En una palabra Baduel

Hay cosas que son muy delicadas y la deslealtad y la traición es una de ellas. Máxime, si se traiciona no a una persona, sino a uno mismo, a un ideal, a un colectivo y a un pueblo.

Uno no puede pegarle a la familia sin esperar la reacción del Universo.

La traición ha acompañado la historia de la humanidad. Adán y Eva, según el evangelio, parecen haber iniciado este camino, al transgredir los designios de Dios. Y lo sabemos, Cristo fue traicionado por Judas. Bolívar perdonó a Santander a pesar de su deslealtad. Pinochet engañó a Salvador Allende. Rosendo, Lameda y Usón Ramírez y otros militares más y, ahora Baduel, han traicionado la confianza y la generosidad del Presidente Hugo Chávez.

Lo dije hace tiempo: "decir la verdad y ser leal al líder y al pueblo", es el primer combustible para encender los motores de la revolución. Así aparece explicado en el libro, de reciente publicación: "Los 5 combustibles de la Revolución", editado por la Fundación Fondo Editorial Simón Rodríguez y la Escuela Latinoamericana de Gobierno (ESCOLAG). Allí encontrará usted citas y argumentos adicionales.

Conocí a Baduel en diciembre de 1998, en los pasillos del Círculo Militar, a través del actual Gobernador del Estado Táchira, Ronald Blanco La Cruz, quien me había llamado a Caracas para considerar mi nombre en la lista que estudiaría Chávez para nombrar a su primer Ministro de Educación. Lo he explicado antes, no me consideraba, en ese momento, suficientemente capacitado para asumir el cargo, preferí declinar a favor de Imelda Rincón, quien, por cierto, creo no ha sido suficientemente valorada ¡por ahora!

Fue Ronald Blanco La Cruz, quien me dio la oportunidad de conocer personalmente a Baduel, aún recuerdo sus palabras de aquel día: "Epa, coronel Baduel, le presento al profesor Hugo Moyer, él es especialista en Ciencias y Técnicas de Gobierno y puede ayudarlo en el diseño de la agenda del Presidente Chávez". Baduel, circunspecto, tomó en sus manos dos artículos que yo acababa de publicar en el Diario "La Verdad", en Maracaibo, bajo el Titulo: "Agenda Presidencial I" y "Agenda Presidencial II", que ahora aparecen en el libro "Los 5 combustibles de la Revolución" (valga la cuña), artículos en los que llamaba la atención sobre la importancia de ayudar al Presidente en cómo administrar las escasas 24 horas con las que contaría en adelante para hacer todo lo que se proponía.

