Leopoldo López no se arrepiente y ataca

La lectura somera del documento “Leopoldo López a los venezolanos” (El Impulso, Barquisimeto, 17/09/15, p. 4-5), al parecer escrito de puño y letra del “Monstruo de Ramo Verde”, (Diosdado Cabello, dixit) nos ha hecho recordar ciertos libros. Aquellos varias veces reeditados para el uso en el ya casi desaparecido bachillerato en humanidades de los ya lejanos años finales de la década de 1980.

Nos referimos a los nunca bien ponderados gruesos volúmenes escritos por Ignacio Burk y Pedro Luís Díaz, el primero (cuyo diseño gráfico incluía tantos cuadros y recuadros, al modo de hipertextos, que lo tornaba oscuro y sorprendente, titulado “Psicología. Un enfoque actual”, como muchos podrán recordar). Y que se complementaba con otro, de similar tamaño, pero aún más laberíntico y abstruso: “La filosofía. Una introducción actualizada”. Esta vez el incansable Ignacio Burk se hacía acompañar por Pedro Luís Quintanilla. Si no recuerdo mal. Y que también aludía a cuestiones inquietantes o misteriosas, que exigían exigentes niveles de abstracción. En realidad poco probable en quienes, como el suscrito, apenas se iniciaban en estos asuntos gordos del pensamiento y, en general, de lo que Honoré Balzac da en llamar “La comedia humana”.

Pues bien, resulta que, entre brumas de la memoria de uno de esos condenados libros, “Psicología. Un enfoque actual”, podemos evocar cierta página incidental referida a la conciencia, el remordimiento y la culpa. Sus autores ilustran tales conceptos con ejemplos vivenciales en contextos reales de aprendizaje. Así, se da cuenta de personas que, sinceramente arrepentidas, devolvieron lo robado o reconocieron otras fechorías sin cuentos.

Actos todos reñidos con la moral, las buenas costumbres y todo aquello que es honesto, noble y elevado. Por lo que aceptaban, con la debida contrición, la privación de su libertad respectiva. Además, se mostraban dispuestos a reparar el daño causado de la forma que lo dispusieran las instituciones de justicia y, en fin, la sociedad a través de ellas; de donde se tiene que, cuando algún reo no da muestras de sentimientos de culpa ante su condena, hay que desconfiar. O se está frente a un fanático o un psicópata, dice la conseja.

Sujetos de talante avieso, que no advierten las consecuencias desastrosos de su accionar o sus omisiones, hasta con pérdida de vidas humanas, son peligrosas. Y su lugar “natural” no es otro que aquel donde, como se puede leer en Don Quijote la Mancha, toda incomodidad tiene su asiento. La cárcel, con otros iguales, recordando en esto la letra de “Auditorio azul”, de Mervin Santiago: “Uniforme de preso, azul, añil…”

Puesto en transe semejante, por los avatares personales y/o los imponderables de la historia social venezolana, cuyas coyunturas coaccionan a tomar una u otra dirección, a tenor de la planificación estratégica elaborada para los efectos del respectivo proyecto-país, el Comandante Chávez, se hizo responsable. Pagó cárcel y llegó a confesar que llevaba siempre consigo, en su corazón, el recuerdo agradecido por sus soldados caídos al amanecer del 4 de febrero de 1992; además, en la Cárcel de Yare, que también diera en llamar de la dignidad, según testimonio de Diosdado Cabello, por ejemplo, nunca se quejó del “régimen carcelario”, para decirlo así con una frase de Maizanta, cantado por don Cristóbal Giménez. Al contrario, la soportó estoicamente, casi indiferente al dolor y la incomodidad. Pero ya los vientos de cambio habían prendido en aquella Venezuela del neoliberalismo asqueante.

