Los constructores de realidades

Parece ser que para ciertos dueños de empresas divulgadoras de noticias (prensa escrita, radial, televisiva y redes sociales) el mundo real, el que se palpa a través de nuestros sentidos, no existe, parece que solo existe lo que se publica a través de los medios de comunicación. Con los nuevos adelantos tecnológicos aquellos pretenden "crear opinión" sobre cualquier acontecimiento. Es decir que utilizando técnicas periodísticas y publicitarias es posible "construir realidades" que se ajusten a la opinión pública, siempre y cuando esté moldeada adecuadamente a los intereses corporativos empresariales que en oportunidades intenta presentarlos como los de la "comunidad internacional".

Las empresas referidas anteriormente confían en la ignorancia o estupidez de una gran parte de la población del planeta y permiten que los "consumidores" de noticias acepten la realidad que estos presentan en los periódicos, en la radio y en la pantalla. Es así como el mundo virtual se hace realidad por obra y gracia de los medios de comunicación. Fabrican dictadores, asesinos, narcos negociantes, demócratas, intelectuales, artistas; inventan y crean situaciones de violencia en un país donde reina la paz para ofrecerlas a un público incauto incapaz de analizar la noticia. Es así como muchas empresas de comunicación inventan ficciones para hacerlas pasar por verdad, con el único objetivo de obtener grandes beneficios. Seres inescrupulosos que pretenden transformar el mal en bien y el bien en mal.

Ciertamente, estas prácticas insolentes no son nada nuevas en el periodismo cipayo. Y como hoy mis dendritas no me dan para mucho lo único que voy hacer en este artículo es copiar algunos párrafos que se explican por si mismo. Estos los reproduje del libro "La muerte en Hollywood", un ensayo muy interesante de Carlos Augusto León. El primer acápite se refiere al discurso de un periodista presentado en un banquete de la New York Press Association (1895):

"No hay prensa independiente en América (EEUU. La acotación es mía), salvo tal vez en las aldeas. Vosotros sabéis y yo lo sé. Ninguno de nosotros osa escribir lo que cree honesto y, si vosotros lo hicieseis, sabríais que no sería impreso. El oficio de periodista en New York es destruir la verdad, mentir, echarse a los pies de Mammon (el dios de la avaricia y la codicia. La acotación es mía), vender su pueblo y su país para ganar su pan cotidiano. Somos prostituidos intelectuales".

El segundo fue la alocución de Charles A. Beard, ante un público de educadores en New York, 1935.

"En el curso de los últimos cincuenta años yo he hablado con presidentes de los Estados Unidos, senadores, jueces de la Suprema Corte, miembros de la Cámara de Representante, gobernadores, editores, presidentes de colegio, importantes hombres de ciencia, ganadores de Premio Nobel en la ciencia y en las letras y nunca he encontrado una sola persona que por su talento y su carácter merezca el respeto del pueblo americano, que no haya estado de acuerdo conmigo en que el Sr. Randolph Hearst (dueño de una afamada cadena de periódicos. La acotación es mía) ha sido alcahuete para depravar los gustos y ha sido enemigo de todo cuanto es más noble y mejor en nuestras tradiciones americanas…No ha habido suceso de vicio o crimen que Hearst no hay voceado y explotado con el propósito de hacer dinero. Ninguna persona con honestidad intelectual e integridad moral puede tocarlo ni con una vara de diez pies de largo (3,05 m. La acotación es mía) para cualquier propósito ni para cualquier fin. A menos que aquellos que representan la educación, las ciencias norteamericanas y el derecho de un pueblo libre a discutir las cuestiones públicas libremente, se levanten contra sus insidiosas influencias, él los asesinará individualmente por todos los métodos conocidos por el periodismo amarillo. Solo los cobarde pueden ser atemorizados por Hearst".

Upton Sincliair escribió un libro sobre la prensa americana (EEUU), "The Brass Check" (El cheque de bronce, en español) donde refiere:

"La prensa. – dice – como todos los poderes de América (EEUU. Acotación mía), está sometida al despotismo de esta oligarquía, que se llama, con algunos nombres simbólicos, Wall Street, Los Altos Negocios, los Trust. Esta oligarquía sostiene dos partidos políticos opuestos, con sus "maquinas complicadas", para distraer a los americanos (estadounidenses. Acotación mía) y hacerles creer que son libres; ella domina todos sus periódicos, porque ellos viven de sus anuncios y los anuncios dependen de la buena voluntad de los hombres de negocios. Se castiga a todos los que quieran dar pruebas de su independencia; ellos son poco numerosos, porque el americano siente un respeto intuitivo por los multimillonarios, como el inglés por los duques…En cuanto a los periódicos, algunas veces inician cruzadas útiles al bien público, para aumentar el tiraje; la prensa Hearst ha dado varios ejemplos. Cuando se obtiene el aumento propuesto se abandona la campaña, o bien se afirma que ella ha triunfado, pero sin buscar si un reforma útil se ha realizado verdaderamente"

El historiador de la prensa Weill Georges señala en una de sus obras las palabras de Karl Bucker en Alemania:

"En el templo (la prensa. La acotación es mía) donde se debe predicar la verdad, mercaderes y vendedores colocan sus mesas y, en casos en que el pueblo cree escuchar el sacerdote incorruptible de lo verdadero, no es sino la voz hábilmente velada del charlatán a sueldo lo que oye".

Tampoco Inglaterra se escapa de tales, críticas, en este caso se trata de un historiador de la prensa que señalaba:

"Este poder nuevo (la prensa. La acotación es mía), del cual Northcliffe (Alfred Hamsworth, lord Northcliffe, creador de un imperio periodístico en Inglaterra, conocido como el "Napoleón de la prensa", 1865-1922. La acotación es mía) es el representante más completo, se ha aliado con la oligarquía de los políticos, de manera de consolidar el reino del dinero".

De las lecturas de los párrafos anteriores se descubre que la prensa comprometida no es más que una vendedora de ilusiones, una constructora de realidades que solo existen en la mente de los periodistas que son obligados a redactar y difundir noticias al servicio de los intereses de los dueños de los medios de comunicación.

Antiguamente existía un aforismo que rezaba "una imagen vales más que mil palabras", tal apotegma perdió vigencia desde el mismo momento que las cámaras televisivas falsifican la realidad, haciendo tomas que no se corresponden con el suceso, o simplemente inventándola para presentarla como una verdad. Así mismo, después de la invención de la foto shop cada vez que alguien mire un reportaje fotográfico debe analizarlo con atención para ver si se corresponde con la verdad.

Así se crean las mentiras y así, mediante técnicas periodísticas y de publicidad, fue como el Departamento de Estado inventó a Juan Guaidó. Un presidente espurio, una marioneta parlante que solo sirve a los intereses de la oligarquía del dinero que opera en el ámbito internacional.

Ante las mentiras permanentes de los medios de comunicación, de las mass media internacional y de los políticos de la derecha aliados del gárrulo de Donald Trump, el forjador de repúblicas, el general Simón, tiene una frase que tomé de una carta dirigida a José Fernández 1827: "El engañado siempre es el engañador". Lee que algo queda.



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Enoc Sánchez


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