Matusagaratí: 12 Años Después

Matusagaratí es el principal humedal-laguna de agua dulce de Panamá, situado en la provincia de Darién. Aunque catalán y residente en el Estado español, desde 2014 soy miembro de la organización ambientalista panameña AMEDAR, Alianza por Un Mejor Darién. He visitado Matusagaratí cuatro veces y, desde la primera vez, fue como un flechazo de amor. Nunca había visto unos helechos tan grandes, unos castaños de agua con tan hermosas hojas, como un bosque. Tampoco la cantidad de garzas, por centenares, que posaban en los árboles y con sus nidos, cerca de la laguna. Ni las huellas del jaguar que encontré en cada recorrido, frescas del día anterior en su mayoría. Ni caparazones de tortugas destrozados por los poderosos colmillos del animal al comerlas. Ni los cocodrilos que nos miraban desde el agua sacando sólo sus ojitos. Y tantos otros descubrimientos…

La belleza y sensación de estar ante un paisaje del pasado, apenas hollado por ser humano, me provocó desde el primer momento un sentimiento de respeto y de sentirme privilegiado. ¡Era una de las pocas personas que conocía esa joya! La gran mayoría de personas de Panamá no sabían de ese paraíso. No sabían siquiera pronunciar su nombre. Ni en Darién. Yo lo pude conocer en 2013 gracias a una pancarta que estaba colgada en la puerta de la radio Voz Sin Fronteras de Metetí. La pancarta llamaba a ¡Salvar Matusagaratí! Firmé la petición en la misma pancarta y así empezó mi relación con el humedal de agua dulce más grande de Panamá.

La admiración por la belleza de ese rincón de tierra y agua que visité, y las personas que nos acompañaron e hicieron de guía, fue a la par que mi preocupación por el proceso de destrucción del que me enteré. Supe que desde 2009 se estaba desaguando el humedal y que sus tierras aledañas ¡y hasta la laguna cubierta por el agua!, se estaban vendiendo. ¿Cómo era posible vender un trozo de laguna? Pues lo hacían. Con el agua al pecho o con botes, campesinos clavaban estacas en el fondo, marcaban “su propiedad” y la “vendían” a colombianos. O sea, que el humedal se estaba privatizando con contratos de venta ilegales, con participación de autoridades del Ambiente (entonces ANAM), alcaldes y otras autoridades.

El origen de la privatización

Esa privatización fue promovida por grandes inversores. Colombianos, por más señas. Quien aparecía en los llamados contratos “de cesión de tierras”, era un criminal colombiano que participó en el asesinato, expulsión y robo de tierras a campesinos en el área del Chocó. José Javier Daza Pretelt[1] dirigió la Unión de cultivadores de palma de aceite en el Urabá. Empresa constituida el 30 de diciembre de 1999. La justicia logró demostrar los vínculos entre este proyecto agroindustrial y el jefe paramilitar, Vicente Castaño.

La privatización de Matusagaratí fue masiva, usando casi los mismos métodos mafiosos colombianos. Miles de hectáreas de laguna y humedal no pudieron haberse (supuestamente) titulado sin la colaboración cómplice de autoridades corruptas de Panamá. Pero esa parte de la historia no la conocen la gran mayoría de ciudadanía panameña y es clave para entender lo que está pasando y los peligros que tiene hoy Matusagaratí. Desde 2009 hay denuncias de ciudadanas y ciudadanos sobre esas compraventas ilegales que jamás han sido investigadas por la justicia.  

Como miembro de AMEDAR y conservador de sus documentos pondré un ejemplo de la actividad de la organización en aquellos años que empezó la privatización: solamente desde finales de noviembre de 2007 a finales de diciembre de 2010, es decir en tres años, existe una relación de 31 denuncias en las que se da cuenta de lo que ocurre a las instituciones oficiales y gubernamentales, presidencia, asamblea nacional, diputados, medios de comunicación y organizaciones de periodistas, organizaciones ambientalistas, procuraduría, fiscalía, defensoría del pueblo, comisión anticorrupción, ANAM, ARAP, etc., con nombres y apellidos de los responsables, hechos, testigos, imágenes. Aún es hora de se les juzgue.

