¿Chávez a la cárcel?

Tal vez el eternamente emberrinchado Ramos Allup sólo dijo en voz alta, durante el cumpleaños adeco, lo que algunos contrarrevolucionarios mantienen como el anhelo más soñado en el fondo de sus almas peculadoras, conchupantes y vendepatrias. Tal vez, en efecto, eso sea lo que intentan hacer muchos aspirantes a diputados, quienes, si la ultraderecha saliera en masa a votar por ellos y los chavistas se achicopalaran, intentarían de inmediato un golpe del tipo Goriletti, debidamente respaldado desde las bases gringas en Palanquero, Aruba y Curazao.

Lamentablemente para Ramos (a) Pájaro Loco (que más parece un querrequerre), existen pocos golpistas dispuestos a meterse en esas Honduras, pues Caracas no es Tegucigalpa y aquí la gente de los cerros tiene bien claro y presente lo ocurrido el 13 de abril de 2002, cuando salieron a restituir al Presidente depuesto por un combo militar que aprovechó una confusión bien planificada en los laboratorios de la CIA.

No soy apologista del presidente Chávez y, si acaso, me esmero en expresar mis desacuerdos para no quedar como uno más dentro del combo de los invitados de piedra a esta revolución bolivariana y socialista. No creo en aclamacionismos anticipados ni en presidencias vitalicias y lo menciono cada vez que me parece oportuno.

Sin embargo, la sangre me hierve de sólo pensar que el último ejemplar de los adecos jurásicos se atreva a revelar las intenciones de impulsar una guerra civil valiéndose de semejante expediente.

Permítame decirle que para meter preso a Chávez, suponiendo que hubiese un juicio y una condena igualmente amañada, tendrían que pasar sobre centenas de cadáveres y luego encerrarlo en el fondo de la tierra o en otra galaxia, adonde igualmente llegaríamos los revolucionarios a rescatarlo para que siguiera ejerciendo su liderazgo, que no tiene parangón con el de ningún otro presidente de elección popular.

Por otra parte, debo darle gracias a Ramos Allup por pronunciar las palabras mágicas para evitar que los simpatizantes del Gobierno se queden en sus casas. Si la seguridad de Chávez depende de nuestros votos, entonces llevaremos hasta el gato a la mesa electoral.

augusther@cantv.net


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Augusto Hernández


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