"Ni Globovisión ni lo que queda de Rctv seguirían echando vainas si estas normas se aplicaran con el debido respeto al Estado de derecho y a la propiedad privada."
Mientras el gobierno revolucionario y bolivariano busca un modelo de socialismo del siglo XXI adaptado a Venezuela, cada votante criollo tiene en su casa uno o varios receptores de televisión que cantan a toda hora las alabanzas al modo de vida norteamericano.
La verdadera transmisión en cadena la hacen los canales que las empresas de televisión por cable o por satélite descargan las 24 horas del día, explicando a través de sus noticieros, series y películas, quienes son terroristas, narcotraficantes y enemigos de la democracia.
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Lo curioso del caso es que tales estaciones no transmiten a través de nuestro espectro radioeléctrico, sino que entran por la puerta de atrás, de contrabando, como parte del menú que ofrecen las empresas cableras o satelitales.
Algo así le sucedió a nuestro correo frente a la competencia de las empresas de encomiendas, mientras que en EUA, Francia o Inglaterra los servicios postales siguen dando la talla.
Ignoro si el remedio estriba en hacer cumplir las leyes que existen o en redactar nuevas normas adaptadas a las tecnologías recién desarrolladas.
En todo caso, para mí el problema es sencillo y estriba en lo siguiente: - Las empresas de cable sólo deberían transmitir la programación de canales extranjeros, radicados en otros países, sin publicidad comercial.
- Los únicos canales que podrían añadirse a las plantillas de las cableras serían las estaciones oficiales del Estado, incluyendo RNV en la banda de radio.
- Bajo ninguna circunstancia las empresas de cable estarían exentas de transmitir las cadenas de radio y televisión convocadas por el Gobierno Nacional.
- Todas las estaciones privadas y comerciales de Venezuela deberán ceñirse a la zona de cobertura que les corresponda mediante su señal abierta.
Actualmente la programación de las cableras incluye canales al alcance de los niños que transmiten pornografía a cualquier hora.
También abundan los programas dedicados a exaltar el juego, los torneos de póquer y otros estímulos para ludópatas.
Ni Globovisión ni lo que queda de Rctv seguirían echando vainas si estas normas se aplicaran con el debido respeto al Estado de derecho y a la propiedad privada.
augusther@cantv.net