¡Orden al desorden!

Personas orinando en plena vía pública, emborrachándose en la calle, locales nocturnos que no cumplen ni con el horario, ni con las normas para evitar contaminación sónica, ni con el control de armas en el local, carros que se estacionan en la vía para beber y poner música a todo volumen en zonas residenciales, peleas con tiros incluidos… todo esto y más hemos visto por muchos años, a pesar de existen normas que lo prohíben, y los ciudadanos indefensos, sin poder dormir, descansar, afectando a todo el núcleo familiar, niños, abuelos.

Es un panorama sin sentido que muchas personas tienen que vivir de jueves a sábado que se repite durante todo el año, aquí, en nuestra isla de Margarita, las quejas son muchas, no pueden ir a un saco roto. Existen normas que regulan estas situaciones, municipales y nacionales, pero pareciera que el lema es “las leyes son para no cumplirse” por una sencilla razón: la norma por sí sola no soluciona el problema si no hay un organismo de seguridad y el ente administrativo que las haga respetar, son las policías preventivas las que deben velar por la tranquilidad de la colectividad, el derecho a poder descansar, sin alteraciones de la paz colectiva y las alcaldías deben estar atentas a la permisología cuando esos comercios no cumplen con las ordenanzas que ellas mismas dictan.

Cuando se comience a entender por parte de los cuerpos policiales que controlando estos “pequeños” problemas de orden público, de contaminación sónica, evitan tener que afrontar un problema “grande” es cuando empezaremos a ver resultados, es cuestión de rescatar los espacios públicos, de respetar el derecho de los demás, de que logremos una ciudad ordenada, controlada, con presencia policial constante para evitar estos abusos, que los funcionarios no vean estos procedimientos como “caliches”, que se los he oído a varios, cuando sancionas a un borracho orinando en la calle a la vista de todos, a los que ponen sus carros en zonas residenciales con equipos de sonido a todo volumen para competir con los otros, quien tiene más potencia, o a un local nocturno que viola abiertamente el nivel de volumen permitido, creando molestia a toda una colectividad, están evitando muchos hechos que se derivan de esas actuaciones y bajan los niveles de agresividad que hoy en día tenemos, ¿ejemplo?

El caso de una señora en un edificio en la urbanización Costa Azul en Porlamar años atrás, que ante la impotencia de no poder dormir por la música a todo volumen en la parte de abajo de su edificio, con dos niños menores de edad llorando sin poder dormir, y llamando a las policías y nadie acudía, decidió tirar un huevo para ver si las personas se retiraban y como respuesta lo que recibió fue un disparo al “aire” de arma de fuego de advertencia.

Para controlar la inseguridad debe tenerse presente que estos pequeños detalles son los que hacen la gran diferencia entre ciudades que tienen problemas graves de criminalidad y las que lograron reducir sus índices delictivos, cuando evitas estas alteraciones del orden público logras poner orden a la ciudad y lógicamente tienes mejores resultados en la prevención estratégica; y si tienen dudas sobre lo importante de estos puntos, vean las experiencias de dos ciudades que vivieron niveles de inseguridad preocupantes que derivaron en un miedo colectivo y niveles bajísimos de turismo y hoy son seguras y con un turismo internacional galopante: Nueva York y Bogotá, atacaron las pequeñas faltas y lograron grandes resultados.


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Jaime Verde Aldana


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