¡Cuánta diferencia con estos “leadership” de los autoproclamados “sectores democráticos”! Promotores, activistas impenitentes y participantes directos de la violencia post-electoral en Venezuela con las famosas guarimbas en abril de 2014 en adelante y que depararon a todos aquellas escenas dantescas o semejantes a un cuadro de El Bosco, con terror y muerte: 43 personas fallecidas, entre ellos niños y más de 800 heridos, por no decir que los casi 30 millones de habitantes del país padecimos ese horror. ¿No debe haber responsables de esa situación?

Leopoldo, el determinador (Roberto Hernández Montoya, dixit) los ha olvidado. Es más, no se arrepiente ni un ápice, sigue pa’ lante como un elefante, según diría un salsero bravo, “no se cansa”. Leopoldo López (Caracas, 1971, economista graduado en Harvard, , según la Wikipedia) y con suficiente dinero en Venezuela y amigo de Kerry y Obama, ha pagado dos páginas en diarios nacionales (El Impulso, El Nacional, Panorama…) y en comunicado a los venezolanos se encuentran perlas que, como se dicen por ahí, ponen a pensar a cualquiera. Y evocar lecturas pretéritas del libro de Psicología… de los recordados maestros Ignacio Burk y Pedro Luís Díaz, que habrá que leer mejor y sin pereza acerca de la culpa y el arrepentimiento.

Claro, con López no habría que llamarse a engaño, esperar signos de arrepentimiento en su accionar desastroso de 2014 “… hasta salgan los que nos están gobernado”, es como pedir peras al olmo (Octavio Paz, dixit), de allí, pues, las siguientes perlas:

“… Hace más de un año, cuando supe que la élite corrupta que gobierna a Venezuela había ordenado meterme preso con la vana intención de que yo abandonara el país, no dudé un solo segundo en dar un paso al frente para darle la cara a la dictadura y enfrentar el juicio infame que se estaba planteando. Esa decisión la tomé plenamente consciente (…), quiero decirles que no me arrepiento en lo más mínimo de la decisión que tomé. Y no me arrepiento por una razón muy sencilla y poderosa: las grandes causas ameritan grandes sacrificios. Yo estoy convencido de la bondad de nuestra causa que no es otra que la liberación de todo un pueblo que hoy sufre las dolorosas consecuencias de un modelo que fracasó en lo económico, en lo político y en lo social”, (“Leopoldo López a los venezolanos”, en: El Impulso, 17/09/15/ P. 4. Párrafo primero, líneas 4-12).

Puede observarse que este documento destaca el hecho de que su autor valora como una cuestión de elevada categoría moral y política su decisión de quedarse en Venezuela, de no poner los pies en polvorosa; sería que no pudo, le faltó tiempo, como proclamara su maestro, el inefable Álvaro Uribe Vélez; como también se puede colegir de la lectura de las letras que se comentan, de esta manera podía sacarle mayor rédito político a su actitud de tarambana incendiario, lo cual habría que evaluar seriamente. Pues, que se sepa, la prensa escrita y audiovisual no ha mostrado aún las caravanas de peregrinos diarios o de los fines de semana de sus correligionarios hacia Ramo Verde. Bueno, como no sea una marcha de algunos en Barquisimeto, realizada después de participar en una misa, celebrada, cuando no, por el Arzobispo Antonio López Castillo, cuyas pancartas dizque rezaban: “Venezuela quiere cambio, Leopoldo Libre”, “Leopoldo Valiente, aquí está tu gente”, presumiblemente guarimberos de antaño y hogaño, (Diario La Prensa, Barquisimeto, 20/09/15, P. 6).

Por otro lado, en el texto de marras tampoco hace alusión a los cargos que se le imputaron como no sea sugerir que es inocente, que nunca promovió la agitación, el tumulto y la desobediencia civil trastocada en inusitada violencia callejera. Sostiene en cambio que su causa es justa eminentemente, cuyo fin último “… no es otro que la liberación de todo un pueblo”; es decir, Venezuela padece una dictadura terrible que permite publicar comunicados en la prensa y hacen llamados a marchar con trinos, dictadura que encarcela a pacíficos disidentes, promotores de la paz y el amor. ¡Qué bello es todo!

