Estado burgués, antiética y burocracia: la triada que detiene la revolución Bolivariana

Ninguna sorpresa debe existir ante el freno que detiene el avance hacia una verdadera revolución en la patria de Bolívar, solo el comandante Chávez y muy pocos de sus ministros e inmediatos colaboradores pedalean éticamente sin reposo, y por amor a su pueblo, intentando mover el oxidado estado burgués, mientras parte de este, es decir, el Ejecutivo Nacional, casi intacto estructural y funcionalmente, se fortalece en su irrenunciable tarea de custodiar el capital y cultivar los valores del capitalismo. El Presidente imparte instrucciones públicamente y públicamente reclama a sus ministros, en muchos casos la causa es la ineficacia de los Sistemas de Alta Dirección Ministerial, pero fundamentalmente, la traba está el Aparato Público de la cuarta república.

El Estado, no es solo pueblo, territorio y poder; es además legitimidad del poder según Weber, pero fundamentalmente es para Marx, una la organización que cumple una clara función en la sociedad de clases. Es el Estado el instrumento a través del cual se mantiene la dominación. ¿Qué revolución organizativa integral e integrada se ha realizado que permita derrotar la burocracia, mejorar la ética y la capacidad tecnopolítica en una transitoriedad al socialismo, al menos en el Poder Ejecutivo?. Por supuesto que ninguna, y como no soy un crítico de oficio he planteado una propuesta teórica y metodológica sobre el asunto, espero que alguien se apiade, y apliquen esa, o cualquier otra, pero la revolución organizativa del Estado es una necesidad impostergable.

Los tres nudos críticos de la burocracia, enunciados por Weber, están vivitos y coleando: falta de interés de los funcionarios, falta de organización y falta de conocimientos técnicos. Se necesita construir colectivamente un triángulo de gobierno, en donde estén en equilibrio el Plan de Gobierno (contenido propositivo de la revolución, hoy el Proyecto Simón Bolívar), la Capacidad de Gobierno (experiencia, conocimiento y liderazgo de los gerentes públicos) y la Gobernabilidad (clara relación entre la variables que controlamos y las que no controlamos).

Por otra parte, al hablar de la antiética, se hace necesario revisar los principios y razones que le sirven de guía a los gerentes públicos (Ministros, gobernadores y alcaldes Chavistas, así como, presidentes de empresas, directores regionales de ministerios y corporaciones), revisión que nos permita verificar que han establecido estos gerentes como directrices de su conducta frente al quehacer público y político, es decir, su ética; recordando al Camarada Fidel Castro, para tener un referente muy apreciado por nuestro Comandante Chávez, él define la revolución como “La justicia, la igualdad del mérito, el trato respetuoso del hombre, y la igualdad plena de derechos”. A pesar de que los orígenes y desarrollos de ambas revoluciones están claramente diferenciados, en cuanto a los principios, podríamos preguntarnos: ¿En qué medida algunos de estos principios son aplicados por nuestros gerentes públicos, tanto en el quehacer público como político? ¿Es justo que algunos gobernadores, alcaldes y presidentes de corporaciones se desgasten participando en elecciones internas del PSUV, como candidatos a delegados, desviando la atención de su principal responsabilidad al lado del pueblo? ¿Cómo es el trato del hombre en las diatribas internas, donde el clientelismo y los golpes bajos están a la orden del día? ¿Qué calificación ética puede tener un gobernador que llega a ser candidato del partido y gana la gobernación sin estar inscrito en el partido? ¿Y qué de un Alcalde en ejercicio que repartía cesta tickets a los militantes del PSUV para buscar favores en la contienda interna? Estos comportamientos éticos dañan la maltrecha moral política de la revolución, y no olvidemos aquella sentencia de Bolívar: “La destrucción de la moral pública trae consigo la destrucción del Estado y de la sociedad”.

Por lo tanto, es un imperativo, y así lo planteo, rescatar el prestigio y contenido ético de la palabra política, lo que implica principalmente adentrarse en la ética de la política, y es aquí donde nos encontramos con un pobre y desaprobado desempeño de la dirigencia política en general, en Venezuela y en América Latina, tanto en la izquierda, como en la derecha; salvo honrosas excepciones; fracaso que se debe a su cuestionable papel ético; un político entonces, para el común de mucha gente, es sinónimo de maniobra, mentira y demagogia. Y lo más grave, dicen una cosa y hacen otra. Diría un pintoresco jobitero de los Puertos de Altagracia, malaya sea, tienen más palabra que un diccionario. Esta jocosidad es efecto del pobre desempeño ético. No se honra la palabra empeñada.

Por otra parte, la planificación como eje direccionador del proceso revolucionario, que debería concentrarse en una transformación radical de las estructuras del Ejecutivo Nacional, que permita una emigración progresiva al socialismo, deambula entre Marco Lógico y el FODA, herramientas metodológicas de demostrada pobreza teórica e instrumentos del gran capital, de dudosa reputación. Si el Ejecutivo Nacional no inicia una transformación radical de Aparato Público Nacional que le permita convertirse en un portaviones en el que se vean obligados a embarcarse el resto de los poderes del Estado, con fuertes cambios en lo territorial, junto a la elevación de la conciencia del pueblo, la transición será más lenta, tiempo que aprovecha el enemigo para fortalecerse.

El Comandante Chávez, bajo la conducción ética de gigantes, como Cristo, Bolívar, el “Che”, Gramsci, Samuel Robinson, Zamora y Martí, entre otros, no termina de armar un equipo que tenga al menos una parte de su espíritu y corazón; tampoco lo tienen muchos alcaldes, gobernadores y presidentes de las grandes empresas del Estado.

Finalmente, quién le pone el cascabel al gato; decía el cantor del pueblo AlÍ Primera, “...si le quitas el veneno al cascabel, aunque suene la maracas, deja de ser cascabel.” El veneno es una dosis apreciable de burocracia de amplio espectro, combinada con 500 miligramos de antieticidad gerencial pública y una solución saturada con presencia de trazas del Estado Burgués. El antídoto esta propuesto, el paciente, que es la patria nueva, espera que le salvemos la vida.

(*) Ing.

lazaroroger@gmail.com


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Roger Lázaro (*)


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