Baduel, quien para la época, era el Secretario privado de Chávez, se comprometió con Ronald y conmigo a leer los artículos y a llamarme para una cita. Y así lo hizo, uno o dos días después, el entonces coronel Baduel me llamó para informarme que la reunión sería al otro día en la mañana. Eran los primeros días de diciembre de 1998, nos encontraríamos en la Viñeta. Sin embargo, en la noche de ese día, Baduel me llamó para decirme que debíamos cambiar la reunión para ese mismo día en la tarde, a la 3:00 p.m. en punto, me recalcó. Yo, que a veces soy extremadamente disciplinado, sobre todo cuando están en juego los altos intereses de los ideales en los que creo y por los que he luchado buena parte de mi vida, acaté la orden con la "obediencia" que caracteriza a la mayoría de los militares y fue así como estuve frente a la viñeta, media hora antes. Sin embargo, no fue sino a las 3:00 p.m., en punto, cuando solicité a uno de los militares que resguardaban la entrada de la viñeta que informara al coronel Baduel que yo había llegado para la cita acordada. Cinco minutos más tarde, el militar con don de mando me informó que Baduel no se encontraba y que debía esperar en unos toldos ubicados frente a la Viñeta, que estaban asignados a los medios de comunicación que hacían guardia para entrevistar a Chávez y a cuanto líder del nuevo gobierno transitara por los alrededores. Allí compartí con los periodistas, la dulce y paciente espera del tiempo de la incertidumbre. A los quince minutos me volví a acercar para preguntar y la respuesta fue la misma: Baduel no está, nadie sabe dónde se encuentra. Media hora después, pasó frente a nosotros, el actual Gobernador de Apure, Jesús Aguilarte, a quien había conocido durante duros desencuentros con Ronald Blanco y Jorge Giordani, en los que tuve que mediar para limar asperezas y evitar conflictos innecesarios con el Presidente Chávez y a favor del futuro liderazgo que visualizaba en él, hacia toda América Latina y el Caribe. Jesús Aguilarte, quien para entonces se desempeñaba como asistente del futuro Ministro de Planificación y Desarrollo, Jorge Giordani, se me acercó con amabilidad y se comprometió para verificar qué ocurría, pues yo llegué a pensar que los militares que custodiaban la Viñeta no estaban pasando la información o se hacían los locos. Me parecía incomprensible que el coronel Baduel no me hubiera llamado para suspender la reunión o solicitarme que esperara unos minutos y mucho menos entendía, como me comunicó luego Aguilarte, que ni la secretaria de Baduel sabía algo de la reunión. Me pregunté: ¿cómo llevar la agenda del Presidente sin saber que es necesario llevar la agenda propia en coordinación con la secretaria? ¿Será que había actividades que Baduel realizaba sin que su secretaria se enterara? ¿Acaso nuestra reunión era tan secreta que su secretaria no debía saberlo? No comprendí lo que Aguilarte me decía ¿la secretaria de Baduel no sabía nada de la reunión? ¿Sería que no le dio tiempo para informarle? ¿Sería que ella no debía saberlo? ¿Por qué Baduel no me llamó como lo hizo la noche anterior para suspender la reunión? En fin, innumerables interrogantes pasaban por mi mente. Estaba inquieto, tenía muchas cosas por hacer. No me gusta esperar y, menos, perder tiempo, sobre todo en las circunstancias que vivíamos antes de que Chávez tomara posesión en febrero de 1999. Espere con paciencia, una hora más y me levanté nuevamente a preguntar: ¿Ya llegó el coronel Baduel? Y las respuestas siempre eran las mismas: No ha llegado, él no está por aquí, su secretaria no sabe nada ¿Y entonces? Me decía a mi mismo.

Molesto, salí a caminar hacia el Círculo Militar para tranquilizarme, eran ya como las seis de la tarde, en eso me tropecé con el sargento Iván Freites y le comenté mi disgusto. Él, siempre afable, me dijo: "no te preocupes yo soy amigo de Baduel vamos a llamar a su secretaria para ver qué pasó" Y la respuesta no se hizo esperar por parte de María Eugenia, si no recuerdo mal su nombre, y a quien años más tarde me encontré en Miraflores, siendo secretaria del Presidente Chávez, ella dijo con claridad: "Baduel no me ha dicho nada de esa reunión" respondió. Freites, queriendo mediar me pasó a la secretaria para conversar con ella: "Aló, buenas tardes, ¿usted recibió mensaje de Baduel para incluir en su agenda una reunión que teníamos ambos a las 3:00 p.m.?", le pregunté.

- No, yo no sé nada de eso, me respondió con seguridad su secretaria.

Entonces, incómodo le dije:

- Dígale al coronel Baduel, que es un embarcador, que a mí me gusta tratar con personas que cumplan su palabra, con los que se comprometen y cumplen.

- ¡Caramba profesor! ¿Cómo le voy a dar ese mensaje al coronel Baduel? me respondió sorprendida.

- Bueno, dígaselo como se lo estoy comunicando. Dígale que la próxima vez, cuando se comprometa, cumpla con su palabra. Que es un embarcador. Dígaselo así. Dígale que estoy molesto por su conducta.

Yo me fui, incómodo y contrariado, me disponía regresar a Baruta, en una casa de tres pisos, donde vivía "enconchado", sin saber por qué me habían alojado allí. Sitio, por cierto, donde conocí a Ceresole, quien pensó que yo era uno de los ideólogos de Chávez y quien me confesó que Baduel era un buen tipo que lo apoyaba financieramente para garantizar su estadía en Caracas. No supe detalles, de quién era Ceresole ni qué hacía en Caracas, ni me interese en ello. Lo supe tiempo después. Con Ceresole tuve, desde el comienzo, serias diferencias con su trialéctica militarista: El líder, el partido militar y el pueblo. Alguna vez nos acompañó a Ronald, a Freites y a mí a una reunión en un apartamento frente a la Plaza Altamira, cuando fuimos a hablar con Miquilena y no quizo subir, no entendí por qué. Luego, Ceresole, fue expulsado del país inexplicablemente.

