Disparos contra el Mercosur: Continuidad neoliberal o nuevo modelo solidario

Si alguien tenía alguna duda sobre la base del conflicto, hoy parece totalmente despejada, ya que se trata de definir qué clase de integración queremos: una con un esquema de continuidad neoliberal, avalado por los grandes grupos económicos nacionales y trasnacionales, o un nuevo tipo de cooperación, complementación e integración solidaria, sobre bases estratégicas de transformación política, económica, social y cultural.

El modelo necesario, es el de la integración basada en la hermandad, la cooperación, la solidaridad, que coloca por delante lo social a lo comercial y económico.

En los últimos meses los sectores conservadores y la prensa comercial –nacional y trasnacional- comenzó una ofensiva para tratar de dañar definitivamente el modelo de integración, azuzando diferencias entre los estados miembros del Mercosur y también entre sus dirigentes.  

Tras los esarceos de la 33 Cumbre del Mercosur a finales de junio en Asunción del Paraguay, el presidente venezolano dejó las cosas en claro: "Vamos a esperar hasta septiembre. No esperaremos más porque no tienen razón política ni moral los Congresos de Brasil y Paraguay para no aprobar nuestro ingreso. Si no lo hacen nos retiraremos hasta que se den nuevas condiciones".

Carlos Chacho Álvarez, presidente de la Comisión de Representantes Permanentes del organismo, señaló la necesidad de fortalecer el MERCOSUR con el ingreso definitivo de Venezuela –y quizá, luego, de otras naciones- y, a la vez, la necesidad de producir desde su interior, las transformaciones para convertirlo en un modelo acorde a las necesidades de los pueblos.

Integración no es lo mismo para todos

Es obvio que no todos quieren decir lo mismo cuando hablan de integración. Los socios menores piden limar las asimetrías. Aún no se superó la instancia de acuerdo arancelario imperfecto. No existen políticas sociales, educativas y culturales comunes. Los enfoques en materia de medios de comunicación públicos aun distan de conciliar entre sí y la insistencia por la recuperación del espacio público es bloqueada sistemáticamente.

Y, para colmo de males, tras el enorme avance logrado en las dos cumbres anteriores por el sector social, por Somos Mercosur, en Asunción las organizaciones sociales y populares debieron reunirse aparte, con agenda propia y sólo aceptada por los gobiernos en términos formales tras la masiva concurrencia registrada. Hay resistencia para que la ciudadanía sea parte del proceso de integración o, dicho al revés, para que el proceso de integración tenga rostro humano.

Las organizaciones que participaron en la Cumbre de los Pueblos del Sur en Asunción recalcaron la necesidad de que el bloque incorpore en forma efectiva una serie de demandas que surgen de la ciudadanía, como el cese de la represión a las luchas sociales, una clara política de defensa de los recursos naturales y la puesta en práctica de programas de soberanía alimentaria, jaqueada de muerte por el proyecto agrocombustibles.

Para algunos se trata de un espacio comercial, económico y político concebido dentro del paradigma de tensión “mundo global-regiones” del enfoque neoliberal y para otros es una posibilidad cierta de discutir e implementar una agenda estratégica sobre puntos también estratégicos: control y utilización conjunta de recursos naturales y energéticos, inyecciones profundas de políticas distributivas; creación y instituciones multilaterales (políticas y comerciales) propias y ampliación de la base social de los regímenes democráticos a través de nuevas fórmulas de participación popular.

La Agencia de Prensa del Mercosur cita algunos ejemplos: El gobierno del presidente brasileño Luiz Inacio Lula Da Silva defiende a capa y espada los intereses corporativos de Petrobrás, que poco y nada tiene de estatal y forma parte del nudo de matriz energética que expolia a Bolivia. Tampoco es compatible con la sustentabilidad de un proyecto regional autónomo el programa estructural de producción de agrocombustibles en el que Brasil parece decididamente empeñado, habiendo hecho pública su adhesión a la iniciativa de la administración estadounidense de George W. Bush.

Por el otro lado, fue saludable –dice APM- la invocación formula en Asunción por el argentino Néstor Kirchner al principio de solidaridad y al límite de paciencia que deben tener los gobiernos ante “los caprichos” de las empresas privadas. Sin embargo, muchas veces lo que se dice con palabras se desdice a través de los hechos: la conversión de las gestiones de Estado en fuentes de negocios privados signados por la corrupción, como el caso de la firma sueca Skanska en las obras de gasoductos; y la trajinada “argentinización” del petróleo mediante la venta del 25% del paquete accionario de Repsol YPF a un banquero también privado.

