El jueves 14 de octubre es el día señalado por la historia como el principio del crac de 1929 en Estados Unidos. Sin embargo, desde septiembre de aquel año fatídico, el mercado empezó a tambalearse. Roger Babson, un notable profeta económico dijo entonces que ¨más pronto que tarde, se producirá un crac, y será terrible¨, añadiendo que ¨las fábricas tendrán que cerrar, los hombres se quedarán sin trabajo, el círculo vicioso girará violentamente, y como resultado, se producirá una grave depresión de negocios¨. Nadie escuchó tales advertencias, por el contrario se burlaron de aquel economista, que en octubre de ese mismo año, los hechos demostrarían que tenía razón, cuando más de 12 mil títulos cambiaron de manos, la mayoría de ellos a precios que destruían las esperanzas de de sus antiguos poseedores. Ochenta y nueve años después, ocurre algo parecido en Estados Unidos, nuevamente septiembre y octubre como meses claves de la gran crisis financiera. Hay muchas diferencias, entre ellas que en 1929 los banqueros inyectaron dinero para levantar las acciones y salvar la estrepitosa caída de los títulos, debido a la gran especulación financiera. La ayuda de los banqueros fue infructuosa, y pasaron en corto tiempo de héroes a villanos. Luego vendrían guerras y golpes de estado, sobre todo en Latinoamérica, de donde se robaban la materia prima igual que en los tiempos de la colonia española. Incluyendo, sus respectivas matanzas y genocidios.
Pero hoy es diferente, pues los bancos más respetados y de mayor historia quebraron. Lehman Brothers, entidad que sobrevivió a la guerra civil estadounidense, a dos guerras mundiales e incluso a la gran depresión de 1929, tiene pérdidas potenciales tan tóxicas que ninguna de las principales instituciones financieras estuvo dispuesta a adquirirla. A la quiebra del Lehman Brothers, le precedieron las quiebras de dos de las agencias de garantía hipotecaria de EE.UU, Fannie Mae y Freddie Mac. En pocas palabras, la ambición del capitalismo volvió a joder a los norteamericanos, a pesar de la dura experiencia del octubre negro de 1929. La amnesia les hizo caer en el mismo error.
Ahora no es tan fácil controlar las economías de Latinoamérica, salvo las de México, Colombia, Perú y Brasil, países que escucharon los consejos financieros del gran especulador. La pobreza creciente en Estados Unidos debe buscar otros caminos que saquear países pobres a través de guerras civiles y golpes de estado. Y el pueblo norteamericano está aprendiendo a rebelarse ante las decisiones de sus gobernantes. No es casual que el ejército de EE.UU despliega una unidad de combate en su propio país, ante posibles disturbios. ¿Se están preparando para las protestas de indignación de miles de estadounidenses robados por su propio gobierno?. Hace semanas advertí que estaban dadas las condiciones para una rebelión de masas en EE.UU, hoy día la situación se agrava y la clase media norteamericana se indigna aún más al descubrir la olla podrida de su gobierno.
Mientras en Latinoamérica, las élites vende patrias que regalaron los recursos energéticos a EE.UU, están desesperadas por regresar al poder y terminar de regalar el resto para asegurar su futuro y joder al resto de los latinoamericanos. En Bolivia se lanzan a la aventura de una guerra civil para entregar regiones con recursos energéticos, como Santa Cruz, a las arcas de USA. En Venezuela se aventuran al magnicidio para terminar con la cruzada independentista que lidera Hugo Chávez. La oposición es ahora más violenta y peligrosa, pues no tienen la gallina de los huevos de oro y se les muere el guarda espaldas. El dinero del narcotráfico de Colombia y México se invertirá en magnicidios y sicariato político. El narcotráfico invertirá en producción de alimentos, transporte, armas y guerras civiles a través de paramilitares. Vienen tiempos difíciles con Colombia, México, Perú y Brasil. En Venezuela es vital que la oposición no regrese al poder o nos venderán por pocas monedas como Judas Iscariote.
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