Quinta Columna en las Instituciones, descubrimiento y extirpación

La Quinta Columna Institucional es la reacción más peligrosa de los actuales momentos. El Estado bolivariano se encuentra plagado de quintacolumnistas animados por la fuerza inercial de una cultura neoliberal-dependiente y soportados por una estructura burocrática devenida de la renta petrolera con sentido clientelar.

Nuestro Estado con su inmensa capacidad para contratar y expandir sus dádivas es laberinto fácil para el desarrollo de esas hidras y alimañas por lo que, lógicamente, se impone una ejemplar lucha en todos los departamentos, secciones y vericuetos, en cualquier pasillo donde se encuentren esos bichos o safriscas de la Quinta Columna.

Sabemos que entre las instituciones existen dos tipos de quintacolumnistas.

Aquellos que vienen de la Cuarta y que son nómina o contratados, pero no poseen cargo en direcciones, es decir, no pueden botar a nadie, aunque algunos sirvan de consejeros para ello y de aduladores baratos. Muchos de ellos son masoquistas. Representan la mayor parte de la Quinta Columna institucional y sólo son peligrosos cuando están apoyados por un director que sintonice en esa frecuencia.

Además están los devenidos de la Cuarta y surgidos en la Quinta que poseen o llegan a cargos de decisión, es decir, que firman cheques, apuran despidos y se frotan las manos cada vez que botan a un revolucionario o un pobre ser cuyo carguito será inmediatamente ocupado por un acólito o algún familiar. Estos quintacolumnistas son los enemigos que no se pueden dejar al libre albedrío ni mucho menos respirar, porque son unos sádicos que al menor vuelo sacan la guadaña y cortan las cabezas pensantes, los corazones dispuestos a la justicia y los hombres y mujeres de principios socialistas. Ellos son los que mantienen el látigo sobre los trabajadores y alzan la voz cuando se da un golpe de estado.

Casi siempre estos directores de línea o generales o técnicos poseen algunas cualidades que superan al común, por ejemplo, son excelentes matemáticos o muy buenos en sistemas informáticos, conocen al dedillo la legislación “X”, la contabilidad presupuestaria, etc. Y los hay hasta con buena voz y algo de carisma... saben muchos chistes machistas.

Así mismo, tienen también algunas características que los definen como reaccionarios, como el hecho de ser tecnócratas o que consideren una extrema división del trabajo donde, ellos están por arriba y los obreros, barrenderos o “subalternos” nunca tendrán voz o voto, ni se podrán reunir a menos que sea bajo la supervigilancia de algún sapo o capataz. Es decir, les causa sarpullido y roncha la palabra Asamblea de Trabajadores o la consigna “1 voz=1 voto” y todas esas cosas de “igualados”, como diría la secretaria de mi director quintacolumnista.

Identificado el mal, los revolucionarios deben iniciar la tarea de encontrar y aunar compañeros que, poco a poco, deben engrosar las filas que conformarán El Yunque. Es natural que este proceso dure un tiempo de varias semanas o hasta meses y debe realizarse con mucha discreción porque un quintacolumnista avisado actúa como cualquier sabandija o matón de barrio, no duda en chismear o en sacar el bolígrafo para firmar el despido o comisión de servicios, etc.

Durante este periodo, el asunto da para Sustanciar el Expediente. Se deben recopilar todos los detalles del malaccionar quintacolumnista como: amonestaciones o presión exagerada e injustificada para cumplir tareas o el horario, falta de locuacidad e ideología socialista, brutalidad en el trato con la gente (incluso con sus masoquistas personales) chantajes o amenazas verbales de minimizar proyectos o despidos, etc. Es larga la lista.

Pero más allá de esas mezquindades, el desprecio de la cogestión o la falta de transparencia en los asuntos administrativos son pruebas sustanciales del proceder corrupto.

Cuando no hay reuniones de cogestión y existe una notoria ausencia de asambleas generales tenemos un indicio contundente de política neoliberal, antagónica con el socialismo que toda empresa, institución o dirección pública del gobierno bolivariano ha de poseer. Esto es así porque el Socialismo del Siglo XXI, si bien no está definido en su totalidad, se puede asegurar que tiene manifestaciones claras que impulsan una nueva modalidad de las relaciones laborales y diferente, en forma y fondo, de las impuestas por el neoliberalismo.

Por más que se vistan de rojo frente a sus superiores o cuando van a las marchas y griten con la vena del cuello que son chavistas, todos los que tratan los asuntos del trabajo sin transformar la cultura organizacional hacia un sentido más colectivista son unos secuestradores del poder popular y, por ende, enemigos del socialismo. Unos seres de esa calaña no pueden dirigir ninguna organización pública.

La hora de la primera batalla se anuncia cuando las marramucias administrativas como el favoritismo sobre un grupito o la preferencia de mejora salarial recaen en una persona sin justificación alguna. Entonces la pelea se pone sabrosa, justo cuando un número contundente de partidarios, el cual no es necesario que supere la mitad, está en desacuerdo con la corrupción impuesta de dicho director. Esta cantidad es lo que denominamos arriba El Yunque.

Es importante saber que no se necesita la mitad más uno para legitimar la insurrección contra el capitalismo, porque un grupo decidido que represente un cuarto o un tercio del total de los trabajadores es capaz de parar una parte mayor de la acción colectiva que representa estadísticamente, o lo que es lo mismo, las actividades normales de ese grupo en la institución al congelarse pueden dejar sin efecto los intentos de trabajar que tengan los otros. Es así como debe entenderse la fuerza de los trabajadores. Por si fuera poco lo dicho, baste entender que la injusticia sobre un porcentaje mínimo es suficiente para discutir en público la situación porque, en tales casos, ¿quién puede asegurar que mañana no será víctima de la corrupción de un dictador que ya ha actuado?

Por último, a la hora de hablar con la verdad del corazón y levantar la balanza de la justicia con los argumentos probados y acumulados del “expediente sustanciado” se logrará atraer a los dudosos, a los cobardes y hasta algunos aduladores, puesto que el sistema capitalista ha transformado la burocracia pública en una madeja de corruptelas y sometimiento donde los abusos de poder, excusados en una falseada jerarquía y una insustancial eficiencia, recaen sobre las espaldas de todos “los de abajo”, los revolucionarios y los arrastrados, lo cual hace potenciales aliados a un número indeterminado que en primera instancia no surgen por temor y confusión.

Recuerde que la lucha institucional contra la Quinta Columna es de varios rounds y se parece mucho a cualquier pelea contra algún patrono del sector privado por mejoras laborales. Es por ello que la hechura del Yunque ha de realizarse con toda consciencia por parte de los implicados, con responsabilidad, alertando el peligro de retaliación propio de los fascistas y, en especial, generando la convicción de que la afectación a uno solo de los compañeros tocará por igual a todos. De esta manera se comprobará la fortaleza y resistencia del Yunque, por medio del abrazo indestructible de la amistad por hacer un mundo mejor y más justo.

Esto es importantísimo porque casi ningún dictadorzuelo puede arriesgarse a una parálisis de las actividades puesto que recaerían las miradas sobre su gestión y sería cuestión de tiempo descubrir sus barbaridades.


En el próximo artículo hablaremos sobre el enfrentamiento y el accionar del Yunque cuando la voz es el Martillo de la Revolución.


marcosendos@gmail.com



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