Señala que tampoco coincide con una estrategia regional independiente la decisión del gobierno de la patagónica y petrolera provincia de Santa Cruz de renovarle las concesiones petroleras por casi medio siglo a la corporación Pan American Energy (PAN), conforme el molde privatizador de los años 1990, que el propio presidente se encarga de fustigar.

Por su parte, indica que Uruguay no cesa en su amagues de acercamientos, a través de una suerte de TLC, con Estados Unidos, mientras que Paraguay -que comparte con el primero los justos reclamos por las asimetrías frente a Brasil y Argentina- trazó compromisos militares con Washington que insertan a la región dentro del esquema ampliado del Plan Colombia.

Es cierto que se mantienen en pie dos decisiones regionales de mucha trascendencia, cuyo desarrollo habrás que seguir con detenimiento, como el proyecto Banco del Sur (con intentos de bloqueo por Colombia en la reunión de Asunción), cuya puesta en funcionamiento está prevista para el 2 de agosto próximo, y el Gasoducto de Sur, iniciativa impulsada sobre todo por el presidente Chávez.

Para nada parece compatible con una seria estrategia energética regional la persistencia del gobierno brasileño en su defensa cerrada de la política de Petrobrás en Bolivia, mientras Argentina apura los acuerdos gasíferos con el país del Altiplano cada vez que el aparato productivo argentino entra en emergencia energética.

El ingreso (o retiro) venezolano

Un retiro de Venezuela del Mercosur por el bloqueo de los congresos brasileño y paraguayo comprometería seriamente el proceso de integración y generaría un antecedente negativo para la ampliación que se proyecta con las incorporaciones de Bolivia y Ecuador, países andinos que también apoyan la reformulación de la unión aduanera.

Pero, además, significaría problemas para los gobiernos de todos los socios del Mercosur, donde el proceso de ingreso venezolano fue acompañado por una serie de acuerdos y convenios con cada uno de los países. Y también problemas políticos, porque dejaría en claro la subordinación de los gobiernos a las elites económicas vernáculas y trasnacionales y a los dictados de Washington.

Chávez manifestó que las trabas de Brasil al ingreso de Venezuela se deben al deseo de los empresarios de ese país de que se desmantelen las protecciones a los productores venezolanos. "Empresarios venezolanos, no los voy a dejar desamparados ante nadie, ni ante Brasil, ni ante Estados Unidos, ni ante Europa ni ante Irán ni ante nadie", prometió el gobernante.

Además, advirtió a los empresarios de Brasil que si Venezuela no entra al MERCOSUR ellos tienen mucho más que perder que los venezolanos. Ilustró esa afirmación con cifras sobre el crecimiento vigoroso de las exportaciones brasileñas a Venezuela en los últimos años que pasaron de 539 millones de dólares en 2003 a 2.973 millones en 2006. Los Congresos de Argentina y Uruguay han aprobado ya el ingreso de Venezuela al Mercosur; restan los de Paraguay y Brasil.

Chávez calificó de "impertinentes" las declaraciones del canciller brasileño, Celso Amorín, en las que apuntó que Venezuela debería disculparse con el Congreso de su país para que se agilizase la aprobación del ingreso. "Venezuela no tiene nada de lo que disculparse. Es el Congreso de Brasil que debe disculparse por inmiscuirse en los asuntos internos de Venezuela", afirmó Chávez.

El proceso de adhesión se encuentra paralizado en los congresos de Brasil y Paraguay, que deberían ratificar –tal como ya lo hicieron los congresos de Argentina y Uruguay- el protocolo suscripto en Caracas el 4 de julio de 2006 en Caracas por los presidentes Néstor Kirchner, Lula da Silva, Tabaré Vázquez y Nicanor Duarte, para que se concrete el ingreso de Venezuela con estatus pleno.

“Ha pasado un año desde que nosotros firmamos el protocolo de adhesión, ahora mismo no existe una razón ideológica, política, económica o de otra índole que nos impida formar parte de Mercosur”, aseguró Chávez.

El tratado está en la pauta de votación de la Cámara de Diputados brasileña y en caso de recibir el visto bueno pasaría para la del Senado, pero las cámaras tiene un receso de sus trabajos -por el período vacacional aquí en julio- y difícilmente pueda ser aprobado hasta septiembre.

La Federación de Industrias de San Pablo y la Confederación Nacional de la Industria brasileña ya se manifestaron en contra de la posibilidad. Dicen que ese país es una traba para la realización de acuerdos comerciales con otras naciones. En el Congreso, la oposición al gobierno está agrupada en contra del ingreso de Venezuela.

Si bien los diputados y senadores del DEM (derecha) y el Partido Social Demócrata Brasileño (del ex presidente Fernando Henrique Cardoso) no tienen mayoría para impedir la entrada del posible nuevo socio, otros legisladores aliados al gobierno tampoco simpatizan con las posiciones de Venezuela y/o la figura de Chávez, y han utilizado el fin de la concesión de la televisora privada RCTV como argumento para inmiscuirse en problemas internos de otra nación.

