Carta al Cardenal Baltasar Porras

Estimado monseñor, la situación nacional hace que eventos de menor categoría pasen desapercibidos debido a la inmensa gravedad de nuestra crisis. Molesto su atención quitándole algo de su preciosos tiempo porque creemos hay cosas que no llegan a sus manos por el gran volumen de trabajo que supongo tiene.

Realmente estoy sumamente sorprendido de cómo un individuo por sus ambiciones personales utiliza a sacerdotes de la Iglesia Católica en una causa por lo demás perdida, teniendo los comicios electorales como una piñata de ofrecimientos engañosos, dentro de una soñada e imposible candidatura a gobernador del estado Anzoátegui.

No sé hasta donde su excelencia, conoce de los métodos proselitistas de este personaje llamado Antonio Cedeño Umanés, que tiene como columna vertebral de su precampaña electoral la buena fe de curas y hasta un obispo como el caso de monseñor Romero en la ciudad de El Tigre.

Así como también en papel protagónico al párroco de Puerto Píritu el padre Alfredo Jiménez, quien funge de presidente de la Fundación Juan Pablo II y jefe de campaña del señor Cedeño. El caso de este sacerdote es patético, ya que en la misa de los domingos no habla de los milagros de Cristo sino de los favores recibidos de manos de Antonio Cedeño Umanés.

Que para colmo se hace llamar El Papa, por su devoción a Juan pablo II, y haber estudiado bachillerato en una residencia juvenil dirigida por el recién fallecido sacerdote Oscar Rodríguez en Aragua de Barcelona. Uno no sabe si eso es permitido, que un ciudadano común se haga llamar, Papa, es como si cualquiera sin haber estudiado en un seminario le dijeran, el sacerdote Pedro.

En esta situación, cómo conocer el límite de la Iglesia con todo y que al parecer el Papa Francisco acepta la intervención de los sacerdotes en la política, no creo que los curas vayan a legalizar un partido en el CNE. O simplemente sus nombres integren la directiva en su totalidad de un comando de campaña para un precandidato a la gobernación.

Tampoco, estimado monseñor estamos de acuerdo que se cree una fundación con el nombre de un Papa, para cabalgar sobre el hambre de los marginales, regalando al estilo chavista, dádivas para hacer creer que son los buenos de la película. Para después pasar facturas exigiendoles voten por él.

Ese tipo de estrategia no es compatible con el cristianismo donde nos enseñan a hacer el bien sin mirar a quien sin esperar nada a cambio, en eso consiste la bondad. El pragmatismo de este señor Cedeño es de tal magnitud que aparece cada cuatro años faltando pocos meses para iniciarse el proceso electoral, el resto del tiempo vive en el exterior y no se comunica con nadie.

Dificulto que su excelencia esté al tanto de esta situación, pues el poder de este señor al menos en sector de la Iglesia Católica es bastante considerable, al padre Alfredo Jiménez logró que lo cambiaran de Guaraguao en Puerto la Cruz para Puerto Piritu. El párroco de San Mateo le hizo la vida imposible y lo cambiaron para Anaco, lo castigó por no poderse de acuerdo con la activista que trabaja a sus órdenes en esa población. Al que estaba en Onoto hizo que lo pasaran por Valle Guanape. Y al padre Viña de la Iglesia Vino Tinto de Lechería no encuentra cómo convencerlo para que se incorpore a su campaña.

Estimado monseñor soy de los que creo que los males se paran a tiempo, en sus manos está evitar un efecto dominó por culpa de un aspirante folklórico que confunde la religión con la política.



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Claudio Schiveci

Exdirigente juvenil en el Liceo Cajigal de Barcelona, Cofundador de la revista Horizonte, redactor de la revista cultural Candilejas. Columnista en los diarios El Metropolitano, La Nueva Prensa de Oriente y Diario Impacto en Anzoátegui.

 claudioschiveci@gmail.com

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