Urgente para el Gobernador de Carabobo, de Ortega y Gasset

En los años veinte del siglo pasado, apareció en escena el madrileño José Ortega y Gasset, escritor y filósofo, presentando su magistral obra literaria "La Rebelión de las Masas", proyectando en ella desde una perspectiva avanzada con presicion milimétrica, la evolución de la sociedad y dentro de ésta el hombre y su circunstancia.

Analizando el momento histórico de ésa genial predicción, contextualizada en la realidad actual del estado carabobo, nos encontramos hoy en su plena vigencia expresada en la ausencia absoluta de autoridad, con un gobernante y su tren de gobierno sin la mínima magistratura requerida para el ejercicio del poder político, girando en la antipolitica abusiva y la chabacanería de la anticultura, dónde el oportunismo insaciable convirtió a esa administración del estado en un aparato burocrático inútil que ha burlado al pueblo carabobeño durante cuatro largos años.

Congelando la posibilidad de avanzar en todo ése tiempo a una posición de mejor calidad de vida en la actual crisis multifactorial, la cuál se complicará aún más de reelegirse y seguir el continuismo opresivo dirigiendo el estado, porque en su lógica natural para ellos no es posible atender los deberes y derechos fundamentales de los ciudadanos de a pié, que son las mayorías en los sectores populares y ante tan apremiante situación sin respuestas a la materialidad de la vida mientras no tengamos verdadera autoridad gobernante.

Ahora nos sentimos obligados a valorar en la justa dimensión la presente realidad coyuntural y al "líder regional que actualmente gobierna", surgido de la nada sin que se conozca algo de su "trayectoria de lucha" aceptable que mejore el desastre porteño, exceptuando su emocional delirio de satisfacción personal.

Hablamos de un personaje al que hay que ubicar en un capítulo del referido clásico español que particularmente nos llamó particular atención: "La Época del Señorito Satisfecho", en cuyo enfoque Ortega y Gasset analiza el nuevo hecho social de aquél tiempo, en que la sociedad toda parecía verse amenazada por la absurda decisión del hombre vulgar antes dirigido, pero que ahora ha resuelto por su interés individual y de clase dirigir el mundo.

Precisó entonces Ortega y Gasset en su narrativa, que estando ése improvisado sujeto en el primer plano social y político, se produjo automáticamente en él atendiendo a los efectos de la vida pública, una estructura psicológica del nuevo arquetipo del "hombre-dirigente" que asume la impresión nativa de que la vida es fácil, sobrada, sin limitaciones trágicas.

Continúa diciendo Gasset que, éste individuo encuentra en sí la sensación de dominio que lo lleva a afirmarse a si mismo tal cuál es, dando por completo su haber moral e intelectual, cerrándose a toda instancia externa, a no escuchar, a no poner en tela de juicio sus opiniones y a no contar con los demás, su sensación interna de dominio le incita a ejercer predominio y actúa como si sólo él y sus congéneres existieran en el mundo.

Pero Ortega y Gasset, cuando pensó y escribió su interesante obra que luego se convierte en un clásico literario, quizás no imaginó que exactamente un siglo despues apareciese por el trágico error de un accidente político, en el Capitolio de la Valencia del Rey la patética realidad descrita por él, donde un sesudo extravagante, peculiar ejemplar de la jungla política carabobeña, con una visión pragmática de relativizar la política.

Ha pretendido borrar al ser humano como centro de atención de toda acción de gobierno progresista y solidario, para imponer a raja tablas y con su "cara'e tabla" un modelo económico de libre mercado (privatización de servicios) y de perversas relaciones humanas infundadas en una especie de contracultura que agrede y trastoca la coexistencia civilizada, ante la exigente necesidad de construir una sociedad decente y más humana.

Quedando claramente evidenciada la urgente necesidad política de producir con rigurosa objetividad un verdadero cambio estructural en la gobernación de carabobo, a partir del nuevo liderazgo emergente, joven, preclaro y revolucionario cómo el que encarna nuestro candidato Ricardo Adrián, en su genuina relación con su clase social a la que él pertenece los trabajadores, el poder popular y los movimientos sociales activados en el pueblo mismo, votemos todos por el Gallo Rojo del PCV Partido Comunista de Venezuela.

Los carabobeños con la dirigencia social y política útil, no contaminada con el virus verde de la indolencia criminal, bebemos asumir con fuerza y franqueza estas ideas más allá de la simplicidad discursiva, con la acción práctica y efectiva del voto consciente, porque por encima de cualquier relación afectiva o de simpatía artificial transitoria, existe y está la penosa realidad crítica en la que se encuentra hundido el estado, el actual gobernador y su gobierno por el que estamos obligados a sustituir por otro mejor y distinto, con el noble propósito de mejorar la materialidad de la vida de los carabobeños y especialmente la de los abuelos (as), hijos (as)y nietos (as) por quiénes debemos ser responsables de su protección carajo!.

Finalmente nos imaginarnos con terror, al referido personaje en su excitante sueño similar al del "Señorito Satisfecho" que describió Ortega y Gasset, ahora con su espeluznante deseo de ser el próximo presidente de Venezuela, mientras que para seguir acumulando su tenebrosa fuerza quere sin méritos echar manos al ardid de la reelección, claro si lo permitimos.-



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Aguedo Alcalá Machiz


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