Con la privatización empezó el desecamiento

Pero lo peor es que la privatización abrió la puerta al desecamiento del principal reservorio de agua dulce de Panamá. ANAM aprobó un estudio de impacto ambiental que permitió construir canales llamados “de riego” -en realidad eran de desagüe- y plantar arroz en más de 2000 hectáreas, además de permitir las fumigaciones con químicos. Ese crimen sigue produciéndose hoy en día y, desde hace doce años, ha incitado a otros crímenes ecológicos, como las fumigaciones aéreas, la tala, incendios, extensión de la ganadería en tierras ganadas al agua, destrucción del hábitat de especies y plantas, llevado a cabo por otros invasores del humedal.

El caso de Matusagaratí fue tomado como uno de los casos mundialmente importantes en el Atlas de Justicia Ambiental[2].  No es para menos. Se trata del principal humedal de agua dulce de Panamá y un lugar con una de las biodiversidades y endemismos más grande del planeta. La organización ambientalista AMEDAR se ha encargado de dar a conocer esta realidad nacional e internacionalmente, a pesar de que poco caso se ha hecho a sus denuncias y recomendaciones. Hay muchos vídeos con relatos de testigos del crimen ambiental y hasta autoridades que reconocen el daño que se le está infringiendo a Matusagaratí. Sin embargo, documentos como este vídeo[3] no han sido tenidos en cuenta, ni jurídicamente, ni tampoco han logrado mucha difusión.

Nuevos hallazgos demuestran la importante biodiversidad

Pero ahora que hay un nuevo brío para realizar estudios ambientales sobre Matusagaratí, quizás ha llegado el momento de desempolvar algunos de aquellos documentos y realidades. En efecto, financiados por el PPD, o por SENACYT, se están realizando programas de apoyo a la formación de jóvenes (Jóvenes por Matusagaratí) y de profundizar investigaciones (Proyecto de Investigación: Hidrología, Vegetación y Avifauna del complejo de humedales de Matusagaratí en Darién).

Ambos proyectos están dando a conocer la realidad del mayor humedal de agua dulce de Panamá. Algunos de esos vídeos recientes realizados por jóvenes, como el de la joven Keyla Maturana[4], han obtenido una difusión considerable, incluso internacional, lo cual ayuda a visibilizar una joya que ha estado oculta a la mayor parte de la población panameña y también darienita. Un reciente artículo de las doctoras Alicia Ibáñez, botánica e investigadora, e Indra Candanedo[5], docente e investigadora de la UTP de Panamá Oeste, certifican los hallazgos de las plantas Phyllanthus fluitans, una especie sudamericana de planta flotante no reportada hasta la fecha para el país ni para Centroamérica en su forma silvestre y de Montrichardia linifera, una especie de Castaño que también crece en el Amazonas. El castaño Darienita puede llegar a medir hasta 7 metros de altura.

Amenazado de muerte desde 2009

Todos estos hallazgos ayudan a descubrir Matusagaratí, a interesar por su riqueza biológica, paisajística, turística. Sin embargo, hay un problema: Matusagaratí se está desecando y, si no se hace nada por parar esa desecación artificial por medio de canales, se morirá sin remedio. Y eso hay que saberlo y hay que decirlo. De lo contrario, si no se sabe, o no se dice, lo que ocurre es que los estudios y hermosos vídeos de la parte que sigue viva del humedal pueden inducir a quien lo vea o lo lea al equívoco de que Matusagaratí es un humedal-laguna que está sano e intacto, y que seguirá por los siglos de los siglos. No es así.

