Cuidado con el American Drean

Los Estados Unidos no tienen amigos. Sólo defienden sus intereses. Así lo han demostrado innumerables veces apoyando dictadores y terroristas, mientras recibían de éstos favores y recursos (petróleo, oro, acero, hierro, etc.).

Apoyaron 27 años en Venezuela a Juan Vicente Gómez, por haberles otorgado las concesiones petroleras casi regaladas.

A Somoza en Nicaragua durante 40 años (de ahí la histórica frase de Roosevelt "Somoza is one son of bicht, but is our son of bicht"), por apoyar a la “united fruit company”.

A Francisco Franco en España durante décadas, y hacerse la vista gorda con las atrocidades de la dictadura franquista

A Fulgencio Batista en Cuba, por convertir la nación caribeña en el burdel de los mayameros.

A Leonidas Trujillo en República Dominicana durante veinte años.

En Chile a Pinochet durante 17 años, por la traición que le hizo a Allende e imponer el asesinato como política de estado para favorecer a las transnacionales del cobre y a la ITT.

En Argentina a Videla y sus asesinos y apoyar el Plan Cóndor que consistió en la persecución, desaparición y asesinato de miles de izquierdistas.

En Egipto a Sadat durante 30 años, por ser un enclave de la política norteamericana entre los países árabes

Crearon a Noriega en Panamá, y luego lo apresaron por narcotraficante, en la invasión a esa nación que costó miles de muertos (recordemos los bombardeos al barrio “el chrorrillo” y los tres mil muertos allí).

A Bin Laden y sus talibanes en Afganistán, por combatir a los soviéticos, para luego convertirlo en el terrorista más buscado del mundo. Aún su supuesta muerte es un misterio al estilo de las actuaciones de la CIA

Apoyaron a Hussein en Irak, hasta que se les alebrestó y lo convirtieron en el cruel dictador que jsutificara la invasión a esa nación, sólo para apoderarse de sus riquezas petroleras

A Gadaffi en Libia, al que primero convirtieron en terrorista, luego alabaron su conversión en pro-occidental, mientras les vendía su petróleo, y luego reconvertirlo en tirano, asesino y personaje odiado en la industria comunicacional occidental.

Hasta que se cansan de ellos, hasta que no les sirve a sus intereses y generan matrices de opinión para convertirlos en terroristas, dictadores narcotraficantes y/o sanguinarios, cuestión que no les importó durante años.

Cuando no les conviene los derrocan usando múltiples mecanismos (golpes de estado, invasiones directas, invasiones indirectas, movilizaciones generales, huelgas y desestabilización, o simplemente los asesinan).

Esa es la mascarada del imperio norteamericano. Igual hicieron para convencer al mundo de la necesidad de lanzar bombas atómicas a Hiroshima y Nagasaky en 1945, matando a cientos de miles de inocentes.

Igual están haciendo con el Presidente de Siria, para justificar la desestabilización de esa nación y una probable invasión.

Es un imperio asesino y genocida.

No nos engañemos con su industria del entretenimiento ("entertaiment") el sueño americano ("american dream") y el modo de vida norteamericano ("north american way of life"). Esa nación no se mantiene sino con la inyección permanente de sus medios de comunicación, el consumismo desaforado y la perenne esperanza de que al alguien siempre le llegará la oportunidad.

Sus políticas económicas han llevado a la quiebra a decenas de naciones, incluída la propia nación norteamericana. La quiebra inmobiliaria, la enorme crisis financiera, la quiebra moral, la deuda impagable, el déficit económico del que no pueden salir, se intenta ocultar con las guerras que el imperio genera allende sus fronteras.

Sus bombas no discriminan entre malos y buenos. Sus bombas matan por igual a mujeres, ancianos, niños, trabajadores, malandros, opositores o pro-gobierno. Es un imperio herido estructuralmente y es cuando más cuidad hay que tenerle. Como las fieras heridas que se aferran a la vida.


cegepeto2@yahoo.es


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Cécil Gerardo Pérez


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