En otras palabras, el economista Leopoldo López se percibe como un líder político encarcelado pero próximo presidente de Venezuela (¿?), como se atreven a propalar algunos de sus partidarios por las redes sociales, y cuya gestión deparará un modelo económico y social de amplias libertades; por eso asume los sacrificios que le acarrea la cárcel no de Alcatraz sino de Ramo Verde, para lo cual está preparando su “Salida” en 2029. Cuando ya sea un filósofo vitalista de gran tronío, o un savant, un sabio, pues, como dicen los franceses. Como es natural, después de tanta lectura y meditación en esos trece años. Ya empezó a escribir, tiene al menos este y otro documento, el del previo a la salida, creo. Esperemos y escriba cuentos, una antología, que bien se pudiera llamar “La piel del cachicamo”.

Aunque también puede ser más bien un filósofo pragmático, mejor. Un experto en John Dewey al leer directamente en inglés obras como “Educación y democracia”; ello si no es que se fuga espectacularmente este mismo año o el que viene en medio de una guarimba horrenda o en la alta noche, con la complicidad de ciertos corruptos que no faltan en la administración pública. Como hicieron Eduardo Lapi, un tal Carlos Jiménez, el que compró tanto chigüiro en una Semana Santa que no pudo justificar y un buen día ambos, Lapi y Jiménez, amanecieron en Lima, muy horondos; ya que nadie puede imaginar que la revolución indulte a López.

Lo cierto es que un nieto-sobrino o primo de cuarta o quinta generación de Simón Bolívar se “prepara” para “liberarnos”, ya que quiere desarrollar su sueño de tener una nación liberal. O más bien neoliberal, eb cooperación con el FMI, por su puesto.

Aunque, quién sabe, quien se puede liberar es Tintorería (?), recuérdese que ya dizque lo hizo la comadre La Patoja, porque Chataing es peor que Trinity (en “Dios perdona, yo no” o Harry el sucio de CNN…). Como fuere, Lilian ha denunciado que no la dejaron entrar a Cojedes, (El Impulso, Barquisimeto, 19 de noviembre de 2015, p. A 3) y la “Corte Suprema chilena aboga por Leopoldo López” y pide que la Comisión de Derechos Humanos de la OEA vengan a Venezuela a comprobar su salud, esto es, que Leopoldo contrataca y no faltará mucho para que el Cardenal Urosa vaya a Ramo Verde a decirle una misa cantada, entrampado como al parecer está en su fe.

López o Lopés, así con acento, según lo pronuncia su amigo Obama, se debe considerar un ciudadano global y quiere que el Derecho Internacional se ocupa de él, como no podía ser de otra manera; pero el “TSJ rechaza ejecutar fallo de la Corte Suprema de Chile de activar Carta Democrática”, (en El Impulso, viernes 20 de noviembre de 2015, P. A 2); “La magistrada Gladys Gutiérrez, presidenta del TSJ y de su Sala Constitucional, afirmó que el fallo viola la soberanía nacional y que el Poder Judicial n acatará que de ninguna orden que derive del mismo”, (ídem).

Agregó que: “El derecho internacional establece que la soberanía es un derecho fundamental de los Estados (…). El Tribunal Supremo de Justicia y el Poder Judicial de la República Bolivariana de Venezuela condena la manifiesta injerencia con que se sorprendido al foro jurídico nacional e internacional a raíz del documento antijurídico emitido por el órgano extranjero. Se rechaza por igual la ofensa a la institucionalidad, a la democracia y a la soberanía de nuestro país al situar infundadas afirmaciones al margen de la verdad en el derecho internacional, a través de un documento que, aunque es obvio señalarlo, carece de validez y es absolutamente inejecutable en el orden internacional y en el interno”.

Dice Rabindranath Tagore (1995, en “Cómo alcanzar la sabiduría”, Lumen. Buenos Aires, Argentina) que: “Por no esperar en capullo, entre la nieve eterna del invierno, el loto se abre y pierde cuanto tiene”, (P. 20).


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Luís Saavedra

Docente, Trabajador popular.

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