Frustración imperial

Debe ser frustrante presidir la nación más poderosa militarmente – y el país más inconsciente, política y socialmente– que haya conocido la historia de la paranoia; capaz de borrar de la superficie terrestre a cualquier agrupación humana que se interponga entre sus planes de apoderarse de todos los recursos naturales del planeta, y verse obligado a cumplir “la profecía” de su más molesto adversario, quien anunciara que sería aquél el primero en cesar de ejercer las primeras magistratura de su país; al contrario del objetivo que se había propuesto.

Es obvio, que en los pocos meses que le restan a su “desgobierno”, Bush lance la ofensiva final para tratar de evitar que “la profecía” se cumpla. En los años precedentes del gobierno de Chávez, los Estados Unidos desarrollaron infructuosamente una secuencia de planes para defenestrarlo, los cuales chocaron contra la idiosincrasia de un pueblo que ni sus propios políticos son capaces de entender; entonces, cual poder que no se rinde, este año deben de repetir todos los intentos anteriores y agregar nuevos planes propios de su maléfica política imperialista; entre los cuales aún no se descarta la invasión directa, la cual ya ha sido precedida por el paramilitarismo colombiano.

La ofensiva final debió iniciarse con el triunfo de la Reforma Constitucional, contra la cual la ultraderecha se había preparado con una serie de guarimbas que tendrían lugar desde el momento en que el CNE anunciara el triunfo gubernamental y no cesarían hasta que se produjera la invasión. La sorpresa de un triunfo inesperado, los dejó “turulatos”, y en un principio no supieron como reaccionar. Los viajes decembrinos a Miami, y un enero “washingtoniano” permitieron reconsiderar la continuación de las escaramuzas que precederían el asalto definitivo al poder, en cuya ejecución ya no tendrán ninguna importancia las pérdidas de vida que ésto ocasionará. Parafraseando a Maquiavelo: “Salir de Chávez, justifica los muertos”.

El gobierno de Uribe, temeroso de perder las jugosas contribuciones del norte, y obedeciendo las órdenes que desde allí emanan, ha está colaborando ampliamente y ha prestado su patio trasero para que su generoso contribuyente pueda entrar por la ventana poco vigilada de un vecino que molesta más de lo conveniente, al señalarle una y otra vez que no está tratando bien a su familia. Porque, aunque cada quien puede hacer en su casa lo que le venga en gana, no debe maltratar tan duramente a sus miembros, ya que los gritos se oyen en todo el barrio, y generan inquietud.

Ocurre también que entre los miembros de la familia de acá se encuentran algunos que no les importa lo que ocurra con el vecino, mientras ellos puedan sentarse tres veces a la mesa; si no lo hacen, la molestia va a dirigirse contra el dueño de la casa. También están aquellos que resolverán sus problemas mudándose muy lejos del barrio y dejando que cada quien se defienda como pueda. Otros tienen amores con la hijos del vecino y pretenden justificarlo, sin importarles cuánto perjudican a sus propios hermanos, puesto que consideran que serán bien recibidos por el suegro cuando la situación se vuelva crítica.

El problema se agrava cuando algunos miembros de la familia de acá, que han respaldado incondicionalmente al jefe de la casa en su afán de limpiar el barrio del malandro que lo asota, consideren que está disipando demasiados esfuerzos en ello, y creen que algunas cositas que están faltando en la casa son consecuencia directa de que han sido utilizadas para aliviar las penas de los vecinos, a costa de ocasionárselas a los propios. Esta molestia está siendo hábilmente canalizada para sumarla a los planes del azote del barrio.

Con este panorama político propiciado por el Imperio, se considera que están dadas todas las condiciones para dar el zarpazo final, el cual se ha iniciado con pellizquitos que están comenzando a producir roncha en el cuerpo social; cual hormigas que cubren primero todo el cuerpo, antes de comenzar a picar sobre quien podría reaccionar inapropiadamente, golpeándose a si mismo para tratar de liberarse de una molestia insoportable.

La escasez de productos de primera necesidad produjo un resultado satisfactorio para los planes de desestabilización política, porque mientras el gobierno pretendía convencer al pueblo de que la culpa era del Imperio, el afectado no pudo dejar de percibir en ello la ineficiencia e incapacidad de algunos funcionarios públicos que no supieron encontrar (¿la buscarían?) la solución apropiada. Muestra de esto último fue la inmediata obtención de algunos de estos productos por parte de la nueva empresa creada. Esta solución sugiere dos preguntas inquietantes: ¿por qué debió crearse una nueva empresa, sobrecargando de trabajo a otra cuyos recursos se están dispersando con tantas responsabilidades asumidas? ¿Por qué no se castigaron los culpables de la escasez? El resultado es el mismo: molestia que se suma a la molestia.

La caída de la economía imperial busca compensación entre sus proveedores de materia prima barata; Venezuela no ha podido desprenderse de esta humillante dependencia, porque un desafío real podría acelerar los acontecimientos que inútilmente se han tratado de evitar. La lucha en este momento es para que nuestro país devalúe la moneda; la resistencia podrá mantenerse mientras el petróleo conserve su relativamente elevado precio, y ello se logrará con Chávez en la presidencia. Un pretendido sucesor de Chávez declarará al país en quiebra y se retirará de la OPEP; “lo demás vendrá por añadidura”.

