Margarita sin mucho oleaje y quebrada

Pasó la temporada junio-agosto con vacaciones escolares incluidas y,
los turistas no gastaron más de lo necesario, razón por lo cual, los
comerciantes todavía se quejan después de hacer grandes inversiones en
comprar mercancía que no atrayeron, ni fueron vendidas a los que
buscaban buen precio de artículos de buena calidad y de marca, pues
no, esos mismos turistas que nos visitaron con disciplina minuciosa,
optaron por visitar pequeñas tiendas pueblerinas, para satisfacer sus
necesidades de adquirir y ponerse en algo necesario por los momentos
que les recordara que habían estado en la isla de las perlas.

El desagüe de atenciones hacia ellos se inició con un fundamento
capitalista de llévate esto, para que nos recuerden y, en atención de
lo caro que está todo por acá, los mesoneros de muchos restaurantes
pusieron en práctica el mensaje: coma con la vista, aunque no coma
después, y se botaron a las calles y avenidas carta en mano,
ofreciendo las delicias culinarias que saldrían de sus cocinas y, que
serían expedidas en esos negocios y, otros más osados en su compostura
de atracción de clientes se veían, con las bandejas o azafates con las
muestras de comidas de todo en mi restorán a buen precio de los platos
al día a servirles con sus municiones que no podían ser más de dos y,
con un eslogan caprichoso, si come hoy mañana vuelve más temprano.

Pero, como turista es turista y el que no es mañoso-caprichoso es
sentimental y, otros agoreros y desconfiados por demás de tanto pasar
por situaciones de afronte y engaño bien padecidas y, en razón de
ellas optaron por comer empanadas a cualquier hora del día por su
sabor variado y crujiente de precio bajo, razón bien concienzuda de un
engaño sutil necesario de complacer las tripas del deseo y del hambre
y, los acostumbrados y afectos del día a día de degustar las cachapas
tacarigüeras con queso de cabra coriano, pasaron su mal rato y se
quedaron con las ganas de acompañarlas de guarapo de papelón con
limón, en virtud que esa región tiene agua cuando llueve, por lo que
viven de tranca en tranca con sus potecitos y tanques en espera que
las nubes se vacíen de compasión y, como no llovió, por eso el maíz se
les secó y, según opinión de Emigdio Malaver, las nubes de allí no
pueden ser puyadas porque siempre están blancas como si fueran adecas
como muchos del pueblo y, dijo además que, por habilidad del actual
gobernador el agua les llegará pronto por ósmosis eléctrica
incandescente por el aire.

Pero, lo cierto de todo este acontecer -rojo al vivo- que dejaron los
turistas que nos visitaron (añoramos a los colombianos y a los
brasileños -esos sí son turistas de verdad), arroja un saldo como
subproducto de vivencia capitalista nacional de esta región, es que la
isla quedó quebrada que, el que no debe va a comenzar a deber y con lo
bajo de los sueldos hoteleros ni caraotas podemos comer, porque del
pescado ni se diga que sale de la mar con precio de dólar y como los
dólares los tienen los comerciantes extranjeros a excepción de los
chinos, esto cada día se pone color de hormiga, ya que ese insecto
abunda por demás no degustable.

El dilema en puerta que nos desvive con nervios y resacas incluidas
que nos mantiene en ascuas permanentes es, ¿de qué va a vivir el
margariteño si el turista viene y no gasta? Y como actualmente nada es
accesible al pobre, al rico sí con todas sus comodidades al placer y
al amor como isla del encanto, viviremos del aire como los poetas y,
haciendo nuestras colitas a diario que lo más seguro, dios proveerá y
nosotros seguiremos esperando que se acuerde de nosotros.



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Esteban Rojas


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