Decir la verdad cuesta. Puede costar incluso la vida. Sobre todo, si esa verdad pone al descubierto negocios inconfesables, lavadero de dinero, corrupción y también inoperancia de autoridades. De eso podrían hablar bastante las personas fundadoras de AMEDAR. Pero sólo con la verdad se puede defender y llegar a regenerar el humedal. Si no se cierran los canales que están desaguando el humedal-laguna su muerte está asegurada, como ya ha sucedido a otras lagunas y humedales en el mundo.

Matusagaratí reúne las condiciones para convertirse en un lugar de referencia internacional por su biodiversidad, en un Sitio Ramsar. Pero si lo elemental, que es cerrar unos canales que lo desecan, ya no se hace ¿cómo se van a cumplir el resto de las condiciones? En plena era de cambio climático dejar perder el principal humedal es un crimen de país, un crimen de lesa humanidad hacia las generaciones futuras pues se les está negando la posibilidad de agua, de peces, de ambiente sano, de biodiversidad, indispensables para mantener la vida.

Es hora de proteger todo el humedal Matusagaratí

Este artículo de recordatorio de la situación actual de Matusagaratí contrasta con la buena nueva de los descubrimientos que se están haciendo y la aparición de jóvenes preocupados por Matusagaratí. Renace la ilusión en la naturaleza, la esperanza… pero tienen que ver la otra cara de la moneda: su proceso de destrucción desde 2009. Aquellas personas que quieran averiguar más sobre cómo se dio el proceso -sobre todo jóvenes que eran niños cuando esto empezó- pueden leer un resumen de esa historia aquí[6].

Quiero terminar animando a explorar la realidad, la verdad, a seguir la batalla por salvar el humedal, ahora que afortunadamente está siendo objeto de atención por nuevos investigadores y nuevas generaciones. Si hoy hasta el poder judicial tiene que reconocer que islas que se construyeron artificialmente pertenecen al Estado[7], ¿no es hora de que las tierras de Matusagaratí vuelvan también a ser del Estado? ¿No hay que desempolvar la denuncia que hizo el propio Ministerio de Ambiente en tiempos de Mirei Endara que reclamaba esas tierras por “pertenecer al Estado aguas, esteros y humedales tal como dice la Constitución”? Quizás habría que preguntar al actual ministro del ambiente si esa denuncia sigue válida o ha decaído.

En enero de 2017 Matusagaratí fue declarada “área protegida, refugio de vida silvestre”. Sin embargo, no fue declarada toda el área del humedal sino sólo una parte, 24.750 hectáreas. Otra pequeña parte ya estaba incluida en la reserva forestal Canglón. Un estudio de CEPSA en 2005 recomendaba crear una sola área protegida: reserva hidrológica Filo del Tallo, con la forestal Canglón, y Matusagaratí. Un ecosistema interrelacionado. Así pues, la declaración de 2017 fue un pequeño pasito adelante en el sentido lógico y científico que debía hacerse. Pero ese pasito adelante ocultó que miles de hectáreas seguían en poder de traficantes de tierras y que éstos continuaban su desagüe, tala, fumigación, destrucción. Es como si a un enfermo se le atiende y cura de la cabeza y el corazón…mientras se le deja desangrar por las extremidades. 

Sin lucha no hay victorias. La lucha por el ambiente, por el agua, por mantener las reservas milenarias en forma saludable para las futuras generaciones, interesa a toda la gente normal y corriente, a los que tienen hijos e hijas, nietos y nietas y quieren ver un futuro para ellos. El cambio climático va a ponernos a prueba como sociedad. Si perdemos la batalla del ambiente para las nuevas generaciones, no servirían de nada todas las otras batallas y derechos que ganamos. Tras 12 años de desagüe de Matusagaratí, es hora de cerrar los canales[8] y devolver las tierras al Estado.

Julio 2021

 



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Alfons Bech

Militante obrero, y revolucionario marxista. Miembro de de la CCOO, la federación sindical más grande de España. Activista político de L?Aurora y EUiA.

 albech12@gmail.com      @alfonsbech

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