Mucho amor y poco coraje

Estoy 100% a favor del amor. A fin de cuentas soy contemporáneo de
Los Beatles, del movimiento hippie y de la revolución sexual, en la que
participé como activista entusiasta en la década de los 60. Escuché con
embeleso canciones como "All you need is love" de John Lennon, "El amor es
azul", interpretada por Paul Mauriat y, en época anterior, "El amor es una
cosa esplendorosa" en voz de Nat King Cole.

El amor me interesa no solo en sus aspectos prácticos sino teóricos.
El asunto me ha servido de inspiración para muchos artículos de prensa,
aparte de colaboraciones para semanarios humorísticos, tales como el
"Consultorio sexológico" y otras secciones sobre temas conexos, que domino
con igual maestría.

Naturalmente soy romántico. Me estremezco con los "20 poemas de amor
y una canción desesperada" de Neruda y las princesas lánguidas o las
sílfides ruborosas de Rubén Darío me dan nota hasta decir basta.

Soy hincha de Edith Piaf, Charles Aznavour, Domenico Modugno,
Roberto Carlos y de todos los sonidos, escenas, olores y sabores que evoquen
el amor.

Lamentablemente no soy revolucionario por amor sino por coraje,
término que lo mismo implica valor que enojo, lo que en criollo se conoce
como arrechera.

Admiro la capacidad del Presidente Hugo Chávez para liderar una
revolución sin muertos, desaparecidos, torturados ni perseguidos. Bajo su
certera dirección y empeñosa voluntad el experimento bolivariano se ha
producido sin abarrotar cárceles ni crear colonias de exiliados con
venezolanos de ideas contrarias al gobierno.

Por encima de cualquier choteo, me impacta la sinceridad de Chávez
cuando proclama su amor por los pobres y los excluidos de la sociedad
capitalista. Lo importante, en todo caso, es que han sido los depauperados a
quienes dicho mensaje les merece credibilidad.

Di por buena la palabra de Chávez cuando prometió resolver la
tragedia de los niños de la calle. Me causó profunda impresión que fuese un
gobernante militar quien diera instrucciones de no volver a emplear
peinillas ni fuerza innecesaria para enfrentar manifestaciones de protesta.
El hecho de que todavía haya niños de la calle o de que uno que otro
manifestante salga descalabrado no impide apreciar que el gobierno se ha
humanizado gracias al amor y al respeto del Presidente por los ciudadanos.

No voy a negar que Chávez es un personaje pugnaz. Sin embargo su
belicosidad no va más allá de las palabras, lo cual no deja de ser grave
cuando se trata del Jefe del Estado. A decir verdad la confrontación entre
el Presidente y los medios de comunicación privados ha creado un clima de
zozobra absolutamente innecesario.

Pero más allá del estilo presidencial, los medios y los
conglomerados que los respaldan lo que no toleran de Chávez es su negativa a
devolverles los privilegios que disfrutaron desde siempre. Ese ha sido el
verdadero motivo de la confrontación entre los voceros del capitalismo
salvaje y el conductor de la avanzada revolucionaria.

Siendo Presidente Luís Herrera Campíns, en una oportunidad señaló
que entre la venganza y el perdón optaba por el segundo. Por la misma medida
Hugo Chávez Frías ha perdonado una y otra vez a los enemigos del sistema
democrático, empeñados en promover golpes de Estado.

Bueno es cilantro, pero no tanto. Hay quienes no entienden el amor,
sino otros tratamientos.

augusther@cantv.net


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Augusto Hernández


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