Más sobre la traición de o a Chávez

No he leído el artículo de la compatriota Elizabeth Valdiviezo, pero si su Derecho a Réplica, publicado en aporrea. También leí dos otros artículos más: uno inculpándola y el otro podríamos decir que, defendiéndola. 

Debo decir, con todo el respeto que me merece el compatriota Earle Herrera, y la admiración que siento por su lealtad y consecuencia con unos ideales desde la época del Caracazo, desde cuyo momento conozco de su existencia, y desde cuyo momento profeso por él una profunda admiración y respeto, pese a no haber recibido respuesta a dos mensajes que le enviado por correo electrónico. Pienso que tal vez, la exposición de motivos de mi solicitud de una entrevista con él, no fue lo suficiente como para, al menos, responderme que está sumamente ocupado, para dedicarme un minuto de su valioso tiempo. Pero eso, no ha disminuido mi respeto y admiración por este profesional. Por los días duros del Caracazo, el publicó un articulo en El Nacional que palabras mas o palabras menos lo tituló: Las dos vergüenzas, y se refería a la forma como fue asimilada y comentada la rebelión que terminó en grandes saqueos y posterior terrible masacre, con características de genocidio, por dos damas que estaban en una peluquería: La dama de alta sociedad decía algo así como qué vergüenza la imagen que presenta en el exterior este pueblo salvaje y la otra que no pertenecía a la misma clase social, defendía los hechos por lo que todos conocemos. Ese coraje pudo haberle ocasionado su desaparición física.

Pero con la diatriba epistolar que ocupa en estos momentos los comentarios de una persona que a todas luces, de acuerdo a lo que expresa en su artículo sobre el nombramiento del candidato a gobernador de Bolívar, sin haberse tomado en cuenta el liderazgo regional, no me queda más que estar en desacuerdo con el camarada Earle. En el Derecho a Réplica de Elizabeth, encuentro una verdad con la que muchos comulgamos, pero que algunos no se atreven a decirla por no ser descalificados en su  lealtad con el proyecto político que encarna el comandante Hugo Chávez.

Debo decir, que entre las cosas que admiro del comandante, a quien no conozco mas allá de su condición de líder que sostiene sobre sus hombros la transformación de este país por la vía mas difícil que ha escogido, es la permanente autocrítica y la invitación al control social, para lo cual ha propiciado las herramientas necesarias a través del Poder Popular, llámense estos Consejos Comunales, Círculos Bolivarianos y otras manifestaciones que aglutinan la vocería de los hasta ayer excluidos.

Siempre manifiesta el comandante la necesidad de estar vigilantes de la gestión de gobierno, pues es un secreto a voces que tanto el alto gobierno como las otras instancias del poder están en manos o de escuálidos como tal identificados o de los que yo he llamado pomalacas: rojos por fuera y blancos por dentro.

Creo que el liderazgo regional ha dado su gran aporte y en algunos casos con mayor exposición al salvajismo de las hordas escuálidas, por que el anonimato es menos posible debido a los espacios físicos donde les toca actuar. En la gran Capital, los opositores se pueden no solo mimetizar, sino colar a través del amiguismo, con fines de sabotear la gestión en cualquier espacio donde estén. Ellos no solo son militantes de una cultura laboral totalmente contraria a la que se quiere cambiar, sino que responden a compromisos orientados al saboteo y a la mala prestación de un servicio porque eso genera malestar y luego se traduce en votos.

Es por eso, que entiendo a la camarada Elizabeth, a quien tampoco conozco, pues aparentemente ella forma parte de un conglomerado que ha expuesto hasta su vida por defender una gestión, que en el ámbito regional de su estado no ha sido coherente con los postulados y lineamientos del nuevo paradigma que es el sueño de muchos. No conozco la gestión del gobernador de Bolívar, pero soy de la opinión que debió dársele una oportunidad al liderazgo regional, para que de su seno propusieran los candidatos a ocupar las nuevas instancias, dándosele el derecho a participar  a quienes hasta ahora lo han venido desempeñando, y luego aplicar el plan de Evaluación, Control y Seguimiento en cada caso y de esa manera estaríamos depurando la clase gobernante y seleccionando en cada caso los que demuestren mas compromiso y lealtad al proyecto, no necesariamente al líder, quien por ser un ser humano, también se equivoca.

Acepte compatriota Earle, el arco iris de ideas, siempre y cuando estas vayan dirigidas a mejorar y al logro un cambio positivo, pero el descalificar por decir la verdad que cada quien siente como suya, no es cuestión de un buen revolucionario. El presidente no se cansa de repetir que la lealtad debe ser con los ideales y con el proyecto que hemos abrazado, y no por señalar las debilidades, nos convertimos en contrarrevolucionarios o enemigos del proceso.

marinamaica@hotmail.com



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