¡Misión Seguridad Ya!



¡Misión Seguridad Ya!

César Henríquez cesolka@gmail.com

El lunes como de costumbre me dispuse a viajar a Caracas, ciudad donde trabajo, desde Maracay, pero fue imposible debido a una protesta que se desarrollaba en la entrada de la autopista. ¿La causa? La muerte de tres trabajadores en manos de presuntos sicarios en la encrucijada. Al no poder ingresar a la autopista opte por regresarme y esperar al siguiente día para viajar, así que aproveche de buscar a un amigo mecánico para que me revisara una “fallita” en el carro. Después de centenares de esfuerzos vía telefónica logré ubicarlo y llevarle el carro. Me explicó que estaba adquiriendo un nuevo teléfono porque el domingo a eso de las 8 de la noche, dos jóvenes que le pidieron una “carrerita”, mi mecánico se rebusca también como taxista, le habían quitado el carro, el teléfono, y lo habían dejado abandonado por Cagua. ¡Gracias a Dios que por lo menos te dejaron vivo!- Le comenté. Parece que ese es el comentario más apropiado en estos casos. Me reviso el carro, y el otro día salí rumbo a Caracas. A llegar a la oficina me recibieron con la noticia que nos habían atracado. Dos jóvenes habían entrado a la sede de nuestra fundación donde funciona un Centro de Salud que presta servicios a colectivos empobrecidos de la Parroquia la Pastora, y sometieron a la persona encargada de la recepción con un arma en la cabeza. ¡Era un atraco no una cita para una consulta! Sólo se llevaron 50 Bs F, porque el poco dinero ya se había depositado en el banco. Por supuesto todas las personas que a la 2.00 PM se encontraban en el lugar pasaron el susto de su vida. Y nuevamente se dejo escuchar la frase: “Gracias a Dios que por lo menos te dejaron vivo!

Esa noche pensaba en los acontecimientos de la encrucijada, de mi amigo el mecánico y de lo ocurrido en nuestra propia sede. Mientras divagaba buscando algún tipo de respuesta que “justificara”, o me “explicara” estos hechos, llegó un amigo con quien comparto espacios mientras estoy en Caracas. Le habían clonado la tarjeta y le habías sacado, obvio, todo el dinero de su cuenta. Ahora comenzaba ese vía crucis que significa probarle al banco que su tarjeta ha sido clonada. Me fui a la cama, pero con la convicción que la inseguridad NO es mediática, no es un invento de los medios, ni los delincuentes están siendo financiados por la CIA para que nos atraquen. La inseguridad es una realidad real.

Amaneció y me dirigí al centro de la ciudad a realizar algunas diligencias propias de mi trabajo. Al terminarlas fui a una de las paradas para regresar a mi casa. Y de la manera más rápida y “cruel” un joven pasó y le arrancó de un tirón unos zarcillos a una señora que se desplaza con su hija por la zona. Después del susto y de percatarse de lo que había pasado, mientras la señora se toca sus orejas, los benditos comentarios otra vez: “Gracias a Dios que no le arrancaron la oreja”. Después de lo que yo había vivido en menos de 48 horas, esperando una camioneta en el centro de Caracas, todo el que me pasaba por el lado, se me acercaba, me miraba, pasaba a hacer un “sospechoso”. Le comienza a entrar eso que llaman los estudiosos “paranoia”, donde uno identifica a todo el mundo como un atracador en potencia. Mientras seguía esperando mi camioneta, que se tardó más de lo habitual, mi paranoia fue interrumpida por un montón de sirenas y motorizados que hacían todo tipo de maniobras y señas para abrir paso a un carro oficial, me imagino que algún ministro, que como todos sabemos son caravanas de carros y un ejército de escoltas que se hacen ver y sentir. Fue un espectáculo que el pesado trafico de la Baralt y la docena de efectivos le brindaron a quienes estábamos como espectadores de una sociedad donde algunos estamos hiper inseguros y otros hiper seguros.

Al llegar a casa me dije: el hecho de que esté apoyando este proceso, y que los logros de la revolución son incuestionables, no puedo quedarme callado ante una realidad que cada vez nos afecta de manera más directa y cercana. ¡¡¡MISION SEGURIDAD YA!!!

Patria, Socialismo o muerte.

cesolka@gmail.com


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César Henríquez


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