Televidentes entubados

La televisión se inició entre nosotros con canales VHF de cobertura nacional, utilizando repetidoras y relevos en diferentes regiones del país. El Estado reservó una frecuencia para el canal 5, la Televisora Nacional, que lo fue tan solo de nombre, pues apenas se veía en la capital. Después se permitieron televisoras en la banda UHF, de cobertura más limitada.

La radio y la televisión surcaban las ondas hertzianas, con licencias renovables concedidas por el gobierno para figurar en determinadas frecuencias del dial.

Así fue hasta que aparecieron las empresas de televisión por cable o también por satélite. El Estado les permitió ofrecer acceso a múltiples canales de televisión supuestamente libres de mensajes publicitarios, pues para ello el cliente o suscriptor paga una tarifa mensual de alto costo.

Como suele suceder, la práctica fue distinta a la teoría. A medida que ampliaron su cobertura las empresas de cable incluyeron en su plantilla a los canales de señal abierta, venezolanos y extranjeros, con todo y publicidad comercial. Al poco tiempo también incluyeron cuñas en los canales que antes no transmitían publicidad. Esta práctica, por cierto, constituye una competencia desleal, que le resta publicidad a los canales comerciales.

En la actualidad el suscriptor es atosigado con cuñas y promociones en los canales que portan las empresas de TV por cable o satélite. Es decir, pagan por ver publicidad.

En la práctica el Estado renunció a controlar el espectro radioeléctrico al permitir el nuevo sistema, ávido de lucro, que llegó a transmitir cuñas de licores, violando la ley venezolana.

Hoy en día dichas empresas transmiten pornografía a cualquier hora del día, pues, por lo visto, los encargados de la LOPNA ignoran esta realidad.

Más grave resulta la penetración cultural, la disimulada propaganda corporativa de los consorcios transnacionales y el adoctrinamiento a favor de la hegemonía imperial.

Nadie niega la calidad de canales como el Discovery o el National Geographic, aún con el sesgo proyanqui; sin embargo están en minoría frente al derroche de mal gusto y frivolidad que predomina en el listado de estaciones.

Todas las series de televisión y los programas de mayor audiencia parten de la premisa que el terrorismo y el narcotráfico son métodos utilizados para dañar a los Estados Unidos. Que los terroristas y narcotraficantes sean igualitos a nosotros, latinos desaliñados o árabes zarrapastrosos, dispuestos a cometer cualquier fechoría, debe ser casualidad. Los blancos anglosajones son los chicos buenos de la película.

Esta modalidad televisiva permite que un canal como Globovisión rebase su área de cobertura, circunscrita a la capital y el estado Carabobo, para convertirse en una estación nacional. A su vez la difunta RCTV sigue vivita y coleando, promoviendo su campaña desestabilizadora.

Algunos hablan de una posible invasión a Venezuela, con tanques y misiles de alto poder. No se dan cuenta que la invasión ya ocurrió y el enemigo se encuentra en nuestros hogares, convenciendo a los niños, los jóvenes y a los más ingenuos.

Organismos como CONATEL le hacen el mandado a la Exxon y sus aliados. ¿Qué esperan para sacar a los canales comerciales, criollos y extranjeros, de la TV por cable y por satélite?


augusther@cantv.net



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Augusto Hernández


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