan diferente de ellos. Para lograrlo, utilizan influencia y dinero, funcionarios judiciales, censura, cárcel y violencia.” Se supone que estás hablando de Guillermo Zuloaga, de tu Bobolongo, de Ravell o Beatriz Adrián.

“La palabra puede parecer un recurso frágil (sigues dis-loca-do), pero su poder intrínseco (vaya) resulta alarmante (¡bingo!). Por eso hace falta silenciar a los críticos (como tú y como don Mario).” Según se desprende de lo que sostiene tu John Ralston Saul no te gustan los demócratas ni los dictadores: y que la crítica constructiva reverbera en el lomo de sus equívocos creativos.

Qué de afeites, qué de arreboles en los adjetivos y sombras en los párpados cuando callas; el rímel de tus quiebres. Parpadeos y tiernas poses, y por eso piensas lanzarle a Joselo: “Las palabras que todavía no había dicho Mario Vargas Llosa la noche en que llegó a Maiquetía ya eran insoportables para quienes detentan (culi, culi) el poder absoluto de amedrentar a un escritor al que ya le anuncian que podrían expulsarlo sin que haya abierto la boca.” La abrió toda, cual sucia la tiene.

Y miren estas terrific verónicas: “Aquí estamos. Muchas palabras resultan insoportables porque dicen verdades incómodas (chic, chic), echan luces sobre casos de corrupción que el Gobierno desea esconder, y llaman la atención sobre un Gobierno ineficiente como pocos que esconde su signo autoritario bajo las pieles de la inclusión social.” Coge datos Joselo, que el tipo es escamoso. Aprovecha.


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José Sant Roz

Director de Ensartaos.com.ve. Profesor de matemáticas en la Universidad de Los Andes (ULA). autor de más de veinte libros sobre política e historia.

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