Los bachaqueros que nos quieren matar de hambre

No sé si esto ocurre en algún otro lugar del mundo o solamente en Maracaibo; pero es insólito e inaceptable que en este municipio ya sean reiteradas las protestas de los llamados bachaqueros, porque no los dejan llevarse toda la comida de Venezuela para Colombia.

Es increíble que, según voceros del Gobierno regional, al Zulia entren diariamente 2000 toneladas de alimentos y uno va a buscar un paquete de harina precocida, de arroz o de azúcar y no lo consiga, y si lo encuentra, tiene incrementado el precio ocho o diez veces.

Los bachaqueros han tomado la Residencia Oficial del gobernador Francisco Arias Cárdenas, el Comando Regional 3 de la Guardia Nacional, el Puente sobre el Lago, hacen lo que se les antoje amparados en que esta es una revolución pacífica; pero una cosa es que este sea un proceso de paz y otra que las fuerzas de seguridad cuenten con sus brigadas antimotines, necesarias para enfrentar los casos de vandalismo y meter en cintura a ese o cualquier grupo, que insista en perturbar la tranquilidad de la ciudad cada vez que les da la gana.

Chávez siempre dijo que esta era una revolución del pueblo y si los bachaqueros son del pueblo, el resto de los habitantes de Maracaibo y Zulia que vamos a buscar infructuosamente un pote de leche o un litro de aceite, también; como hombres trabajadores y honestos, tampoco tenemos por qué calarnos las colas y los embotallamientos dada la inconcebible actitud de esa gente que nos quiere matar de hambre.

La lucha contra los bachaqueros no es solamente del presidente Nicolás Maduro y del gobernador Arias Cárdenas -que, por cierto, no descansan en sus acciones para resolver el problema- sino de los venezolanos y maracaiberos en general que desean y requieren como es natural, encontrar los alimentos vitales a fin de poder subsistir.

Seguro estoy que esa mayoría atrapada en el caos producido por los bachaqueros, exige la espada de Bolívar o el sable de Rafael Urdaneta, para triturar a los contrabandistas revoltosos. Sus manifestaciones no son más que agresiones, desórdenes, acciones delictivas en contra del Gobierno nacional, regional y la población. Robar es apropiarse de lo ajeno y ellos se apropian ilegalmente de los artículos de la dieta diaria del venezolano. Además ponen en riesgo la alimentación de los niños al dejarlos sin leche y lo peor: provocan una desestabilización que se termina sumando a llamados como esos de arrechera del 15A que costaron muchos muertos, a los persistentes exhortos a calentar las calles y a todo ese proceder tendencioso que busca inducir a salidas violentas y antidemocráticas propias de las intentonas golpistas.

Creo que esta gente confundió la tolerancia y la capacidad de diálogo de la revolución con debilidad, pero se equivocan y eso es peligroso, por cuanto ponen en juego el bienestar de la ciudadanía y el gobierno debe garantizar la alimentación y el orden a como de lugar.

Ya finalizando también es de extrema pertinencia recomendar un buen colirio para los ojos de los militares de la vía a Maicao, Colombia; en la lucha contra el contrabando es indispensable que los guardias nacionales tengan buena vista, para ver bien esos camiones cargados de artículos nacionales que pasan ilegalmente por las alcabalas que ellos pomposamente ocupan.

De lo contrario, no habrá esfuerzo que valga, para evitar ese hamponil y cómplice desangramiento que los bachaqueros le producen impunemente a la patria que nos dejó El Gigante.



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Alberto Morán


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