La tragedia adeca

Los social-demócratas en Venezuela aceptan el mote de adecos, con
todo y la connotación peyorativa, pues otras denominaciones como
"accióndemocratistas" o "adeístas", amén de cursis, son inexactas.

Actualmente se encuentran en una fase preagónica; están a punto de
desaparecer. Pero a los adecos nadie les dio matarile, sino que, como
Chacumbele, ellos solitos se están matando.

Cierto es que el árbol que nace torcido nunca su rama endereza. Los
adecos arrancaron conspirando contra el gobierno democrático del Gral.
Isaías Medina Angarita, a quien derrocaron mediante un golpe de Estado
urdido en combinación con militares ambiciosos que luego se les voltearon
para quedarse con el coroto.

La avilantez adeca le costó a Venezuela un trienio (1945-48) de los
gobiernos más abusivos y sectarios que tuviera el país. Primero la Junta de
Gobierno presidida por Rómulo Betancourt y luego Rómulo Gallegos, como
presidente constitucional, cometieron todo tipo de tropelías, a nombre de la
"revolución de octubre". Ésta constituyó una rebatiña de cargos públicos,
disfrazada con simulacros de reforma agraria y supuestas expropiaciones que
no afectaron a los explotadores extranjeros ni a los latifundistas criollos.

Posteriormente sus socios militares, con Delgado Chalbaud a la
cabeza, sucedido por Marcos Pérez Jiménez, monopolizaron el poder durante
otros 10 años de una cruenta dictadura, derrocada mediante alzamientos
cívico-militares el 23 de enero de 1958.

Los golpistas de antaño regresaron al gobierno mediante "triunfos"
electorales en 5 ocasiones, eligiendo a Betancourt, Raúl Leoni, Carlos
Andrés Pérez, Jaime Lusinchi y, de nuevo, CAP.

Se institucionalizó la "comisión" o porcentaje "para el partido",
así como el robo de votos o fraude electoral. Todos los gobiernos adecos
practicaron tales mañas. Al final, durante los mandatos de CAP y Lusinchi
con sus barraganas, la robadera, de reales y de votos, era escandalosa.

Como es lógico no todos los adecos fueron peculadores o
antipatriotas. Los hubo, y tal vez quede uno que otro, honestos y
nacionalistas. Uno de ellos, Juan Pablo Pérez Alfonzo, fue un visionario
progresista.

Los más engañados por los adecos no fueron sus adversarios sino sus
propios militantes, algunos de los cuales creían pertenecer al "Partido del
Pueblo". Éste se convirtió en un cogollo donde privaban intereses
trasnacionales, representados por empresarios, bufetes y financistas de la
oligarquía.

AD se desmoronó ante la arremetida electoral de Hugo Chávez en
1998. Quedaron algunos caciques regionales aferrados a precarias parcelas de
poder en gobernaciones y alcaldías. Entonces el CEN adeco se unió a la
comparsa donde figuran la CTV, Fedecámaras, las televisoras golpistas y la
embajada de Estados Unidos.

Ahora claman por la abstención electoral pues creen que así se
notará menos su minúscula votación. Además juegan a desconocer la
legitimidad del Presidente Chávez cuando gane de arrase en las elecciones
decembrinas.

Los adecos decentes, que los hay sin dudas, no caerán en esa
trampa. Ellos saldrán a votar, por la oposición o hasta por el propio
Chávez.

A fin de cuentas lo que más se parece a un adeco es un antiadeco.


augusther@cantv.net




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Augusto Hernández


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