La misma estrategia es la que intentan imitar los legisladores de los partidos tradicionales uruguayos (Nacional y Colorado), y voceros de la oposición conservadora argentina, con resultados adversos hasta el momento.

El gobierno paraguayo envió al Congreso la adhesión de Venezuela al Mercosur, un día después de que Chávez, diera un plazo de tres meses a los parlamentos de Brasil y Paraguay para la ratificación de ese protocolo. "La decisión política corresponde al Congreso, donde, como se sabe, el oficialismo no tiene mayoría. Estamos trabajando para que en la brevedad el Congreso apruebe la plena adhesión de Venezuela al Mercosur", señaló el canciller Rubén Ramírez.

Las mayoría de las iniciativas legislativas del gobierno han sido frenadas por la oposición, que controla el Senado, y que a partir de esta semana también domina la Cámara de Diputados, con el apoyo de legisladores disidentes del Partido Colorado, en el poder desde hace “apenas” 60 años.

"En Brasil empezó un retardo y el mensaje hace seis meses fue que si no cedíamos en un conjunto de productos para desregularlos entonces en el Congreso de Brasil no se aprobaría el ingreso", denunció. Y afirmó que instruyó a sus negociadores para que no cedan a las demandas del socio mayor del Mercosur que, dicho sea de paso no salió muy bien parado en Asunción, golpe que sintió el canciller Celso Amorim, quien bajó su perfil agresivo y dijo –diplomáticamente, ahora- que esperaba que no se concretara la salida porque "Venezuela tiene un lugar importante, enriquece al Mercosur".

En Brasilia, el presidente de la Comisión Brasileña Parlamentaria de Mercosur, el senador Sergio Zambiasi, indicó que "la declaración del presidente Chávez no ayuda" a aliviar las tensiones surgidas con el Congreso.”Estamos haciendo un esfuerzo muy grande para dar celeridad (a la aprobación del tratado)...pero no puedo garantizar que salga hasta septiembre", dijo Zambiasi.

“Nadie nos establece plazos, ni nosotros establecemos plazos para nadie", dijo la ministra ministra jefa de gabinete brasileño, Dilma Rousseff , quien agregó que la relación con todos los países de América Latina interesaba a Brasil, especialmente en el área energética y en busca del desarrollo de la región. ¿La salida de Venezuela significará el fin de la estrategia de integración energética sellado en Margarita, o se canalizará fuera del Mercosur?

En Uruguay, el presidente del Parlamento del Mercosur, el socialista Roberto Conde, dijo que iniciará una ronda de consultas con las bancadas para analizar el problema. "Hay un muchísimo camino para el diálogo político. No veo cercana una posibilidad de ruptura" de las negociaciones de Venezuela para su incorporación al bloque subregional, agregó.

El presidente de Venezuela mencionó la posibilidad de su reingreso en la Comunidad Andina de Naciones (CAN), tras los múltiples llamados sobre el tema de sus pares de la región andina, sobre todo de parte de Rafael Correa y Evo Morales. "No podemos desconocer este llamado. Hemos dicho en privado a los presidentes que tendríamos que evaluar esa posibilidad", dijo.

El nuevo modelo

Chávez ratificó su posición a favor de una reformulación de las estructuras del Mercosur para alcanzar una integración de nuevo tipo e instó que “se considere hacer cambios dentro de esa instancia, que se formó en el seno del neoliberalismo y terminó por convertirse en una forma más de agrupar elites y poderes empresariales; de forma que la integración de los pueblos quedan relegadas al último lugar”.

La advertencia llega en el momento en que las fuerzas reaccionarias sudamericanas se rearman con el oxígeno que les proporcionó la gira latinoamericana del presidente estadounidense George W. Bush en marzo último, con el objetivo de preservar las estructuras neoliberales del bloque para facilitar los planes de Estados Unidos y las corporaciones transnacionales de convertir a la región en campo de abastecimiento de materias primas para mantener los altos niveles de derroche energético de los países desarrollados.

Venezuela está alertando sobre los peligros que acechan al MERCOSUR y abre un debate político que es imprescindible: neoliberalismo maquillado o proceso de integración de nuevo tipo. El debate político sólo preocupa a quienes quieren dejar las cosas como están, aquellos que se benefician del statu quo.



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Aram Aharonian

Aram Aharonian es Magister en Integración, periodista y docente uruguayo, fundador de Telesur, director del Observatorio en Comunicación y Democracia, presidente de la Fundación para la Integración Latinoamericana.


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