Volviendo con la historia, esa noche, Freites me ofreció su habitación en el Círculo Militar y cuando me disponía a entrar, recibí una llamada, eran como las 8:00 p.m:

"Aló, profesor Moyer, le habla el coronel Baduel, discúlpeme usted que no haya podido atenderlo a la hora convenida yo no decido mi agenda, mi agenda la define es el comandante Chávez…" Inmediatamente vino a mi mente la siguiente duda e interrogante, que preferí no compartir con el coronel Baduel, para no interrumpirlo. Me dije, a mí mismo: Si Baduel es el responsable de la agenda del futuro presidente ¿cómo es que Chávez le lleva la agenda a él y no al revés? ¿Y entonces que papel va a jugar el secretario privado como orientador, regulador, co-administrador, asesor…de la agenda presidencial? ¿Quién le va a llevar la agenda a quién? ¿Quién llevará la coherencia entre los compromisos adquiridos, el programa de gobierno, el plan de desarrollo, las necesidades humanas del Presidente y la escasez del principal recurso de un presidente? ¡el tiempo! ¡Sólo 24 horas!

En fin, hice silencio esperando que el coronel Baduel terminara de hablar para hacerle algunos comentarios. Y, Baduel continuó: " Profesor Moyer, debí salir a realizar una actividad que me asignó el Presidente (electo), así que le ofrezco disculpas por no haber estado a la hora convenida" Hasta allí, me sentí halagado y reconfortado de que al menos, el coronel Baduel, tuviera la delicadeza y la sinceridad de ofrecerme disculpas. Sólo que luego, el futuro Ministro de la Secretaría de la Presidencia y más tarde, Ministro de la Defensa y ahora opositor del gobierno, sentenció con voz un poco más elevada: "Y, déjeme decirle una cosa profesor Moyer ¡Yo si soy un hombre de palabra!" E ipsofacto, escuche el sonido característico cuando cortamos comunicación o tiramos el teléfono. Y un silencio que me hablaba desde la otra línea. No tuve tiempo para dialogar o reclamar nada. Raúl Isaías Baduel, había decidido cortar la comunicación. Dando margen a la duda supuse que la línea se había caído y guardé la esperanza de que Baduel volviera a llamarme. Esperé toda la noche por una llamada adicional y nada. No quise llamar al teléfono que me aparecía marcado. Pensé que no me correspondía hacerlo. Baduel rompió, desde ese día, relaciones con un desconocido para él, el profesor Moyer, que se había atrevido, con valentía y molestia, a dejarle el mensaje con su secretaria de que él era un hombre que no cumplía sus compromisos y hacía ciertas sus palabras. Y, que conste, que lo dije molesto, sin saber a quien me dirigía, sólo sabía que era coronel, muy allegado a Chávez, amigo de Ronald y secretario privado del futuro Presidente. No me imaginé que tenía una trayectoria de inconsecuencias o de dudas sobre su compromiso, desde el 04F y el 27N de 1992. No me imaginé que iba a llegar tan lejos. Y aunque lo hubiera sabido, igual me hubiera comportado. Lo sabe Ronald. Y, lo sabe el Presidente Chávez. Lo sabe quien verdaderamente me conozca. Lo sabe mi familia y, sobre todo, lo sabe mi espíritu rebelde que no acepta que lo irrespeten y se niega a mentir y dejar de decir su verdad cuando haya que decirla. Como lo hago ahora. Pase lo que pase.

Baduel, desde que lo conocí me demostró, en las pequeñas cosas de la vida, que son las que muestran quienes somos los seres humanos, que él no lleva su propia agenda, se la llevan otros ¿Quién se la llevará ahora? ¿El imperialismo, la oposición, el resentimiento, la deslealtad…? Si él no cumple con lo que se compromete, como aquel juramento que hizo frente al Samán de Güere ¿A qué podrá comprometerse ahora? ¿Acaso cumplirá?