La oposición da por descontado –al parecer, el gobierno también– la obtención de un número considerable de gobernaciones y alcaldías. Aun con Chávez en la presidencia, el terreno ganado por la oposición significa fortalecimiento político y mayor disposición de recursos para llevar a cabo la arremetida política final que será el referendo contra el Presidente. Lo anterior no descarta, en ningún momento, la salida violenta, estimulada cada momento por los medios de comunicación adversos, cuya sarta de mentiras no están siendo combatidas con la eficiencia adecuada: más tarda en desmentirse una falsa afirmación, cuando –sin darle la importancia ética a su demostrada condición de falaces–, los medios ya están induciendo una nueva, la cual siempre encontrará terreno apropiado para enraizarse

El plan político se mantendrá mientras se dan las condiciones para un asalto al poder que podría producirse mediante una revuelta popular generada por las molestias ocasionadas por el alza indiscriminada de precios y la dificultad de obtención hasta de cierto tipo de medicamentos imprescindibles e insustituibles –todo ello dentro del plan norteño– destacados hábilmente por los medios de comunicación señalados en los cuales se aplica efectivamente todo el conocimiento sobre la manipulación de masas, contra el cual el gobierno no ha logrado una respuesta apropiada.

Esta revuelta popular está siendo promovida por personal entrenado y estimulada por los titulares de ciertos medios que se redactan para reforzar la molestia y dar instrucciones en clave que detonarán aquella en el momento que consideren más oportuno. Nada extraño sería que el próximo 27 de febrero se revivieran las frustraciones sumidas en el inconsciente colectivo nacional, y al tratar de rememorar una fecha que recuerda el estallido de un pueblo, pudiera degenerarse en enfrentamientos que conducirían a trágicos resultados; porque un imperio no puede quedar frustrado, ni un hombre poderoso –acostumbrado a satisfacer sus caprichos– puede aceptar que “el presidente de un insignificante país” lo desafíe, e impida que tome todo cuanto se le antoje.

Aunque las causas señaladas son ciertas –desde la perspectiva de quien escribe– los efectos de ellas no necesariamente podrían producirse en la forma especificada, porque en todo sistema la actuación de ciertas fuerzas pudieran estarlo conduciendo a una consecuencia determinada; pero, pudieran disiparse, o cambiar de sentido, intensidad y dirección para obtener otros resultados. De cualquier manera, ruego a Dios estar equivocado en cuanto a la posible revuelta, y aspiro que las causas desaparezcan; pero, ello sólo será posible con un cambio que no se vislumbra por el momento.

En el caso de que los hechos no se produjeran en el día señalado, la otra fecha posible pudiera ser el Primero de Mayo, día en el cual la masa trabajadora estaría esperando un incremento mínimo del salario básico del cincuenta por ciento, porcentaje más bajo de aumento que han sufrido todos los productos durante el mes de enero. Este aumento no podrá darse –a menos que se devalúe la moneda, y el Imperio estaría logrando uno de sus objetivos– por el embargo de que pudiera ser objeto PDVSA, lo cual es uno más del sinnúmero de planes previstos, puesto que cualquiera que sea el volumen de sus ingresos, no podría disponer adecuadamente de ellos durante el largo proceso judicial.

Aquí surge el recuerdo de cuando el diputado Luis Tascón trató de interpelar, por ante la Asamblea Nacional, al Ministro Ramírez, sobre presuntas irregularidades en la compra de los taladros de perforación petrolera; Chávez lo mandó a callar y destacó que había Ramírez “pa’rato”; evitando la interpelación. Entonces surge la pregunta de si ahora también lo ratificará hasta el final de este juicio internacional, el cual constituye el primero de varios similares. De cualquier manera, la interpelación es inevitable en este momento; pretender detenerla, sería un suicidio político.

Con este pretendido embargo se trata de intimidar a los países progresistas que tratan de aplicar un modelo socialista en negociaciones con empresas pertenecientes a los dueños del mundo, quienes han impuesto este modelo capitalista, dentro del cual pareciera imposible crear “burbujas socialistas”, entre las cuales se dificulta el establecimiento de vasos comunicantes y la instalación de “filtros económicos” con el resto del mundo; también evidencia la manera como Bush se vale de sus socios para conseguir sus objetivos.

Algunas de las empresas de servicio eléctrico estatales dependen directamente del ingreso petrolero, puesto que su recaudación no logra cubrir su propia nómina; sus inversiones dependen completamente de los aportes de PDVSA. Sus problemas financieros se agravaron desde la constitución de la Corporación Eléctrica Nacional –sin que por ello pueda atribuírsele la causa– al extremo de presentar dificultad para cumplir con todos los compromisos contractuales; ahora empeorarán. No se vislumbra otra solución que el incremento de sus tarifas; lo cual, junto al inevitable aumento del precio de la gasolina –que derivaría de la ejecución del embargo–, desataría una inflación que fácilmente podría alcanzar las tres cifras este año; porque, debido a las dificultades matemáticas de los transportistas, incrementan sus costos en la misma proporción que el del combustible.

Después de la bonanza decembrina, la cual extendió su derroche hasta carnaval y dejó a muchos sin recursos disponibles –a la espera de un buen negocio, o de los intereses de las prestaciones que suelen llegar para esta fecha–, el posible embargo de PDVSA pudiera extender la angustia durante un lapso mayor del que la paciencia social es capaz de soportar. Si además se producen las quiebras personales, comerciales, o empresariales, y se le atribuyen a una mala gestión gubernamental –manipulación mediática que ha sido utilizada desde la primera campaña presidencial de Chávez–, entonces solo quedará rogarle a Dios que nos proteja contra las consecuencias de una frustración imperial.

luiserangel@hotmail.com


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Luis E. Rangel M.


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