Bush no vino, no vio y fue derrotado

Efectivamente Bush no vino. Jamás puede venir, ir o andar un hombre o mujer que carezca de identidad para ofrecerla y compartirla: cosas de la realidad virtual, del desierto de lo real y de los espacios virtuales o del anonimato. Para venir, hay que presentarse y si es posible quedarse: cosas de lo real y de esos lugares, donde la gente insiste en inventar nuevos vínculos sociales, en sentir y estar juntos.

Para venir, amañarse, y establecer la presencia, hay que tener una política de paz y convivencia. Cosa imposible de lograr por el caballerito imperial que jamás puede llegar a parte alguna, dada la eficacia de sus discursos parciales, su código de guerra asimétrica y geopolítica del caos. Desde la posición de la guerra y la competencia permanente, siempre y en todo momento, se arriba para atacar o invadir económica, financiera cultural y militarmente.

Cuando se vive en el mundo de creencias de las mentiras que matan, de nada vale y de nada sirve bailar samba “con un grupo de niños”, prometer “un buque médico” y donar “75 millones para ayudar a que los jóvenes latinoamericanos aprendan inglés”. Ya que, lo verdaderamente real, es el vil simulacro del gran señor matanza que discursea sobre cuestiones tales como: “las ventajas del libre comercio tardan en llegar” y “las causas más importantes de las desigualdades en América Latina”. Y es que hay aterrizajes, que son una relación meramente virtual entre quien supuestamente viene y el lugar o los lugares que no lo esperan y mucho menos lo aguardan.

Un periodista se permitió decir que quien no vino (pudo haber sido uno de sus tantos dobles, cosa probable y muy cierta en el reino del “ciber-espacio”), que el caballerito imperial fue alojado en la habitación de un hotel desde la cual “podía divisar una de las “Villas Miseria” más pobre de Sao Paulo. ¿Alucinación reporteril? ¿Eficacia de la mesada usual en los mass media? ¿O una estrategia de presentación mediática e imperial?

En todo caso, Bush no puede ver nada, absolutamente nada; salvo aquello que le pauten sus creencias y su ideología imperial. Creencias e ideología que son inalterables, incluso si los hechos reales la contradicen.. Para que Bush vea eso de la miseria y la pobreza, se sensibilice y comprometa con los pobres, así sea a un mínimo nivel, hay que esperar algo más que un milagro: se debe, tal como dicen las abuelas, “molerlo y hacerlo de nuevo”.

Una vez más: los señores matanza ven lo que ven, saben lo que hacen; y aún así, continúan viendo como siempre ven y haciendo lo que vil o rastreramente siempre hacen.

No vino, no vio; y no obstante, fue derrotado. ¿Y entonces?, lanzó de sopetón el ensimismado ajedrecista. Y el mirón respondió:

El señor matanza se derrotó sin venir y sin ver, en el mismo momento que sus equipos intentaron elaborar un dizque programa, en el cual dejaron de lado, cómo le es propio, las viejas y nuevas realidades latinoamericanas; y entre ellas, de manera especial, la del desafío de Chávez.

Un programa incalificable (no puede ser llamado reformista, parcial, incoherente, y menos aún de buenas intenciones) no es la medida de los problemas de envergadura y alta monta que confronta el continente. ¿Qué se puede esperar de una propuesta que responde a esta deleznable e insultante visión de Bush: ''Yo no pienso que nuestro país es reconocido lo suficiente por tratar de ayudar a mejorar las vidas de las personas. Y por ello mi viaje es para explicar, tan claramente como puedo, que nuestra nación es generosa y compasiva''?.

A la élite imperial, a la aristocracia de las finanzas y los negocios energéticos, se les escapan la naturaleza, las dimensiones y el significado de los hechos reales; y ello es así, incluso al interior de su propio territorio. Y que es la euforia neoliberal es consustancial con la ceguera política y la desafiliación social de las elites. Si se cree de forma absoluta e incuestionable que la reducción de la pobreza y las desigualdades sociales es una consecuencia lógica de “la expansión del comercio internacional”, lo lógico y normal es que en caso de crecimiento de la miseria y la exclusión social en el mundo y ante las propias narices, la única explicación posible es que: estamos ante un malentendido, él que está relacionado con la incomprensión de la compasión y generosidad imperial. Y no frente a un desacuerdo decisivo y estratégico, esto es, confrontados con la cuestión de la igualdad, la justicia, la solidaridad y la democracia.

El programa del señor matanza y la visión que se le corresponde, contrapuesto a la iniciativa política que adelanta Chávez, la del Socialismo del SigloXXI y del ALBA, había dejado claro que Bush salía (lo que no quiere decir que el caballerito imperial venía o iba a parte o lugar alguno) y regresaría de perdedor y con el rabo entre las piernas. Esta apreciación no es un invento o charlatanería de ilusos izquierdistas o trasnochados populistas.

Todos sabemos de la crítica situación del señor matanza. Situación que hace posible o permite al periodista (Andrés Openheimer) que recibe una cuantiosa mesada imperial, escribir lo que sigue “Lo mejor que puede hacer Bush, considerando las pocas simpatías con que cuenta en el mundo, es responderle con humor. Debería hacer bajar del avión a la mitad de los funcionarios del Departamento de Estado de su delegación, y reemplazarlos con guionistas de programas cómicos de televisión, que le escriban líneas humorísticas con las que responderle a Chávez. En la era de la política mediática, la única forma de evitar ser eclipsado por un showman es poner en escena un show aun mejor”. ¿Delirio mediático de Openheimer? ¿Opción banal? ¿Impostura cínica de quien sabe, perfectamente, acerca de la condición de inferioridad y debilidad de su esquina política?

En todo caso, en el mundo real de nuestro continente, la cuestión crucial es realmente otra. Al margen del espectáculo (de los reality show y demás basura mediática), en Latinoamérica leemos hacia delante, persistimos en los signos de lo nuevo y asumimos los hechos reales como la expresión peculiar, de la pulsión siempre constante o la puja permanente por recrear los vínculos sociales. Y en estos lares de la propia vida real: viene, ve y vence, quien está comprometido con la justicia, la igualdad y la democracia.

fclugo49@cantv.net





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Francisco Cedeño Lugo


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