Me pregunté ayer, luego de recibir llamadas de preocupación de gente amiga y después de escuchar a Baduel, en su rueda de prensa y la respuesta que dio el Presidente Chávez, así como lo que nos presentó Mario Silva: ¿Acaso cometió un error el Presidente al decirle a Baduel que tenía las puertas abiertas en el gobierno sin ofrecerle algo concreto y dejarlo descansar por tanto tiempo? ¿Qué pasó con PDVSA? ¿Tenía que salir el Presidente a decir que Baduel ha ido del Samán de Güere a los brazos del Imperialismo, que llegó su fin moral y que lo que ha hecho Baduel es una traición a sí mismo, a sus amigos y a su compromiso con la patria?

Quizás, como dijo el Vicepresidente Jorge Rodríguez: con Baduel se han caído una vez más las caretas. Y para estar guindando, es mejor caer. Sólo que se cayó de un pedestal muy alto, en el que lo colocamos los venezolanos que nos sentimos representados en él, cuando aquel abril de 2002 salió a enarbolar la bandera de la dignidad y se convirtió en referencia obligada de quienes pensamos que, con ese acto y muchos otros que siguieron, se había, quizás, reivindicado para siempre con la patria.

¡Pues no!, Baduel me volvió a embarcar.

No cumplió con su palabra y con su juramento.

Se dejó llevar, probablemente, por las emociones y las frustraciones al no lograr lo que quería o al sentir que su liderazgo comenzó a declinar desde el momento que salía del Ministerio de la Defensa. Hizo públicas críticas que pudieron ser hechas en privado al Presidente: su compadre y "amigo".

Tenía acaso razón Urdaneta cuando dijo que le avergonzaba un Baduel, que era capaz de llorar porque el Presidente le reclamaba, cuando fue su secretario privado, que él no sabía hacer ni el nudo de la corbata. ¿Será esto verdad? ¿Estará pasando Baduel la cuenta por las "humillaciones" recibidas" o porque no le dieron, a tiempo, lo que quería después de salir del Ministerio de la Defensa? ¿Estará en un plan conspirador o sencillamente Baduel no cumple lo que ofrece, como ocurrió conmigo? ¿Será las consecuencias de las pugnas con García Carneiro?

No tengo respuestas definitivas.

Sólo sé que yo, que me he mantenido al margen del proceso de organización del PSUV, para dejar que otros, sobre todos los jóvenes y líderes comunitarios, asuman el rol protagónico, y que no había participado activamente en el impulso por el SI, pues tengo serias dudas y críticas a las propuestas del Presidente y de la Asamblea sobre la Reforma de la Constitución y los mecanismos utilizados para hacerla. Yo, que dije en una Asamblea del PCV, que se adhirió al PSUV, en la que me invitaron, que entre nosotros no somos eunucos políticos y no debemos rendir pleitesía a todo lo que diga Chávez. Yo, que me he calificado de Chavista crítico, ahora, al oír a Baduel y recordar el libro: "Los 5 combustibles de la Revolución" y al hacer memoria de los años de lucha permanente y los sacrificios realizados, he decidido votar por el SI y no mantenerme indiferente frente a la traición y la deslealtad al Presidente y al pueblo.

Por eso, la mejor respuesta que podemos darle a Baduel, al imperialismo y a la oposición irracional y a la oligarquía, es votar y llamar a votar por el SI, aunque tengamos dudas de sus bondades y no compartamos algunas cosas.

Este proceso, que hoy vive el país, es lo más parecido al difícil camino que nos indicó Argimiro Gabaldón e incluso, mi amigo Douglas Bravo, aunque mi compítu del alma, con mayor dignidad y convencido de lo que pregona, se opone a la reforma. Pero, no como Baduel, que lo hace traicionando a Chávez y a su pueblo.

*artículohugomoyer@ cantv.net


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Hugo Moyer Agostini

Ing. Químico (1975). Postgraduado en Macroeconomía, Planificación y Creatividad Aplicada Total. Profesor Titular jubilado de LUZ (1997). Presidente Honorario de la Escuela Latinoamericana y Caribeña de Ciencias y Técnicas de Gobierno (ESCOLAG). Ha sido el primer Director del Instituto Zuliano de Estudios Políticos, Económicos y Sociales (IZEPES) y del Centro Latinoamericano de Altos Estudios de Gobierno (CELAEG) Ha sido asesor de Rectores de varias universidades, Alcaldes y Gobernadores, así como de la Presidencia de PDVSA y PEQUIVEN. Vive para la POLÏTICA y se resiste a vivir de la política.

 escolagzulia@gmail.com

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