Binóculo Nº 218

El ineficiente Corpoelec y los habitantes de El Trigal Centro

El ineficiente Corpoelec y los habitantes de El Trigal Centro

Este domingo 17 a las 5:33 minutos de la tarde, los habitantes de El Trigal centro, urbanización ubicada al norte de Valencia, vivió 23 horas sin luz, a cuyo tiempo se les suman 65 más en cortes interrumpidos entre esa fecha y el domingo 10 de julio. 88 horas de cortes de luz en una semana sobre todo en la calle Lino Revenga, donde al parecer el ensañamiento de Corpoelec es precisamente con odio. Tal nivel de hartazgo hubo, que ellos la comunidad, no acostumbrados a la pelea de calle, terminaron el domingo 17 trancando la avenida Mañongo de El Trigal con la quema de cauchos. La desesperanza termina en la resignación y la resignación es la condición más peligrosa del ser humano puesto que ya no tienen nada que perder.

Hace cinco años, en vida de Hugo Chávez, fui el primer periodista que denunció por un programa de radio que los cortes eléctricos eran producto del sabotaje. Camaradas me reclamaron tal afirmación por radio, incluso me acusaron de irresponsable. Me defendí destacando que no se necesitaba ser un experto para entender que es totalmente imposible que la corriente se vaya y regrese de manera simultánea diez y hasta quince veces seguidas en el lapso de un minuto. O que por más problema que exista, la corriente no se puede ir diez veces en un mismo sector en un solo día. O que llegue la corriente con tal nivel de megavatios que revienten literalmente televisores, compresores de neveras y exploten bombillos, tal como ocurrió hace dos años a una comunidad entera en el sur de Valencia en la parroquia Miguel Peña, perdidas que nadie asumió.

La comunidad de El Trigal Centro, especialmente los de la calle Lino Revenga, por años llevan sufriendo cortes de luz. Y Corpoelec nunca ha explicado qué realmente ocurre en ese sector para que se produzcan esas fallas que data de hace más de 40 años. El problema es que la falla se agravó en el último año cuando con el solo hecho de que caiga una llovizna, una simple llovizna se garantice la ida de luz por al menos dos horas; si es un palo de agua, el corte ocurre de cuatro a cinco horas y si es un diluvio, entonces no habrá corriente entre 20 y 23 horas como ocurrió con los diluvios recientes. Y la relación entre Corpoelec y la comunidad se hizo tan agria que terminan pagando los pobres trabajadores, quienes en esencia no son los responsables. Ello simplemente forman parte de las cuadrillas que reciben órdenes de reparar en un sitio y en otro no. Es hasta lastimoso porque están mal dotados, no tienen guantes, ni renovación de botas industriales, a veces las pértigas son una varas hechas por ellos mismos, los cascos de seguridad son escasos, los camiones funcionan mal por falta de mantenimiento, las escaleras no se quedan fijas, y cosas por el estilo. Es decir, si alguien trabaja con las uñas son esos trabajadores. Pero los seres humanos tendemos a descargar la culpa y la arrechera sobre la primera persona que se aparece.

Es cierto que los directivos de Corpoelec demostraron su profunda incompetencia en el manejo del problema eléctrico, que en el caso de Venezuela, tiene profundas dimensiones. No es un juego el manejo de la energía eléctrica en ningún país del mundo, mucho menos en el caso del país que tiene las mayores reservas de petróleo y casi de gas en todo el planeta. Además de ser uno de los diez países con más agua dulce y paremos de contar.

También es cierto que todas las políticas sociales aplicadas por Hugo Chávez, reconociendo la enorme deuda social que había con los pobres, les dio a ese sector de la población, el mayoritario de cualquier nación, posibilidades que nunca en su vida tuvieron. Así, el país se llenó de televisores, neveras, lavadoras, secadoras, congeladores, aires acondicionados y una serie de artefactos eléctricos, cuya masificación nadie previó que conduciría a un aumento casi exponencial de la energía eléctrica. Ausente de planificación, cuando comenzaron los apagones en el país, fue cuando nuestros técnicos entendieron la gravedad de la situación. Pero un estratega como Chávez, siempre tenía una solución. Se rediseñó el tema de las muchas represas del país, trabajos que se abandonaron; y se compraron 60 plantas termoeléctricas para instalarse en diferentes partes del país, de las cuales entiendo solo se instalaron tres, las demás se perdieron. Deben estar en galpones de funcionarios bandidos y empresarios inescrupulosos que quieren ver a Maduro muerto.

Muerto Chávez el problema de los cortes y los sabotajes se agravó. Y además aparecieron los primeros muertos que ratificaban lo que yo había dicho cinco años atrás. Tipos que por sabotear una central eléctrica se quedaron pegados y electrocutados. A ese hecho se sumó la sequía y la obligatoria y necesaria programación de cortar la energía como única salida al problema. Y los cortes surtieron efecto. Se logró solventar el problema, se disminuyó paulatinamente los cortes hasta que Maduro dejó sin efecto la medida. La llegada de las lluvias complementó la situación. El Guri se está llenando. No tendremos ese problema.

Sin embargo, no fueron suficientes los cortes obligatorios, sino que se mantienen los apagones sin previo aviso y sin posibilidad de protesto, solo que ahora no sabemos por qué.

Y no hay una cosa más terrible para un ciudadano cual es no encontrar quién lo escuche. Es el mal de la sociedad. Todos quieren que los escuchen pero tampoco son capaces de escuchar a nadie. Eso es peor en los organismos públicos donde es imposible encontrar alguien que sea capaz de atender a un ciudadano y darle una explicación, aunque sea decir una mentira pero dicha con amabilidad. Corpoelec es como todos. Están convencidos de que con un "ya salió la cuadrilla", resolvieron todo. Pero como la cuadrilla no llega, las llamadas se repiten y terminan por no responder porque ya no tienen qué decir.

Ante la ineficiencia de la gerencia, se suma el paro nacional de sus trabajadores quienes llevan cinco años con el contrato colectivo vencido, y ni la gerencia ni el Estado es capaz de darle una respuesta, hasta que se fueron a la calle, con toda la razón además. En un país donde se roban 25 mil millones de dólares y siguen siendo ministros, directores de bancos o gerentes de empresas, no es posible que nadie quiera sentarse a dialogar con los trabajadores, si acaso, junto al pueblo, los componentes más importantes de la sociedad. Hay 42 sindicatos en Corpoelec y 50 mil trabajadores en todo el país. ¿Siempre me pregunto por qué Chávez entendía eso con tanta claridad y ahora nadie lo entiende?

Lo cierto es que es siempre el colectivo, la gente, la que paga los platos rotos.

En lo personal, no tengo ninguna duda de que la ineficiencia de Corpoelec, así como la de Cantv, Movilnet y el resto de las empresas del Estado, son planificaciones de afuera para hacernos creer que el Estado no sirve para nada, en interconchupancia con gerentes y enemigos del país puestos en los mandos de esos entes. No hay razones para que no funcionen, más allá de la corrupción y la traición. Mientras, los cortes se mantienen, sin que alguien asuma la destrucción de equipos en las casas y el ánimo de vivir de sus ciudadanos hasta que llegan a la resignación.



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Rafael Rodríguez Olmos

Periodista, analista político, profesor universitario y articulista. Desde hace nueve años mantiene su programa de radio ¿Aquí no es así?, que se transmite en Valencia por Tecnológica 93.7 FM.

 rafaelolmos101@gmail.com      @aureliano2327

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